viernes, 25 de octubre de 2013

La Compañía Británica de las Indias Orientales


La desobediencia civil pacífica de Mahatma Gandhi trajo sus frutos a largo plazo y con mucho esfuerzo en 1947, con la cual le es concedida la independencia a los indios, por parte del Reino Unido, dividiéndose estratégicamente el territorio, con el fin de evitar una guerra interreligiosa, fraccionándolo en áreas mayoritariamente pobladas por una u otra creencia, creándose varios países: los de mayoría musulmana, en Pakistán y Bangladesh; los hindúes en la India y los budista en Bután. Pero éste logro hubiese sido más difícil de conseguir, de no haberse dando, un siglo antes, una revuelta civil y militar, que sentó las bases de la estrepitosa caída de la asociación mercantil más grande que el Mundo haya visto hasta el momento: La Compañía Británica de las Indias Orientales.


Logo de la Compañía de las Indias Orientales.

Durante el reinado de Isabel I, en el siglo XVI, comenzó el expansionista inglés, y a partir de ese entonces,  hasta mediados del siglo XX, Gran Bretaña era conocida como “el imperio en donde nunca se pone el Sol”, llegando a poseer territorios en China, Australia, en el Continente africano y casi todo el norte de América y por supuesto controló a sus anchas la península hindú, todo eso gracias a una asociación mercantil, la Compañía Británica de las Indias Orientales, que desde sus modestos inicios en 1600, se le otorgó una licencia con el derecho de explotar comercialmente estas regiones, en especial la India.

Territorio en toda su extensión que estuvo dominado, a sus anchas, por
La Compañía Británica de las Indias Orientales.

Inglaterra necesitaba expandir su influencia comercial y para poder lograrlo debía inmiscuirse en áreas, para ese entonces, dominadas por otras potencias: Portugal y Los Países Bajos. Pero el territorio asiático, al norte del Océano Índico, era casi virgen, con gran atractivo en productos y materias primas: sal, índigo, seda, algodón, té, especies y nitrato de potasio, básico en la elaboración de la pólvora e incluso opio, para drogar y pacificar, ya que lo utilizaban como parte de pago a sus empleados.

El lucrativo comercio de las especies.

Por el control de la suma de todos estos bienes, bien valía la pena arriesgarse, incluso si se debía luchar por ellos, y La Compañía Británica de las Indias Orientales estaba dispuesta en hacerlo, enfrentándose a su gran rival: La Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que ya había desplazado a Portugal en la hegemonía mercantil de la zona, pero que aún estaba allí, así que el primer objetivo de los ingleses fue el de eliminar la competencia, comenzando con el más débil.

Banderas respectivas de las dos potencias comerciales en la zona:
La Compañía Británica de las Indias Orientales y La Compañía Holandesa de
las Indias Orientales.

La Batalla de Swally en 1612 fue un enfrentamiento naval, que tras la derrota portuguesa, le dio a Gran Bretaña la confianza del emperador mogol, Jahangir, quien le otorgó acceso, casi irrestricto a todos los puertos de la India.

Batalla de Swally, en la que la hegemonía portuguesa en la
zona se pierde para ser tomada por Gran Bretaña.

A lo largo del siglo XVII, los británicos consolidaron sus puertos y crearon industrias, pero, para no ser ellos vulnerables a los deseos de las otras potencias o de los piratas, el rey Carlos II les otorga el derecho de crear un ejército, con la potestad de consolidar alianzas, declarar la guerra y firmar tratados de paz, pero más aun, la autonomía para legislar, enjuiciar y condenar, en bien de la Compañía y por supuesto, de los intereses del Imperio Británico, quien estaba exento de inmiscuirse en las decisiones allá tomadas, por más escandalosas que fueran, y muchas veces lo  fueron.

Batalla tras batalla, la Compañía va incrementando su dominio territorial, deponiendo a los maharajás o transformándolos en aliados serviles, acervando sus vicios y perversiones, con las que luego amenaza en divulgar. Para consolidar los vastos dominios adquiridos, recluta a soldados de entre los nativos, los cipayos, principalmente musulmanes, alrededor de unos 200.000, pero quienes, desde hace tiempo han ido incrementando el resentimiento con sus empleadores británicos, tanto por razones militares, sociales y religiosas, al asegurarse, que ellos, no respetan sus creencias y tradiciones, por más absurdas que pudieran parecer a los occidentales, entre las que destacan: la conversión de muchos indios al cristianismo; el Sati o costumbre de las viudas a lanzarse a la pira crematoria de sus esposos recién fallecidos; el asesinato de las niñas en los estratos más bajos de la población, por carecer de dote matrimonial, amenazando en transformarse en una carga económica de por vida, costumbre que aun se mantiene.


El Sati es la costumbre que se esperaba de las viudas de
inmolarse junto al difunto esposo.

Pero, la peor, desde el punto de vista de los soldados nativos, que además fue la gota que derramó el vaso, su perdición y el principio del fin de la Compañía Británica de las Indias Orientales, generando La Rebelión de los Cipayos, a mediados del siglo XIX, fue el obligar a los soldados a adaptarse a los avances técnicos por encima de sus creencias y costumbres: el fusil de carga frontal, Enfield Modelo 1853.

Para la época se corría el rumor, que el empaque que contenía la pólvora para cargar al fusil, que se debía rasgar con los dientes, estaba untado de grasa animal, ya fuese de cerdo, cuyo consumo era ofensivo para los musulmanes o de vaca, prohibida por los hindúes. Los británicos siempre alegaron que los cartuchos no se elaboraban con grasa animal, pero el rumor persistió y se acentuó con la creencia popular de la profecía que alegaba que el “dominio extranjero sólo duraría cien años”, y ese año, 1857, se cumplía un centenario de la Batalla de Plassey, en la que, Robert Clive y sus casacas rojas, logran vencer a un ejército diez veces más grande que el propio, apropiándose de los territorios de Bengala Occidental y en consecuencia el dominio inexorable del resto de la península.

