En el marco de La Guerra de los Cien Años, entre Francia e
Inglaterra y luego de una pausa de 25 años, en las que ambos países no se
enfrentaron directamente en batalla, el Rey de Inglaterra, Enrique V, vio en la
lucha armada contra su enemigo común y extranjero, la solución a los problemas
internos. El despertar nacionalista y la posibilidad de conquistar nuevos
territorios y su botín de guerra, sobre todo éste último, generó el apoyo que
Enrique V necesitaba para su campaña.
En La Guerra de los Cien Años, que enfrenta a los reyes de Francia e Inglaterra, del momento, Carlos VI y Enrique V. |
La
Guerra de los Cien Años, que en realidad duró 116, comenzó debido a las
pretensiones del rey inglés, Eduardo III, sobre la corona francesa, la cual le
pertenecía por herencia adquirida a través de Isabel, su madre, mejor conocida
como La Loba de Francia, quien era hermana de Carlos IV, el último descendiente
varón de la Dinastía de los Capetos, quien muere sin descendencia en 1328. La
razón por la cual se acoge Francia a no otorgarle la corona a Eduardo III, sino
a su primo Felipe VI Valois, es la Ley Sálica.
Este conjunto de leyes, Lex
Salica, fue promulgado a principios del siglo VI por el primer rey de
Francia, Codoveo I, quien ordena recopilar un código legislativo que le permita
gobernar a un conjunto de tribus francas, muchas, rivales entre sí, a la caída
del todopoderoso Imperio Romano. En uno de sus apartados hacía referencia a que
ninguna mujer podía heredar el reino de los francos, ni su descendencia, aunque
éste fuera varón, o al menos eso fue lo que le hicieron creer a la corte y a la
nobleza. En realidad fue una manipulación que se le realizó a la Ley en 1316,
por el futuro rey Felipe V, para evitar que su sobrina, Juana de Navarra
subiera al trono, en vez de él. Esa maniobra le va a causar a Francia, si aun
saberlo, décadas de sufrimiento, miseria y dolor, no siendo la primera vez que
se manipula un documento antiguo para el beneficio inmediatos de unos, ni será
la última.
Eduardo III de Inglaterra, a través de su madre Isabel,
tiene sangre Capeto y es el legítimo rey de Francia, pero ésta va a ser traspasada
a su primo en vez de a él, aprovechando que el reino inglés, no sólo es una isla,
el es menor de edad y que su reino está enfrascado en una especie de guerra
civil, en la que los barones del reino rivalizan entre sí a consecuencia del desastroso
reinado de su padre Eduardo II Plantagenet. Una vez consolidado su poder,
Eduardo III voltea a Francia y tras los fracasos diplomáticos por su herencia,
lanza un ataque en 1337, dándose inicio a La
Guerra de los Cien Años.
Gran Sello Real del rey Eduardo III de Inglaterra. |
Por años la guerra estuvo constituida
mayormente por pequeñas victorias inglesas: Sluys en 1340, Crecy en 1346 y
Poitiers en 1356, generándose una tregua conocida como la “paz de Brétigny”.
Pero bajo el reinado de Carlos V de Francia, 1380, los ingleses pierden casi
todas sus plazas ganadas en batalla en territorio francés, quedándose sólo con
cuatro. Ante éste revés y a riesgo de perderlo todo, se firma otra tregua de
paz que duraría años hasta que fuera rota por Enrique V de Inglaterra, en 1415,
al ver que su intento de resolver los conflictos con Francia de manera
diplomática, no tendrían efecto. Zarpa en agosto rumbo a Francia con un
contingente de soldados y sirvientes de aproximadamente 12.000 hombres.
Enrique V, implantó una severa disciplina a
sus hombres, donde, a costa de sus propias vidas se les prohibía violar y robar
a cualquier habitante francés, dando por finalizada una costumbre militar ancestral
conocida como chevauchée o
cabalgada, en la que el ejército invasor, arrasaba los pueblos, matando y
destruyendo, obligando a su enemigo a entablar batalla. El está convencido
en lograr sus objetivos y no desea que el pueblo, los campesinos, lo odien o
resientan.
