jueves, 19 de junio de 2014

El Oro

 

Desde que el hombre ha tenido uso de razón ha estado fascinado por éste escaso metal que brilla como el Sol, no se oxida y a pesar de su consistencia y peso, es maleable, dúctil y fácil de trabajar, al punto que muchos, han sido y son, capaces de matar por obtenerlo.

Otra de sus características primordiales es que el Oro no pierde ninguna cualidad cuando se recicla, lo que significa que es muy probable que parte de la joyería habitual que usamos tenga mucho más historia de la que nos imaginamos: tal vez tengamos encima Oro fundido de alguna tumba egipcia, mezclado con parte del tesoro robado a Atahualpa y de restos del mítico rey Midas.


El último rey Inca, Atahualpa ofreció a Francisco Pizarro, por salvar su vida,
una habitación llena de Oro, más alta que su brazo extendido, lo que hoy en
día representa unos $ 350.000.000. Pizarro acepta, Atahualpa cumple, pero
luego, enceguecido de codicia, el conquistador español ordena de igual manera
la ejecución.

La antigüedad calculada del Universo es de 13.700.000.000 de años desde el Big Bang hasta nuestros días, y 9.200.000.000 de años después se formó nuestro planeta Tierra, conformado mayoritariamente de polvo estelar inerte, o sea una esfera muerta, estática y aburrida, hasta que empezó a ser colisionada por miles de asteroides, que no sólo la hicieron girar, sino que además trajo el ingrediente esencial para la vida: el carbono, y un tiempo después el Oro.

La Tierra en sus inicios fue víctima de un constante bombardeo espacial,
período en el que nuestro Sistema Solar aun estaba conformándose y nuestra
atmósfera aun no servía de protección. Pero hoy, todo lo que somos, se lo
debemos a nuestros destructivos visitantes.
 
Esa colisión con un asteroide, mayoritariamente compuesto de Oro, ocurrió, según se calcula, hace unos 2.200.000.000 de años y su existencia como elemento químico es producto de la fusión nuclear de una estrella moribunda al momento de colapsar su núcleo y transformarse en supernova. Tras su estallido todos estos residuos se expanden por el Universo y en algún momento tienden a chocar con algo que se le interponga en el camino. Ese fue nuestro caso, y el Oro llegó, pero al ser tan pesado se filtró a las entrañas de la Tierra, dejando en la superficie tan sólo residuos asequibles, suficiente para despertar en nosotros el ansia y el deseo.

Se calcula que todo este Oro proveniente del bombardeo estelar, si se colocara sobre la superficie de la Tierra, la cubriría por completo con un grosor de aproximadamente 4 metros, pero a la profundidad en que se encuentra, unos 3.500 Km, es imposible para nosotros, que sólo hemos llegado a taladrar menos de 10 kilómetros, el extraerlo, al menos por el momento, teniéndonos que conformar tan sólo con los residuos que han quedado, para nuestra mezquina satisfacción, regados por la Tierra.

Entre el núcleo interno y el manto, se encuentra el núcleo externo, un área
líquida fundida de unos 3.000 Km de ancho a más 3.500 Km de profundidad,
compuesto en su mayoría por metales pesados, entre ellos el Oro.
 
Si sumamos todo el Oro extraído a lo largo de la historia de la humanidad, la cifra calculada es de 166.500 toneladas. Pero si calculamos su peso por densidad (un metro cúbico de Oro pesa 19.300 Kg), lo que equivale a tan sólo a un cubo de 21 metros por cara.

Si todo el Oro del Mundo se apilara, conformaría un pequeño cubo de
21 metros por cara, a un precio actual de $ 50.000.000 la tonelada.

De ese minúsculo cubo imaginario, el 19% de ese Oro está en bóvedas bancarias alrededor del Mundo como reservas al valor monetario, y el resto se distribuye de forma aproximada: 50% en joyería; 40% en inversiones y el 10% en industria.

Barras de Oro de uso comercial, para los inversionistas que desconfían de los
 cambios monetarios. Esta modalidad comenzó a tener auge al finalizar
La Segunda Guerra Mundial.

