jueves, 22 de mayo de 2014

El Titanic

Molly Brown, la capitana del bote salvavidas Nº 6

Los momentos más memorables y transcendentales en la vida muchas veces vienen acompañados en un entorno de gran dolor y sufrimiento, y ninguno tan épico y envuelto en un aurea tan romántica como la del hundimiento del RMS Titanic. La gran mayoría de sus 2.224 pasajeros han pasado a la historia como una estadística de la peor catástrofe marítima de su época en tiempos de paz; algunos, como los miembros de la orquesta han sido recordados como héroes, otros como víctimas y varios, incluso, como villanos, pero una persona ha logrado, no sólo destacar por su valor y coraje, sino que aprovechó su fama posterior al hundimiento para ayudar a muchas víctimas a lo largo de su vida y aunque su nombre estará siempre ligado a ésta tragedia, es aún hoy sinónimo de valentía: Margaret Brown, mejor conocida póstumamente, como “La Insumergible Molly Brown”.

Molly aprovechó su posterior fama para continuar
ayudando a los más necesitados. 

Al momento de abordar el trasatlántico RMS Titanic, Molly contaba con 45 años de edad, pero para ese entonces ya poseía una cantidad de méritos personales, exóticos o más bien insólitos, para una mujer de su época. Mientras su esposo, J.J. Brown, de la nada, lograba con muchos esfuerzo el ansiado “sueño americano”, surgir de la nada, ganar dinero y posición social, Molly aprovechó para transformarse en altruista, una “excentricidad” de los ricos y famosos: fue además una de las primeras mujeres en estudiar en la universidad y prepararse para el futuro; fue actriz de teatro; luchó por los derechos de la mujer; fue sufragista; candidata al senado de los Estados Unidos y ayudó a las familias pobres de los mineros de la mina en la que trabajaba su esposo, con alimento; al finalizar La Primera Guerra Mundial en 1918, recibe la Medalla de La Legión de Honor de Francia por su colaboración con las tropas aliadas, tras convencer a muchas de sus amigas norteamericanas que se mudaran a París y así atender a los heridos de guerra.

Molly en una marcha sufragista, por el derecho
de las mujeres a votar.

Años después se separó de su amado esposo y se dedicó a disfrutar viajando de su fortuna, en esta oportunidad en compañía de la pareja de recién casados John Jacob Astor IV, de 47 años de edad y su joven esposa, Madeleine, 18, quienes por su gran diferencia de edad decidieron disfrutar de una muy larga Luna de Miel, 8 meses, para aplacar con tiempo el escándalo, viajando por Egipto. Él era la persona más acaudalada a bordo del RMS Titanic, heredero de una gran fortuna y uno de los dueños del fastuoso Hotel Waldorf-Astoria, y uno de los pocos adinerados que falleció durante la tragedia. Madeleine tenía cuatro meses de embarazo.

John Jacob Astor IV y su esposa Madeleine
días antes de embarcar en el RMS Titanic.

Al atardecer del 10 de abril de 1912, abordó en la ciudad portuaria francesa de Cherburgo el fastuoso RMS Titanic, el más lujoso trasatlántico del momento, que al igual que su barco gemelo, el RMS Olympic, ambos de la naviera White Star, contaba: con 269 metros de largo, 28 de ancho y 53 de alto, pero con una muy importante diferencia: la velocidad, de una máxima de 24 nudos, equivalente a 44 Km/h, transformaba a éste barco en el más rápido del mundo, acortando, de forma revolucionaria, el tiempo entre Inglaterra y Nueva York.

Última foto conocida del RMS Titanic alejándose del puerto con destino a
Nueva York. Majestuoso con sus cuatro chimeneas para denotar a lo lejos
su tamaño. La cuarta chimenea es sólo decorativa,

En la noche del 14 de abril, exactamente a las 11:40 pm, el RMS Titanic intenta no colisionar con un iceberg, chocándolo e inundando 5 de sus compartimientos herméticos con lo cual el destino de la embarcación ya estaba sentenciado. Tres horas después, a las 2:20 am, el trasatlántico, mejor conocido como “el insumergible”, yace a 3.750 metros de profundidad, a un altísimo costo de vidas: 1.514, en su mayoría hombres, bajo la premisa ya caduca, de “mujeres y niños primero”.  Esas pocas horas fueron de pánico total para cada uno de los pasajeros, que intentaron de forma improvisada y espontánea: sobrevivir.