El 22 de septiembre se apoderó de la ciudad
portuaria de Harfleur, luego de cinco días de sitio. Las lluvias constantes
obstaculizaron su marcha y agotaron a las tropas inglesas que se vieron
mermadas por el hambre y la enfermedad. El ejército francés, conglomerado, se
tornaba en una amenaza creciente y Enrique V, decidió retornar al puerto de
Caláis, con el fin de recuperar fuerzas y salud, recibir refuerzos y reanudar
la campaña en Francia.
Pero el 15 de Octubre, el ejército francés decidió
arrinconar a los ingleses cerca del poblado de Agincourt y la batalla fue inevitable.
El contingente inglés estaba conformado mayoritariamente por arqueros y el
francés, 10 veces mayor, se componía de caballería pesada y soldados a píe.
Cuadro pintado en el siglo XIX por John Gilbert, en donde la caballería francesa, ansiosa, se precipita sobre el pequeño ejército inglés en La Batalla de Agincourt. |
El valor de Enrique V de Inglaterra, descrito por William
Shakespeare, era enorme e inspiró a sus maltrechos hombres.
Los franceses estaban comandados por Carlos d´Albret y un
gran grupo de nobles que vieron en esa batalla la oportunidad de hacerse de gloria.
Su estrategia era defenderse del ataque inglés y destruirlos. Pero los jinetes
franceses se sintieron ansiosos e inspirados por la ausencia de caballería por
la parte inglesa y en vista del reducido número de hombres con la cual contaba
Enrique V, decidieron lanzarse a la batalla. El pantano les dificultó el
movimiento y fueron presa fácil de los certeros arcos ingleses. Las perdidas
francesas fueron asombrosas, aproximadamente 6.000 soldados murieron durante el
combate, entre ellos D´Albret, además de duques, condes y otros 500 miembros de
la nobleza. Los ingleses perdieron menos de 200 hombres. La victoria inglesa no
fue a causa del valor de sus hombres, sino más bien a la estupidez del ejército
francés.
La aplastante victoria de los ingleses en la Batalla de Agincout, reabre las puertas al reclamo de Enrique V al trono francés. |
Finalizada la batalla, Enrique V regresa triunfante a
Inglaterra, para retornar nuevamente en 1417 con la firme intención de
conquistar toda Francia. No se gestaron batallas de relevancia y en 1420 el rey
inglés marchó a París y le exigió a Carlos VI, el Demente, rey de Francia, a su
hija Catalina en matrimonio, mediante el Tratado
de Troyes, en el que el hijo de ambos sería considerado rey de Inglaterra y
Francia, desheredando de este modo a su propio hijo, el Delfín Carlos, futuro
rey Carlos VII de Francia, gracias a las valerosas hazañas de Juana de Arco en
1429.
Con la firma del Tratado de Troyes, en la que se estipulaba que el hijo de Enrique V y Catalina de Valois, hija del rey francés, Carlos VI el Demente, heredaría el trono de Inglaterra y Francia. |
La Batalla de Agincourt le
generó respeto a Enrique V en Inglaterra y mientras vivió, ningún otro noble en
su país se le opuso. A la muerte de éste, acaecida en 1422, su hijo, Enrique
VI, de un año de edad, nunca fue considerado por los franceses como su rey,
aunque los ingleses a partir de esa fecha se hicieron tildar como reyes de
Inglaterra y Francia, hasta principios del siglo XIX, tal cual se aprecia en el
escudo heráldico de Inglaterra de ese entonces.
En el escudo central se aprecian Las Flores de Lis, que representa a Francia y los tres leones a Inglaterra. |
Dos películas de importancia se han hecho en referencia a Enrique V y La Batalla de Agincourt, la primera, protagonizada por el legendario Lawrence Olivier en 1944 y la segunda, dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh, filmada en 1989.
Trailer (en inglés) de la película Enrique V (1989)
Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi
No hay comentarios:
Publicar un comentario