Carlomagno fue para la Edad Media
igual que Lorenzo de Médici para el Renacimiento.
Europa Occidental se va a
sumergir, desde el siglo V, en una época que nosotros llamamos el oscurantismo
medieval, un período que se extiende desde la caída del Imperio Romano a causa
de la mediocridad de sus gobernantes, quienes no supieron lidiar con las tribus
invasoras de oriente, hasta el fin de la Guerra de los Cien Años, a mediados
del siglo XV, fecha en la que también se “inventa” la imprenta y se difunde la
cultura a niveles inimaginados: en sí, mil años.
Mapa en el que se identifican a las distintas tribus que invadieron a Europa, desplazaron a los pobladores y eventualmente conformaron a los países actuales. |
Pero a decir verdad no fue tan
oscuro, no en todos lados y menos, todo el tiempo. En la Edad Media hubo
momentos de gran iluminismo y desarrollo técnico, repleta de mentes brillantes
que destacaron e influenciaron a su entorno, aunque, en la mayoría de los
casos, sin el apoyo de sus gobernantes, quienes estaban más preocupados en sus mezquinas
ambiciones territoriales que en apoyar el desarrollo del intelecto humano.
Pero hubo un hombre, hijo del rey
Pipino el Breve, rey de los francos, y su esposa Bertrada de Laon: Carlomagno,
que al heredar el reino de su padre, se habrá de transformar, no sólo en un
excelente estratega militar, quien consolidó y expandió su territorio de
Neustria, área en el norte occidental de la actual Francia, con un área
aproximada de 160.000 Km2, a un imperio de alrededor de 1.100.000 Km2, que
incluye hoy en día parte del norte de España, toda Francia, Bélgica, Holanda,
Luxemburgo, Austria, Suiza y parte de Alemania, Italia, Croacia, Eslovenia,
Serbia, República Checa y Hungría. Cristianiza a los sajones en el norte, no
con sermones, sino con el terror de la espada y también neutraliza las
querellas entre los nobles romanos y el papa, quien, en un acto de agradecimiento
estratégico, lo nombra emperador de Occidente.
El área resaltada es el reino de Neustria, la herencia de Carlomagno. |
Mapa del territorio conquistado por Carlomagno. |
Cualquier gobernante se hubiese
sentido más que satisfecho, muchos por menos, y con serenidad habría disfrutado
banalmente de sus éxitos, pero Carlomagno no. Él, como ningún rey, valoró más
la importancia del conocimiento y la difusión de éste, en beneficio del
presente, sino lo que eso podría representar también para el futuro.
Vitral del rostro de Carlomagno realizado en el siglo XV en la Catedral de Moulins, Francia. |
Está por finalizar el siglo VIII y
la trasmisión usual de la información, la sabiduría y el aprendizaje, se hereda
por experiencia directa en la labor que se realiza: un albañil aprende de su
maestro constructor, al igual que el orfebre, el carpintero, el talabartero,
etc., es un adiestramiento directo, por lo general difundido de padre a hijo, a
diferencia de hoy, en la que cualquiera puede especializarse en lo que desea,
porque existen las universidades y sobre todo, la información escrita, pero en
ésta época, los libros son tesoros celosamente acaparados, por lo general en
las abadías, por monjes desconfiados , que ven en la difusión del conocimiento
una amenaza a las creencias religiosas, razón por la cual, la ocultan, incluso
de ellos mismos. Si a esto le sumamos, que la variedad de manuscritos es muy
limitada y escasa, en donde la biblioteca más grande del momento, la abadía de
San Galo, en Suiza, tiene tan sólo 36 volúmenes.
Y la mayoría de éstos libros
están escritos en latín y son ellos, los monjes, los únicos entrenados para
entender éste idioma, ya incluso para estos tiempos, muerto, pero para el resto
de los pobladores, es una lengua elitista, ancestral, alejada de los nuevos dialectos,
que poco a poco se popularizan más y se han de transformar en los idiomas
nacionales, pero en éste momento, son consideradas por los intelectuales, leguajes
vulgares, por ser las que utiliza el vulgo o pueblo y aun no son un lenguaje
escrito: francés, español, inglés, alemán…, por eso casi nadie sabe leer o
escribir y los que saben, no tienen libros para hacerlo.
El tiempo promedio para la elaboración de un libro, desde la preparación del papel, el copiar el texto y realizar las iluminaciones, es de dos años. |
Entonces Carlomagno promulga una
ley inusual y polémica, obligando a todos los monasterios bajo su jurisdicción,
intercambiar sus índices temáticos para aumentar el número de copias existentes
entre ellos mismos y proveer los manuscritos especializados que necesitan los
nuevos centros de difusión que él está creando y los monjes, como único recurso
para cumplir los deseos de su emperador, deben de masificar la producción,
utilizando cada vez, a más copistas y traductores; toda una industria, casi una
competencia, en la que se busca los mejores intelectuales e iluministas del
momento para formar filas en una u otra orden religiosa y, como es usual entre
los seres humanos, destacar sobre todos los demás. A ese período de tiempo se le acuñó el nombre de Renacimiento
Carolíngio, en honor a Carlomagno.
Carlomagno, en su palacio de Aquisgrán, recibe de Alcuino de York unos manuscritos. Autor: Jean-Víctor Schnetz, 1830 Museo del Louvre |
La educación en todo el territorio
imperial fue incentivada ya que se necesitaban muchas personas preparadas que
pudiesen ejercer los cargos burocráticos de cada diócesis, provincia, feudo y
el reino en general, que unificara criterios culturales, en tan variada geografía, por lo que encontró en Inglaterra la solución a su problema: Alcuino de York, quien lo asistió en
la gran reforma educativa, estandarizándose los curriculum de los distintos
tipos de escuelas: monacales bajo la
responsabilidad de los monasterios; catedrales
en los obispados; y palatinas en las
cortes. Este concepto, unos siglos más adelante, se transformaran en las
universidades.
Ilustración de una universidad medieval, en donde se imparte cátedra, pero es de notar que siempre hay uno no interesado. |
Alcuino de York define que las
materias a ser impartidas en todos estos centros de estudios deben de ser las
Siete Artes Liberales: el Trivium que
consta de: gramática, retórica y lógica; y el
Cuadrivium que está conformado por: geometría, aritmética, música y
astronomía, en sí la educación clásica impartida durante el Imperio Romano.
Alcuino de York y Rabano Mauro entregan una obra a Otgar de Maguncia. Ilustración de un manuscrito en el Monasterio de Fulga. |
Tal fue el impacto que el Renacimiento Carolingio ejerció en
Europa, que fue la base de la educación a futuro: las universidades y gracias a
éstas, el desarrollo intelectual artístico, filosófico y científico, que se fue adaptando a las necesidades de su época, pero lastimosamente, no todos los gobernantes posteriores, tenían su misma visión,
ni su mismo ímpetu, pero la semilla ya estaba sembrada y los eruditos
individuales continuaron apareciendo y la cultura, aunque cuesta arriba, se
desarrolló.
Escrito por Jorge Lucas Alvarez
Girardi
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