Cartuchos utilizados por el rifle Enfield, con la cantidad
exacta de pólvora, el cual se debía romper con los dientes.

La Rebelión de los Cipayos estalló, cerca de Calcuta, ante la negativa de los soldados en utilizar los polémicos cartuchos de pólvora, creando la indignación en la jerarquía militar británica y el enfrentamiento con un soldado nativo, Mangal Pandey, quien va a ser enjuiciado por conspirador y condenado a muerte, lográndose un efecto no esperado por los colonizadores… la rebelión generalizada, ahora en nombre de la libertad. 



En nombre de la rebelión, ambos bandos cometieron grandes abusos.

Durante más de un año, de mayo de 1857 a julio de 1858, ambos bandos van a cometer atrocidades, justificándose cada quien por sus actos, pero los indios, a falta de un liderazgo unificado, experiencia militar y artillería pesada, pierden la guerra, y en represalia, la fuerzas colonialistas, masacran a todos los que ellos consideraron fueron simpatizantes a la causa, generando un escándalo más allá de las fronteras y forzando al Parlamento Británico a desmantelar las prerrogativas de la Compañía, tomar posesión de sus activos, que ahora pasaban a manos del gobierno y en particular a la cabeza de la reina Victoria, que desde el año 1877 es coronada Emperatriz de la India.


Con la intención de crear un precedente, para evitar otra revuelta a futuro,
los ingleses ejecutaron a varios de los líderes cipayos, atándolos a la boca
de cañones y disparando, desmembrando sus cuerpos y evitando, según la
tradición hindú, que los cuerpos pudieran volver a reencarnar.

A pesar de haberse otorgado concesiones y más beneficios para la población, sólo unos cuantos son los beneficiados y la semilla del inconformismo ya estaba sembrada, transformándose esta revuelta, para los independentistas indios, como el punto de inflexión y el inicio de un proceso que duraría otros 90 años, aunque todo intento se reprimió brutalmente, hasta que apareció Mahatma Gandhi, proclamando su desobediencia civil pacífica, que chocaba con los intereses y metodologías de los más reaccionarios, que deseaban un ataque violento, certero e inmediato al imperio.

La famosa Marcha de la Sal en 1930 fue un golpe al orgullo británico, que procedió de inmediato al arresto de Gandhi, con la intención de aplacar otras reacciones, pero para su alivio, fue La Segunda Guerra Mundial la que frenó las ansias independentistas, por los momentos, en apoyo a la derrota de los enemigos comunes, principalmente Japón, a pesar que un gran contingente indio se utilizó para combatir a los alemanes.

Gandhi caminó 390 Kilómetros para cosechar sal, sin tener
que pagar impuestos, en abierta rebelión pacífica al Imperio
Británico. Miles lo imitaron hasta que fueron arrestados
para frenar la desobediencia civil.

Gran Bretaña captó con anticipación el movimiento mundial anti colonialista y se adelantó a los hechos, encaminándose a otorgarle a la India su independencia, cosa que no hizo Francia con sus colonias, enfrascándose en 15 años de guerras inútiles, para que al final, se viera forzada a dárselas.

El Reino Unido comenzó con la descolonización de sus
territorios, como un gesto de buena voluntad, después
del fin de La Segunda Guerra Mundial, con la intención
de no enfrascarse en otras guerras y mantener su influencia
en la zona.

El Reino Unido, al momento de otorgar la independencia a los indios, no deseaban un país fuerte y unido que pudiese desestabilizar las fuerzas de poder en el territorio y aprovechó las rivalidades religiosas: hindúes y musulmanes, para dividir el territorio: la India, Pakistán, Bangladesh y Bután. No fue una transición fácil y Mahatma Gandhi tuvo que recurrir, en varias oportunidades, a huelgas de hambre para calmar los ánimos; ninguno de los dos bandos deseaba ser los responsables de la muerte del gran líder. 

Gandhi en una de sus tantas huelgas de hambre para intentar
aplacar las diferencias entre sus partidarios. Aquí posando
al lado de Indira Gandhi, hija de Nehrú.

Mahatma Gandhi, un inadvertido abogado, sin don de oratoria, logró de manera pacífica, y con mucha perseverancia, lo que cientos de idealistas nunca habían logrado de manera violenta, transformándose en uno de los personajes de la historia más amados y admirados, quien fue asesinado en 1948, por un nacionalista hindú.



Gandhi en la rueca hilando algodón.

El modelo indio se ha convertido en un ejemplo, muy imitado, al menos en los últimos años, lográndose demostrar que la fuerza civil organizada puede ser más poderosa que las fuerzas militares.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi


4 comentarios:

  1. Muy bueno!
    A propósito de Gandhi, su libro de cabecera fue: Cual es mi fe de Tolstoi. https://archive.org/stream/LeonTolstoi-CualEsMiFe-LaIglesiaYElEstado#page/n14/mode/1up
    Un abrazo.

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  2. Muy bueno!
    A propósito de Gandhi, su libro de cabecera fue: Cual es mi fe de Tolstoi. https://archive.org/stream/LeonTolstoi-CualEsMiFe-LaIglesiaYElEstado#page/n14/mode/1up
    Un abrazo.

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  3. Ahora el tema está de plena actualidad por la miniserie Taboo con Tom Hardy contra la corona británica y la compañía.

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