La vestimenta de los templarios era una túnica blanca con una cruz roja y estuvieron siempre muy ligados a la Orden de los Monjes Cistercienses. |
Muchos de los
voluntarios fueros hombres con sed de aventuras y riquezas, pero no era
suficiente, el papa, Urbano II, a quien le interesaba expandir el poder de La
Iglesia Católica, a Oriente, más allá del Imperio Bizantino, tuvo que dar un
salvoconducto a todos los convictos que se ofrecieran de manera voluntaria, e
indulgencias plenarias a los demás. Algunos de los que fueron si estaban
motivados por la fe y estaban dispuestos a sacrificar sus vidas en nombre de
Jesucristo.
En la Primera Cruzada, la mayoría de los participantes fueron entusiastas del reino de Francia y del Sacro Imperio Romano. Convocada por Pedro el Ermitaño y aprobada por el papa Urbano II. |
La Primera Cruzada
comienza en el año 1096 y tiene un éxito relativo, permitiendo tomar el control
de algunas ciudades en el Medio Oriente y el premio más deseado: Jerusalén, territorio que
quedó en manos de Balduino II.
Los primeros
Templarios no lucharon en batalla alguna, ellos fueron a Tierra Santa años
después, en 1118, con la excusa de proteger los caminos de los peregrinos, de
maleantes de carretera, quienes seguramente eran ex soldados, que no lograron
satisfacer sus ansias económicas. Estos nueve caballeros, al mando de Hugo de Payns,
al llegar a Jerusalén, se ponen de inmediato a las órdenes del rey Balduino II,
quien le otorga derechos y cuartel, en el área del Monte de Moira (la Explanada
de las Mezquitas), y estando allá, cambiaron de pronto, su objetivo inicial,
transformándose, por nueve años, en aprendices de arqueólogos, en busca de
reliquias bajo las ruinas del Templo de Salomón, bajo el mismísimo corazón de la
Cúpula de la Roca ,
ahora en poder cristiano, razón por la cual, el nombre por el que se conocen
es: La Orden de los Pobres Caballeros de
Cristo y del Templo de Salomón, mejor conocidos como los Templarios, y “pobres
caballeros” no lo fueron por mucho tiempo.
El rey Balduino II le otorga a Hugo de Paynes y a sus hombres, los derechos en toda el área de la Explanada de las Mezquitas, donde una vez estuvo el Templo del Rey Salomón. |
Sin duda, muchas
cosas de valor deben de haber encontrado, cosas que podían comprometer la misma
integridad de La Iglesia Católica, una iglesia con una inmensa paranoia. Una vez
finalizada su labor, deciden regresar y consolidar su institucionalidad, ser
reconocidos como una orden caballeresca y así poder reclutar a jóvenes de
descendencia noble para su ilustre causa, razón por la que se dirigen a Roma
para entrevistarse con el papa Honorio II.
Sello de los Templarios en donde, en vista de su pobreza inicial, se representaba a dos caballeros montando un mismo caballo. En el adverso aparece el Templo de Salomón, de donde les viene su nombre. |
El rey Balduino II, le escribe una carta al abad Bernardo de Clairvaux, para que prepare la
antesala a favor de estos nueve soldados y exponga ante el papa las virtudes, de convertir a éstos hombres, en orden religiosa caballeresca. Bernardo, con tan solo 28 años de
edad ya es uno de los hombres más influyentes de su época, y lo será aún más,
incluso, a su muerte, será santificado. Él, fue la gran inspiración en el
crecimiento de las abadías cistercienses a lo largo del siglo XII, en donde se
aplicaba, de manera estricta, La Regla impuesta por
San Benito, siglos atrás, quien exigía a los monjes rezar y trabajar, “Ora et
Labora”, y gracias a eso, entre otras cosas, se esparció la agricultura por
toda la Europa
feudal.
El abad Bernardo de Clairvaux, el hombre más influyente en Europa en el siglo XII. |
El papa Honorio II
convoca El Concilio de Troyes, que se
realiza en Francia en el año 1128 y reúne a una gran cantidad de representantes
de la iglesia, entre ellos, en vista de la ausencia del pontífice, a un
representante papal. Uno de los puntos en la agenda, y el que en particular nos
interesa, era la ratificación de los templarios como orden caballeresca. Esa
loable labor, recayó en Bernardo de Clairvaux, quien de manera brillante, expuso
la necesidad de poseer una fuerza militar en la que sus miembros llevaran una
vida monacal, teniendo en cuenta, que para ésta época, ningún reino, ni
siquiera la Iglesia, cuenta con un ejército propio, éstos se convocan cuando se
presenta la necesidad.
Tras varias semanas
de deliberaciones, los templarios se aprueban como Orden y un mundo de
posibilidades se les abre frente a ellos, convirtiéndolos, en muy poco tiempo
en la institución más poderosa de toda Europa, por encima de reyes, emperadores
y papas.
El Gran Maestre Hugo de Paynes. Autor: Henri Lehmann Palacio de Versalles, París. |
Pero ¿quién era
Hugo de Payns? Para empezar, era familia del abad Bernardo de Clairvaux, al que
unos años antes de partir a Tierra Santa, le había obsequiado tierras para la
construcción de una de sus abadías. Fue un hombre ambicioso, en busca de
reliquias religiosas, para comprar su ascenso jerárquico y terminó inmortalizándose;
al parecer encontró mucho más de lo que buscaba, algunos historiadores, incluso
especulan, que encontró el Santo Grial o más bien, el secreto que éste
representa: la descendencia directa de Jesús a través de su esposa María
Magdalena, o quién sabe, tal vez algún otro secreto que comprometería la
integridad de La Iglesia
Católica, y por eso les fue otorgado, sin merecérselo, todo lo que desearon. No
hay duda, que si se transformó en una orden militar monástica, al servicio de
la Iglesia y de reyes y de emperadores, y a veces de los peregrinos en su ruta
a Tierra Santa, prestando una valiosa ayuda, a todos los que la necesitaban, a
cambio de un precio justo, pero esa es otra historia.
Escrito por Jorge
Lucas Alvarez Girardi
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