Los grandes avances
en la medicina por lo general se dan en la continuación de las investigaciones
realizadas por otros, un toque de genialidad, esfuerzo, mucho estudio y a veces
suerte. Esta fórmula no iba a ser diferente en el trabajo de Frederick Banting.
Muchos médicos investigadores se obsesionan con un tema en particular, cuando
alguna persona querida en su entorno lo sufre y padece, entonces enfocan su
lucha titánica en conseguir una cura, un alivio, pero en el caso de la diabetes,
éste no era un mal que estuviese en el círculo íntimo de Banting, más sí de su
interés.
Frederick Banting |
Para el momento en
que se comienza a involucrar en lo que será su destino, Banting cuenta con tan
sólo 30 años de edad, acaba de finalizar, ese mismo año, 1922, su doctorado y da charlas de farmacología en La
Universidad de Toronto, Canadá.
Previo a él, tan sólo un puñado de médicos, entre ellos Schafer, habían logrado modestos avances en la identificación de la causa de la diabetes, la falta de una
hormona proteica, a la que se le da el nombre de insulina, que se
produce o se debería de producir en los islotes de Langerhans ubicados en
el páncreas y es la encargada de regular los niveles de glucosa en la sangre.
Estructura de la insulina |
Los primeros
intentos para complementar la falta de ésta hormona, era dándole de comer a
los pacientes páncreas fresco o derivados de éste, pero la insulina era siempre
destruida en el proceso digestivo por una enzima proteolítica: la tripsina, razón por la cual, se debía de buscar una manera de aislar a la hormona, protegiéndola y dosificarla de otra forma.
Banting un día se cruzó con un artículo de Moses Baron en la que se describía
una serie de experimentos en los que se lograba mantener intactos a los islotes de Langerhans, ocurriéndosele entonces la idea a Banting, de bloquear los conductos que segregan la tripsina, evitando así la
destrucción de la insulina y pudiéndola extraer pura, para ser dosificada en los
pacientes. Suena sencillo, pero en nada lo fue.
Banting y Best en el laboratorio de La Universidad de Toronto. |
A falta de
instalaciones adecuadas, Banting buscó el apoyo del doctor J.J.R. Macleod, quien le presta sus instalaciones durante sus las vacaciones de verano, en La Universidad de Toronto
y le consigue dos posibles candidatos para que lo asistan, entonces Banting, lanza
una moneda al aire y él que gana es Charles Best, 22, estudiante, que recién
acababa de finalizar bioquímica y por esas cosas de la vida, resultó "estar en
el lugar adecuado, en el momento adecuado", y quién nunca se imaginó, que lo que
se suponía iba a ser un trabajo de verano, lo va a inmortalizar y definirle casi todo el camino de su vida.
De inmediato comienzan
a experimentar con perros, a los que se les extraían el páncreas para analizar
los efectos. Best estaba encargado de monitorear los niveles en la sangre a lo largo de todo el
proceso. Los perros secretaban altos niveles de azúcar por la orina, estaban
sedientos, se degeneraban cayendo en coma y morían. Lo mismo les sucedía a los
humanos. Entonces es cuando Banting, comienza aislar los islotes de Langerhans, atando los ductos del páncreas, atrofiándose
el área que secreta la enzima y evitando así, que la tripsina destruyera a la hormona. Una vez
extraída la insulina se les inyectaba a los perros enfermos y estos se recuperaban
casi de inmediato, bajándoles los niveles de azúcar en la sangre.
Los resultados eran
muy prometedores y escriben juntos un artículo que va a ser publicado y con el
que se van a dar a conocer en todo el mundo, pero antes de eso, deciden probar el
experimento, en un ser humano, algo riesgoso y polémico, razón por la cual
toman la decisión de probarlo ellos mismos, para estar seguros. Escogen entonces
a un joven desahuciado, Leonard Thompson de 14 años, quien una vez inyectado
con la insulina, comienza a mejorar hasta que se recupera por completo… ¡éxito!
Leonard Thompson antes y después de la vacunación. |
La producción de la
insulina se masifica y pronto cientos de pacientes estaban siendo tratados con
éste maravilloso descubrimiento.
Al año siguiente, en 1923, el comité para la nominación y entrega de los Premios Nobel en Medicina, le otorgan el reconocimiento a Frederick
Banting y a J.J.R. Macleod, pero dejan por fuera a Charles Best.
Banting se enfurece
y desmerita la labor de Macleod, comunicando, que éste último sólo prestó la
instalaciones y que la carga y el esfuerzo real fue de su asistente, Charles Best, pero para
ese entonces Best aun no poseía un diploma, razón por la que no fue
considerado, y ante la impotencia, Banting decide compartir el reconocimiento
con su colaborador y le da la mitad del efectivo.
Escrito por Jorge
Lucas Alvarez Girardi
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