El rey
Neobabilónico, Nabucodonosor II “El
Grande”, ha sido a lo largo de la historia un personaje de fama dual, amado y
admirado por unos y odiado por todos los demás. Sólo ahora, en que la historia
y los historiadores intentan ser más objetivos, es que se ha depurado la
verdadera imagen de éste hombre que gobernó a su pueblo por 43 años, en el siglo
VI a.C., en el territorio que hoy comprende Iraq, y que se labró, con mucho
esfuerzo, un lugar destacado en la historia.
Nabucodonosor II el Grande fue un excelente guerrero y conquistador, además de un avocado constructor. |
No hacía mucho
tiempo que el indomable imperio asirio, que dominaba con mano de hierro toda
Mesopotamia y gran parte de los territorios circundantes, en la cúspide de su
grandeza, cayó inexorable con la muerte de su rey Asurbanipal y la destrucción
de su fastuosa ciudad Nínive a manos del general babilonio Nabopolasar, padre
de Nabucodonosor II.
La conquista de un
imperio no es garantía de éxito con los vecinos, que también van a aprovechar
esa caída para levantarse y conquistar. El primer punto en la agenda del nuevo
rey, Nabopolasar, era la de afianzar los territorios antes bajo el dominio
asirio y asegurarse el pago de tributos, básico en la estructura burocrática de
cualquier reino. Sus enemigos tradicionales eran los egipcios y los medos. Para
consolidar los planes de expansión hay que buscar aliados y casa a su hijo
mayor, Nabucodonosor II con la hija
del rey medo Ciáxares y consolida una alianza y técnicamente se quita a un
enemigo de encima. Su objetivo ahora estaba al oeste, hacia las ciudades
costeras del Mar Mediterráneo, territorio que habían recuperado los egipcios a
los ahora inexistentes asirios, entre los que se encuentran los reinos
tributarios de Siria, Judá e Israel.
Máxima expansión de Territorio bajo el dominio de Nabucodonosor II. |
Transcurre el año
605 a.C. y Nabucodonosor II va a la
guerra y triunfa en la batalla de
Karkemish, derrotando al faraón egipcio Necao II, que debe de retirarse, pero
no sin ir haciendo sus respectivas negociaciones a futuro con los reinos a su
paso, entre ellos el de Judá. Ahora el objetivo del príncipe babilónico es
Egipto, pero se entera que su padre, Nabopolasar, acaba de morir y debe de
regresar para ser coronado rey. La expansión es detenida pero no olvidada.
Transcurrido el
tiempo, con nuevos ímpetus, regresa para consolidar su anhelada conquista pero
se encuentra con constantes rebeliones en sus reinos tributarios, que lo
distraen de su objetivo primordial. Conquista e intenta amedrentar, exiliando
al rey de Judá, Jecomías a Babilonia y dejando en su lugar a un rey “sumiso”,
Joaquín, pero éste se rebela también y debe de ser deportado, colocando ahora en su lugar a
Sedecías, quien a su vez se rebela. A lo largo del tiempo el rey Nabucodonosor II había sido más que
paciente, pero como dicen, “la tercera es la vencida”, entonces rodea a la ciudad
de Jerusalén con su ejército, aislándola, sitio que habrá de durar tres años,
hasta que el hambre, las epidemias y la muerte vencen a una urbe acabada.
Los babilonios
nunca fueron un imperio colonialista, así que en vez de masacrar a la población
y colocar a otro pueblo en el espacio vacío, como era la costumbre, Nabucodonosor II decide en cambio, exiliar
a la mayoría de los pobladores: altos jerarcas, sacerdotes, intelectuales y
artesanos, a su ciudad capital de Babilonia, dejando atrás a los pobres y
desposeídos. Esta deportación masiva se conoce como el Exilio Babilónico o La Gran Diáspora.
Miles de judíos son obligados a trasladarse a la ciudad de Babilonia, el evento va a ser conocido como La Gran Diáspora. |
A toda ésta masa de
personas, más de diez mil, Nabucodonosor
II las trató con la más alta reverencia, en donde muchos de éstos exiliados
incluso llegan a ocupar cargos de jerarquía en su gran ciudad Babilonia.
Entonces, ¿porqué éste venerado rey es tan odiado por muchos?, en especial por
los judíos. La razón básica fue que él ordenó la destrucción, hasta los
cimientos, del Primer Templo de Jerusalén, construido durante el reinado de
Salomón cuatrocientos años atrás.
Eso fue algo que
los judíos nunca pudieron perdonar. Irónico, en el año 70 de nuestra era los
romanos también destruyeron el templo, el segundo, y el resentimiento en contra
de ellos no es tan grande como el que se le tiene a Nabucodonosor II.
La destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 por los romanos para sofocar las "Revueltas Judías". |
Una vez afianzada la conquista territorial, Nabucodonosor II se dedicó a la reconstrucción de su ciudad, queriendo convertirla en una maravilla del Mundo: el Panteón de sus dioses, la triple muralla, el zigurat (
Ya lo había
predicado el profeta Jeremías “el enemigo del norte (Nabucodonosor
II) no es más que un instrumento de la cólera de Dios, debido a la maldad
en los corazones de mí pueblo.”
Ese exilio forzado
terminó beneficiando al pueblo hebreo, que tuvo la experiencia de ver
de primera mano, una de las principales potencias de la época, desde su corazón
y afianzó a la vez su fe religiosa, que al verse amenazada por la mimetización
de muchos miembros de la comunidad con pobladores locales, obligando entonces a
los sacerdotes a escribir la Torah,
como último recurso, para preservar la pureza de sus creencias.
Escrito por Jorge
Lucas Alvarez Girardi
Esta confirmado señor giraldi que la soberbia de los hombres puede en ocaciones causar muchos daños a la humanidad y no solo eso, sino que el propio nabucodonosor fue castigado por DIOS con 7 años de demencia, apartado de la sociedad, cosechando asi lo que habia cenbrado negativamente para su propia destrucción.
ResponderEliminarGracias a usted señor giraldi por aportar a la sociedad este material con tanta calidad y veracidad en sus escritos.