Pero la pregunta que en algún momento todos se hacen ¿por qué este metal y no otro? Y la posible respuesta está enraizada en nuestras creencias y supersticiones: el Oro tiene el mismo color que el Sol, y nuestra luminosa estrella representa vida, sabiduría y seguridad, razón por la cual casi todas las culturas ancestrales de la Tierra lo han adoraban como su dios principal, y hecho los locos, aun hoy. En el antiguo Egipto era representado como Ra, Amón-Ra y Atón; los griegos como Helio en un principio para luego asociarlo con Apolo; en el imperio Inca se le adoraba por encima de todos los otros dioses como Inti y el emperador era considerado hijo de éste; en Persia es representado como Mitra, que es el equivalente romano al Sol Invictus, quien luego se transformó en Jesucristo.

El dios Sol, Inti, de la cultura Inca, ser supremo, dador de vida.

Además el Oro es maleable y se funde a una temperatura relativamente fácil de lograr con hornos primitivos, 1.064° C, asimismo posee una gran ductilidad, que es su propiedad esencial, ya que al ejercérsele una fuerza, éste metal precioso, se deforma pero no se rompe, ideal para la joyería, pudiéndose elaborar una lámina de 28 metros cuadrados con tan sólo una onza de Oro (31.10 gramos). Si esa misma onza se estirara pudiéramos hacer un cable de 8 Km de largo. En cambio el plomo es muy maleable pero no es dúctil y de paso se oxida.

Collar Sumerio, al sur de la actual Iraq, encontrado en una tumba real de
la ciudad de Ur, del año 2.600 a.C.

El símbolo químico del Oro es Au, que en latín (Aurum) significa brillante amanecer, y está identificado con el número atómico 79 en la Tabla Periódica, lo que indica que en el núcleo de su átomo posee 79 protones y 79 electrones. Ubicado en el Grupo 11 de ésta misma Tabla, junto al cobre y la plata, para conformar con ellos, los tres metales idóneos para acuñar, e históricamente utilizados como monedas de intercambio comercial, pero con el único inconveniente de ser muy blandos para un uso tan intenso, por lo cual se deben de alear con otros metales para darles resistencia.
Tabla Periódica de los elementos, atribuida al ruso Dmitri Mendeléyev y
estructurada por Alfred Werner, en la que se ordenan todos los elementos
según sus números atómicos, sus características y propiedades químicas.

El Oro almacenado en lingotes para uso financiero, o reservas monetarias es de 24 quilates (24K), de allí en adelante se mezcla con otros metales para otorgarle la resistencia deseada, con el color apropiado, a un menor costo. En su forma pura el Oro en la actualidad se cotiza a un promedio de $ 1.350 por onza.

Pequeña muestra de la reserva del Banco de Inglaterra. Cada lingote pesa 12.4 Kg.

En joyería los metales ideales para realizar las aleaciones del Oro son el cobre y la plata. Para obtener Oro de 18K se utiliza 75% de Oro y 25% de cobre; para 14K se utiliza un 60% de Oro y el 40% de otros metales y para el de 10K se alea 40% de Oro y 60 de otros metales. Para obtener Oro Blanco de 18K se utiliza un 75% de Oro, 16% de paladio y 9% de plata, con un acabado de rodio para darle brillo.

Las monedas de Oro se comenzaron a utilizar en el Medio Oriente en el
Siglo VI a.C. y se dejó de utilizar en los instantes previos a La Primera
Guerra Mundial, con el objeto de mantenerlo como reservas de emergencia.

Teniendo todo esto en cuenta, no es de extrañar que el ser humano haya generado una macabra codicia por éste metal, transformándolo en su principal objeto del deseo, con el cual celebra los nacimientos, los matrimonios y la muerte e incluso lo ingiere en busca de la “Vida Eterna”, intentando de manera infructuosa de crearlo a través de fórmulas secretas, “descubiertas” por charlatanes, intentando engañar a los incrédulos, a los ricos y a los poderosos.
Los alquímicos estuvieron obsesionados por siglos intentando transformar
metales comunes en metales preciosos. Aunque muchos se jactaron de haberlo
logrado, no existe ninguna referencia histórica que respalde tales hechos.

Pero algo si es sabido, si el Oro estuviese al alcance de todos, a pesar de todas sus cualidades y propiedades, no valdría nada y otro sería el metal de avidez.

 
Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

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