Mapa del impacto del iceberg contra el casco inferior del Titanic.

Iceberg que se cree fue el responsable del hundimiento del Titanic.
Fotografía tomada por uno de los barcos que asistió luego a la zona de la
tragedia.

El bote salvavidas Nº 6, comandado por el infame cabo Robert Hichens, desciende a la 12:55 am con un número insignificante de pasajeros a bordo, entre los que se encuentra Molly. Según la investigación posterior a la catástrofe, el capitán Smith ordenó a Hichens retornar a las adyacencias del barco para rescatar a más sobrevivientes, pero él ignoró esa orden y mandó a los remeros que se alejaran para evitar ser succionados por el eventual hundimiento del enorme trasatlántico, diciendo “es nuestras vidas ahora, no de ellos”.  Nuestra heroína Molly entonces le pide en vano el retornar, él se niega, luego le pide que permita que las mujeres remen para mantener el calor corporal y él se le enfrenta a Molly con insultos, lo que lleva a que ella se imponga y lo amenace, incluso con lanzarlo fuera de borda, si no accede a las súplicas, tomando así el control de la embarcación. La información es contradictoria, si llegaron o no a rescatar a más sobrevivientes del agua, pero cuando el bote finalmente fue divisado por el RMS Carpathia a las 8:00 am e izado a bordo tenía un número efímero de 26 personas en el, a pesar que el bote salvavidas tenía capacidad para 65 personas, pero sin duda su voluntad de acero levantó la moral de los sobrevivientes durante y después de la tragedia.

Bote salvavidas N° 6 instantes antes de ser rescatado por
el RMS Carphathia. Se puede notar el espacio disponible
para haber alojado a más víctimas de la catástrofe.

Ya rescatados todos del bote salvavidas N° 6, Molly de inmediato, y como era su naturaleza, se activa y comienza a ayudar a realizar las listas de sobrevivientes, ayuda como intérprete y recolecta entre los pasajeros más acaudalados una suma valorada en $ 10.000 para ayudar a los inmigrantes más pobres, víctimas de ésta tragedia.

A la posterior catástrofe, la información estuvo rodeada por el misterio, errores y omisiones,
debido a la importancia financiera de muchos de sus pasajeros y al escandaloso número
de muertos. Los medios, presionados por un público ávido de información, se arriesgaron
a imprimir noticias no confirmadas.

En reconocimiento a su estoica labor, Molly entrega una copa de plata al capitán Rostron y una medalla a todos y cada uno de los miembros de la tripulación del RMS Carpathia, quienes en contra de todas las probabilidades hicieron todo lo posible, al desviar su curso y poner en riesgo su embarcación, para llegar lo antes posible al área del siniestro y rescatar a los 711 sobrevivientes.

Molly Brown hace un reconocimiento al capitán Rostron y a cada
tripulante del barco RMS Carpathian, que rescató a todos los
sobrevivientes del hundimiento del Titanic.

En la película Titanic (1997), del escritor, productor y director James Cameron y ganadora de 11 premios de la Academia, ella, Margaret “Molly” Brown, es interpretada de forma magistral por la actriz Kathy Bates.

La actriz Kathy Bates interpretando su papel de Margaret Brown en la
película Titanic de James Cameron.

La gran mayoría de las personas consideran el hundimiento del RMS Titanic como la peor tragedia marítima de la historia, pero no es así, hasta la fecha, la peor ha sido el hundimiento del barco Wilhelm Gustloff, de bandera alemana, a finales de la Segunda Guerra Mundial, y en el que huían alrededor de 10.000 personas, entre soldados y civiles, del avance del Ejército Rojo, cuando fue alcanzado por tres torpedos en las gélidas aguas del Mar Báltico, muriendo de manera instantánea más de 8.000 personas, seis veces la cifra del Titanic.

El Wilhelm Gustloff torpedeado por el submarino soviético S-13 en 1945.

Lo que ha inmortalizado más, a uno que al otro, ha sido el aurea romántico de su viaje inaugural y el slogan utilizado para publicitar al RMS Titanic: “el insumergible que ni Dios mismo puede hundir”.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

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