jueves, 26 de septiembre de 2013

1848, el asalto al Congreso Venezolano


Es el año 1848  y Venezuela vive en ésta época una pugna presidencialista entre el partido tradicional de gobierno: Los Conservadores, con José Antonio Páez a la cabeza y el partido Liberal, recién fundado, liderado por José Tadeo Monagas.

José Antonio Páez y José Tadeo Monagas, en una época
aliados en contra de la opresión española, ahora enemigos
políticos en un país republicano.

Páez, a sus 58 años de edad, hasta el momento había sido el hombre fuerte de Venezuela y del Partido Conservador: logrando él la presidencia en dos oportunidades: de 1830 a 1835 y nuevamente de 1839 a 1843, y su otro candidato del partido, Carlos Soublette (de 1837 al 39 y de 1843 al 47). Sólo por un par de años (1835 a 1837), otros hombres ejercieron el cargo casi de forma efímera: Andrés Narvarte, José María Vargas y José María Carreño.

Mapa de Venezuela realizado en 1890 por el cartógrafo L. Robelin.

El llamado Partido Conservador estaba conformado por la oligarquía económica, siempre criticada por el pueblo, a pesar de ser los únicos que daban trabajo remunerado, y por Páez, ex prócer de la Independencia, quien era muy carismático con los más desposeídos. Muchos historiadores acuerdan en considerar que el período de José Antonio Páez es la “Edad Dorada de Venezuela”: logrando estabilizar y pacificar, no sin esfuerzo, los intereses individuales de muchos caudillos, tras una agotadora guerra de independencia y creando las condiciones para un crecimiento económico sustentable, basado en las exportaciones del café y cacao.

Bandera Nacional decretada por el Congreso en 1836.
Manteniéndose como el Pabellón Nacional hasta 1859, momento en que comenzó
La Guerra Federale.

Para las elecciones del año 1846 los ánimos populares estaban caldeados, aunque para ésta fecha el ciudadano común no tiene poder electoral, solo un puñado de personas, menos de 9.000, están facultadas para elegir los destinos del país. El pueblo está cansado de Páez y de sus títeres, y él lo sabe, así que decide adelantarse a los hechos y busca, en el partido opositor: Los Liberales, al candidato ideal para la presidencia, congraciándose con ellos y poder permanecer tranquilo cuatro años en la sombra, hilando y manipulando, hasta que el clamor popular, arrepentido, lo volviera a llevar a él, Páez, a la presidencia. Pero sin duda subestimó en demasía a su postulado: José Tadeo Monagas.

Una vez electo el nuevo presidente, José Antonio Páez y sus seguidores conservadores se dan cuenta que José Tadeo Monagas no es un hueso fácil de roer y buscan la manera de quitárselo de encima; enjuiciándolo en el Congreso por infracciones a la constitución. Los Conservadores saben que van a ganar, ya que tienen mayoría en las dos cámaras: la de Representantes (diputados) y la del Senado. “El enemigo público”, Monagas, tiene sus días contados.

José Tadeo Monagas
Autor: Martín Tovar y Tovar, 1858
Palacio Municipal de Caracas

Más allá de las luchas políticas entre los altos jerarcas gubernamentales, dos medios de comunicación también se enfrentan, cada uno defendiendo su punto de vista y el de sus lectores: Juan Vicente González con el periódico La Prensa, apoya a Los Conservadores, y Blas Bruzual  con su diario El Republicano, apoya a Los Liberales y al presidente. Es una guerra civil de opinión, cargada con frases de artillería y que en el momento de la verdad van a lograr el objetivo que buscaban.

El día, 24 de enero de 1848, las dos cámaras parlamentarias están reunidas y deliberando, mientras la masa popular se aglomera enaltecida en las afueras del Congreso Nacional, localizado en el antiguo convento de San Francisco. Ante la evidente inseguridad existente se propone trasladar la deliberación a Puerto Cabello, lo que atrasaría en varios días la destitución del presidente y le permitiría a éste salir inmune, así que se quedan en Caracas. Pero como medida de seguridad se conforma una guardia civil de 60 hombres.

Daguerrotipo del antiguo convento de San Francisco, en donde se
reunían las dos cámaras del Congreso: los diputados y los senadores.

El pueblo está expectante. En eso y como ya era costumbre, se presenta al recinto el secretario del Interior, el Dr. Sanabria, para entregar su mensaje anual al Congreso, y los senadores y diputados, muy nerviosos deciden, puertas adentro, tomarlo a él como rehén para utilizarlo como posible salvoconducto. Pero el hecho se filtra a la masa y entonces comienza el caos. Los Liberales logran entrar, no sin recibir bajas, cobrando caro la sangre derramada, matando ellos a su vez, a diestra y siniestra. Una vez finalizada la masacre y puesto los sobrevivientes a resguardo, llega el presidente José Tadeo Monagas y “pone orden” al caos, transformándose en el héroe del día. Está más que decir, que él fue el más beneficiado, llegándose incluso a pensar, que él estuvo detrás de toda la revuelta, alentando los disturbios; un autogolpe.

Con fuertes medidas de seguridad, al día siguiente se vuelven a reunir las dos cámaras, los sobrevivientes, algunos por voluntad propia, pero la mayoría, la opositora, bajo amenaza y amedrentamiento. La fuerza ejecutiva logró doblegar a la legislativa y ésta entregó, en éste acto, toda la soberanía que poseía a lo largo del siglo XIX, creando un peligroso precedente que se repetirá en los siglos siguientes: XX y XXI.

El Palacio de las Academias se alza en la antigua sede del
Convento de San Francisco, diseñado por Juan Hurtado Manrique
y construido por orden de Antonio Guzmán Blanco en 1876.

“Asesinó al Congreso” según palabras de Páez, que de inmediato se alza en armas, pero pronto es derrotado y se ve obligado a exiliarse, una de tantas veces a lo largo de la dinastía de los Monagas: José Tadeo y José Gregorio, que durará un poco más de una década y pasará a la historia como el “Monagato” y, éste último, excepto por la liberación de los esclavos, fue considerado por más de un siglo y medio, el presidente más impopular de Venezuela, sólo superado recientemente.

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

 

             

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