lunes, 2 de diciembre de 2013

La adaptación de los símbolos


Los símbolos, muchos de ellos, son tan cotidianos, para el mundo entero, que a simple vista y sin mucho reflexionar, entendemos lo que pretenden transmitir. Son pictogramas que representan una idea, un concepto, enfocados, en un principio, en un entorno local, geográficamente definido, como un código particular e íntimo, que con el tiempo, se popularizó, hasta convertirse en algo común, tergiversándose, en algunas oportunidades, su significancia original.

Es usual y damos por sentado, que el significado de algo representado, es y siempre ha sido igual, sin variantes, con algunas posibles modificaciones, pero con la misma interpretación. ¡Qué errado estamos¡ si pensamos que eso es así, y a continuación pongo algunos ejemplos que demuestran lo contrario.

Desde hace siglos la cruz representa a Cristo o al cristianismo en sus distintas manifestaciones: catolicismo, cristianismo ortodoxo, copto, etc., pero en la antigüedad, hace unos 1500 años, si un devoto de Jesús hubiese visto una cruz, la interpretaría cómo el método en que murió, pero nunca cómo su representación. El símbolo utilizado era el de dos círculos concéntricos, siendo el externo Dios y el interno el Hijo de Dios, como aparece representado en algunas inscripciones en las catacumbas de Domitila y san Calixto en Roma.

El círculo siempre ha estado relacionado con el sol, y éste
con la mayoría de los dioses principales de casi todas las
culturas, por eso se le representa, en síntesis, como Dios, y
el círculo interno, como el hijo de Dios: Cristo.

El cambio se comenzó a dar, muy lentamente a partir del siglo III, sintetizando el nomina santa de Jesús, IHS, que incluía una cruz en el centro, representando su muerte.

El monograma representa: el santísimo nombre de
Jesús crucificado, tomándose luego tan sólo la cruz
que lo representa.

Escudo del papa actual: Francisco

Pero su adaptación principal, en la idiosincrasia de los cristianos, fue por la influencia de otros símbolos, en esa época, aun, contemporáneos y vigentes, que se adecuaron por sustitución, a la nueva religión, cómo lo fue el anj egipcio o cruz ansada, que representa el renacimiento del dios Osiris, a través de su hermana y esposa Isis, tras haber sido descuartizado por su hermano Set.

El anj, símbolo de la resurrección,
 identifica a su portador
como un ser divino.

La Iglesia cristiana copta de Egipto, Etiopía y Eritrea, adopta éste símbolo, que desde hace siglos, demarca al portador del anj como un dios, uno de muchos, a diferencia de los que no lo portan, y se lo apropia, con sutiles modificaciones, a su nueva visión religiosa monoteísta. Es bien sabido, que la sustitución progresiva de credos, ideas o conceptos, es más efectiva, si parte de algo preexistente y de allí se comienzan a introducir los cambios.

A partir del anj, la iglesia copta egipcia, toma su iconografía y
la adapta para diferenciarla y con los años la transforma,
manteniendo sus mismos elementos.

Otro símbolo que significa dos cosas totalmente distintas en cada hemisferio, es la cruz gamada o esvástica, originaria del hinduismo indio y adoptada por Adolfo Hitler, su procedencia iconográfica la podemos ubicar desde los inicios de la Civilización del Valle del Indo, al menos unos 4.000 años, y su significado más difundido es en honor a la diosa Laksmí, esposa de Visnú, deidad de la belleza y la buena fortuna.

En la representación de sus cuatro brazos,
portadores de la buena fortuna, se crea, la
síntesis de la esvástica.

La palabra esvástica (suastíka) proviene del sanscrito o lenguaje divino hindú, y su iconografía representa en síntesis, los buenos deseos o buenos augurios de la diosa Laksmí, en síntesis de su brazos, indiferentemente hacia adonde apunten, ya sea a la derecha o a la izquierda.

La costumbre es representarla a la entrada de las casas
para atraer los bienes que proporciona la diosa Laksmí.

A finales del siglo XIX, los occidentales la importaron a Europa como un modismo del bien, lo bueno y el éxito, pero de pronto la dejaron de usar, cuando Adolfo Hitler la adoptó en su diseño de la bandera nazi, y a pesar, que su significado, implícito, al menos de palabra, era la felicidad y la paz, no lo era su diatriba.

Postal inglesa de 1910.

Desde ese entonces, y hasta la actualidad, al menos por varios siglos o más, la esvástica va a representar, para los occidentales, la esencia del mal, el resentimiento, la intolerancia y el racismo genético y religioso, a diferencia de oriente, en la que permanecerá como una síntesis de la diosa de la buena fortuna: Laksmí.

La esvástica, símbolo del nazismo, como representación de la intolerancia.

De igual manera, pero ahora a la inversa, en oriente, más no en occidente, el monograma de La Compañía Británicade las Indias Orientales, representó, toda la esencia del mal, en la que sus portadores abusaron, en beneficio propio, del poder que se les otorgó para comercializar los bienes exóticos de esa parte del mundo, explotando, esclavizando e incluso matando, a su total discreción, sin la intervención del gobierno al que representaban: Gran Bretaña.

El monograma de la terrible Compañía Británica de las
Indias Orientales.

Desde hace ya un siglo, la universalidad de las comunicaciones, ha unificado criterios, en muchos de los símbolos que se utilizan hoy en día, algunos de origen abstracto, representan, de manera positiva y negativa a la vez, el vertiginoso avance técnico del ser humano: La Energía Nuclear. No sólo, en su concepto original, en la búsqueda del desarrollo médico y energético, sino, como arma de guerra, que por más de cincuenta años aterró a la humanidad, durante La Guerra fría, ante la amenaza, siempre inminente, de un enfrentamiento bélico nuclear, tras el desarrollo de la Bomba Atómica por el departamento secreto: Proyecto Manhattan.

El logo del Proyecto Manhattan representa
la liberación de la potencia de la energía atómica
generada por las Fuerzas Armadas Norteamericanas. 

De allí en adelante, la imagen representativa de la energía nuclear, readaptada en 1946, que es la que conocemos en la actualidad, perdió, desde hace algo más de dos décadas, el temor que sugería, de un posible ataque del enemigo, de lado y lado, para ser considerado, hoy día, beneficiosa, pero polémica, herramienta del bienestar colectivo.

Símbolo de la radioactividad, desarrollado en 1946.

Con el pasar de los años, ese tipo de energía va a ser eventualmente sustituida por otras menos contaminantes, lo malo es, que el residuo nuclear ya utilizado, continúa siendo radiactivo por unos 50.000 años más y, su almacenamiento, por más seguro que pueda ser hoy, en un par de milenios, podría estar al alcance de cualquiera, que por curiosidad, ingenuidad e ignorancia, la haría vulnerable y a riesgo de todos, y es, porque el logo actual, no significaría nada para esas personas, por desconocer, en ese entonces, su simbología. Razón por la cual, desde hace ya años, que se busca una nueva imagen, más figurativa, que represente el peligro que se corre.

Símbolo actual, mucho más figurativo, que representa
los peligros inminentes de la radioactividad.

En esencia, los símbolos, aun siendo hoy universales, con el tiempo se olvidan o se transforman, perdiéndose su significado original, para dar paso a otros, adaptados a una nueva realidad.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

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