martes, 23 de julio de 2013

La Marcha Nupcial de Félix Mendelssohn


Irónicamente, la muy conocida Marcha Nupcial, nunca fue concebida como tal y se hizo famosa once años después de la muerte de su compositor, Félix Mendelssohn, en 1847, y dieciséis luego de su composición, como parte de la música de Sueños de una noche de verano (OP 61), inspirada en la obra de William Shakespeare.



Su contraparte, también extraída de una composición de la época, el coro nupcial de la ópera en tres actos compuesta por el también alemán Richard Wagner. Ambas composiciones se ponen de moda y trascienden más allá de su concepción inicial durante el matrimonio de la princesa Victoria, hija de la reina Victoria de Gran Bretaña, con el emperador alemán Federico III. 


Estratégico matrimonio arreglado por la reina Victoria para su hija
la princesa Victoria y el emperador Federico III de Alemania.

Aunque ambas composiciones han generado un éxito tradicional por igual, la preferencia en uso, en unos países u otros, ha dependido de su tradición cultural. La más conocida en los países anglosajones es la de Félix Mendelssohn, que ha sido la favorita de Hollywood y difundida a nivel mundial por cientos de películas y en América Latina, la de Wagner, que se utiliza a la entrada de la novia y la de Mendelssohn a la salida de los novios.



Éste extraordinario compositor, en su época, fue considerado el segundo Mozart, y casi como una maldición, al igual que el primero, murió muy joven, a la edad de 38 años.

La vida de Félix Mendelssohn fue extraordinaria en logros desde muy temprana edad. Hijo de un banquero judío alemán, Abraham, cuya economía había prosperado con creses tras la derrota y segundo exilio de Napoleón I en 1815, al ser Francia penalizada con la obligación de pagar indemnización de guerra a los países afectados, por las continuas luchas expansionistas del emperador francés, en su obsesión por conquistar Europa. Abraham, el padre, era hijo del rabino e ilustre filósofo del siglo XVIII Moisés Mendelssohn, y en broma decía “Cuando yo era niño, era conocido por ser el hijo de mi padre; ¡ahora me conocen por ser el padre de mi hijo!”

Manuscrito y firma de Félix Mendelssohn

El talento de éste niño pródigo se desarrolló debido a la intensa actividad cultural que había en su casa. Al notar su vocación musical, el padre, Abraham, no escatimó en desarrollar sus habilidades y el hijo, desde muy temprana edad, a los nueve años, ya le comenzó a retribuir la inversión con logros, al tocar en público en un concierto de cámara. A diferencia del padre de Amadeus Mozart, un siglo atrás, el de Félix no buscaba hacerse de una carrera económica a costillas del hijo, por el contrario, fue el hijo que le demostró al padre que podía ser económicamente independiente desde muy joven y sus éxitos y reconocimientos lo precedieron.

No era una época fácil, los grandes compositores románticos de la época, en la que él era partícipe, eran todos contemporáneos y la música de los clásicos, aun eran muy populares: Haydn, Mozart, Weber, Rossini, Gluck, Haendel, Chopin, Liszt, Schumann, Wagner, entre otros, vivos o muertos, lo que hizo que, para obtener sus logros, fuera una lucha constante y titánica. Pero su férrea disciplina alemana lo estimuló a lograr triunfos musicales, docentes y cómo conductor y director de orquesta.

Félix Mendelssohn publicó en vida 72 composiciones y, 49 más, se publicaron póstumas. También se dedicó a resucitar la obra barroca de Juan Sebastián Bach, por largo tiempo olvidada.

Acuarela de Lucerna, pintada por Félix Mendelssohn
en el año 1847, poco antes de morir.

Pero no hay duda, que fue durante una de sus últimas presentaciones, dos años antes de morir, en el Palacio de Buckingham, invitado por a la reina Victoria y su esposo el príncipe Alberto, lo que debió de haber influenciado a la monarca británica, para que escogiera, años después, La Marcha Nupcial en la obra: Sueños de una noche de verano (Op 61), para el matrimonio, en 1858, de su hija Victoria con el emperador alemán, Federico III.

Luego de una vida intensa, aunque corta, feliz y exitosa, el cansancio por exceso de trabajo comenzó a afectarle, pero fue la muerte de su hermana mayor, Fanny, lo que realmente lo derrotó. Él la adoraba y la admiraba y tener que aceptar, que el mundo no es ese lugar idílico al que él estaba acostumbrado, se vio transformado él, de pronto, a causa del luto y la tragedia, en uno más con la humanidad, dejándose llevar por la muerte. La gente lo veneraba y esperaban ansiosos en su puerta, esperanzados, que por algún milagro se recuperara, pero no.

Aunque a veces parece imposible, la gente olvida y los gustos se transforman y con el pasar de los años el nombre de Félix Mendelssohn era, en el mejor de los casos, un vago recuerdo. Otros compositores más modernos y contemporáneos surgieron y ante el creciente antisemitismos a fines del siglo XIX, su música dejó de ser presentada, pero la obra de los genios se inmortaliza en el tiempo.

Mí favorita es Canon en D del compositor alemán del siglo XVII, Johann Pachelbel.



Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

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