jueves, 5 de diciembre de 2013

La leyenda de Guillermo Tell


Cada nación, crea o idealiza, en un momento dado de su historia, una anécdota que le sirva, el trasmitir un ideal y que le ayude a fomentar el concepto de unidad, muchas veces esa inspiración nacionalista, se termina convirtiendo en una “realidad” romántica.

El territorio que hoy conforman La Confederación Helvética, en el siglo XIII, estaba compuesta por un grupo de pequeños estados o cantones, que al no estar unidos entre sí, eran blanco fácil de las ambiciones extranjeras, entre ellas un grupo de familias feudales, que dominan distintas áreas: los condes de Saboya, de Valais y de Gruyere, por un lado y los reyes de las dinastías de los Hohenstaufen y de los Habsburgo por el otro. Todos intentando de aumentar su influencia a costa de los indefensos pobladores, como es costumbre.

Mapa acual de Suiza en la que están representados los 26 cantones
que la conforman.

Narra la leyenda, que un día de otoño, en el año 1278, Guillermo Tell, junto a su pequeño hijo, decide revelarse ante la humillante tradición, de tener que inclinarse, en señal de respeto, ante el sombrero del gobernante austriaco Hermann Gessler, en el centro de la plaza de su ciudad, Altdorf.

Guillermo Tell desafía a la autoridad extranjera, al no inclinarse, como
signo de sumisión y respeto, ante el sombrero del gobernador Gessler.
Mosaico en la fachada del Museo de Historia de Zürich.

Ante la actitud retadora de nuestro héroe, y para crear un precedente a la comunidad, Guillermo Tell es arrestado y de inmediato, condenado a muerte, pero por mera diversión (los tiranos siempre se sienten tener el derecho de divertirse de vez en cuando), Gessler le propone al humilde campesino, legendario por su puntería, salvar su vida, si lograba acertar con una flecha, una manzana sobre la cabeza de su hijo menor: Walter, a 80 pasos de distancia. Confiado de su destreza y por el deseo de vivir, Guillermo acepta, y ante la mirada expectante de los pobladores del condado cantonés de Uri, éste coloca la flecha en su ballesta, apunta y acierta con fría precisión.

Grabado realizado en 1554, en la que Guillermo Tell, con fría
presición, apunta a la manzana sobre la cabeza de su hijo.

El gobernador Gessler, maravillado, pero a la vez frustrado por la falta de emoción y sangre, nota, que el diestro arquero llevaba otra flecha en el cinto y le pregunta ¿cuál era la función de ésta? recibiendo la tajante respuesta de Guillermo Tell, que, en el supuesto caso de haber fallado, esa flecha estaba destinada al corazón del gobernador en persona. Gessler, humillado, decide apresarlo y condenarlo, pero ahora, de por vida, en el castillo de Küssnacht.

Ruinas del Castillo de Küssnacht.

En la ruta al castillo, que sería su prisión, se desata una tormenta mientras cruzaban el Lago de los Cuatro Cantones, y la embarcación en la cual viajaban está a punto de naufragar, pero Guillermo Tell logra tomar el control del barco y llevarlo a puerto seguro, salvando la vida de él de y los otros ocupantes, incluyendo al gobernador Gessler.

Foto satelital del Lago de los Cuatro Cantones, en la que
Guillermo Tell se logra escapar de sus captores, luego de
salvarlos de ahogarse en una tormenta.

Una vez en tierra, Guillermo logra escapar y tras organizar una emboscada, asesina al tirano, con la segunda flecha, en pleno corazón. Ahora, y por el momento libres de opresores foráneos, los pobladores de Uri, luego los de Schwyz y más tarde los de Unterwalden, forman La Liga Perpetua, en 1291, a la qué, con el pasar de los años, se adhieren otros poblados cantoneses, hasta lograrse, su independencia definitiva del dominio extranjero, en el año 1422, con la firma del Tratado de Basilea.

Juramento de Rütli
Autor: Johann Heinrich Füssli, 1780

Con el pasar de los años, éste mito creció y se arraigó en la mente de los pobladores, de la hoy, Confederación Helvética Suiza, e inspiró a los verdaderos héroes, que si se unieron, rebelándose y logrando al final la libertad del muy poderoso Sacro Imperio Germánico en manos de la dinastía de los Habsburgo.

En el siglo XVIII, un escritor llamado Egidio Tschudi, incluye, el mito de Guillermo Tell, en su obra: Crónicas Helvéticas y en el siglo XIX, el compositor italiano Joaquín Rossini estrena su fastuosa ópera Guillermo Tell, inspirada en el texto del escritor alemán Friedrich Schiller.

Overtura de Guillermo Tell, dirigido por Herbert von Karajan



No es la primera vez, en que el imaginario humano crea personajes solitarios, que por los avatares del destino, inspiran, con su arrojo, valentía y devoción, las voluntades de muchos con el fin de lograr un objetivo común, ante un opresor, cuya fuerza, sólo se puede desafiar mediante la unidad. Algunos de estos ejemplos del folclore popular además de Guillermo Tell son: el arquero escocés Gilpatrick; el inglés Guillermo de Cloudeslee; el noruego Toki; Robin Hood, el rey Arturo, Luke Skywalker, el tan esperado Mesías de los judíos y Jesús.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

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