Corre el año 1808 y Venezuela vive desde hace un tiempo una
agravante crisis económica, ocasionada principalmente por las guerras napoleónicas
en Europa. Aunque lejos en apariencia, éste conflicto afecta de manera
indirecta a toda América. Aunado para colmo de males, la ingenua firma del
Tratado de Fontainebleau por el valido del rey e España, Manuel Godoy, quien le
permitía al ejército francés cruzar por su territorio para invadir a Portugal.
Napoleón, aprovechó la situación y envió alrededor de 100.000 soldados a
la Península Ibérica, generándose de inmediato el descontento generalizado de la población y
las revueltas sucesivas en contra del rey Carlos IV y a favor de su hijo Fernando
VII. Presionado, el padre escapa a Francia. El nuevo rey de España, Fernando VII, busca el
reconocimiento del Emperador Francés y viaja a principios de mayo a Bayona, Francia, para
entrevistarse con él, y se entera que Napoleón tiene otros planes: el sustituir
a los Borbones por los Bonaparte, nombrando asi a su hermano mayor, José, cómo
el nuevo rey de España. Fernando VII es apresado.
Napoleón Bonaparte, emperador de Francia José I Bonaparte, rey de España Joaquín Murat, rey de Nápoles |
En Venezuela se corrían rumores pero la información oficial llegó a
mediados de julio, dos meses después del derrocamiento y apresamiento del rey
Fernando VII en Francia. El bergantín francés “Serpent” atraca en el puerto de La Guaira y
su capitán sube a Caracas para solicitarle al Capitán General de Venezuela,
Juan de Casas y Barrera, que reconociese como nuevo rey de España a José I Bonaparte. El
empleado de la gobernación que sirvió como traductor, fue un joven de 27 años
de edad, Andrés Bello. El Capitán General no se precipita y por los momentos no toma una
decisión, pero en el ínterin, la noticia se corre por la capital y se despertó,
otra vez, el fervor independentista de algunos, no de todos, ni siquiera de la
mayoría. Pero de igual forma, la algarabía de la muchedumbre, apoyando al depuesto rey de España, Fernando VII, obliga al capitán del bergantín francés a
bajar de nuevo a La Guaira y refugiarse en su barco en espera de la respuesta
positiva de Juan de Casas. Evento que
pasará a la historia como “La rebelión de los mantuanos”, pero no termina allí.
Mientras los franceses esperan ansiosos en su barco la respuesta oficial, llega
también al Puerto de La Guaira un barco de guerra inglés, la fragata “Acasta”, más
grande y mejor equipada que su contraparte la francesa y la toma sin mayor resistencia ,
apresando a su capitán.
Ahora, es el turno del capitán inglés, Philip Beaver,
quien sube a Caracas y solicita audiencia con Juan de Casa. Interesante cambio
de eventos; hasta hace nada Reino Unido era enemigo acérrimo de España, pero
como las oportunidades se presentan calvas, Inglaterra, más enemiga de Napoleón,
es de pronto y por pura conveniencia, la nueva amiga de España.
La ciudad de Caracas a principios del siglo XIX con la esbelta torre de la catedral antes de su derrumbe en el Terremoto de 1812. |
El Capitán General de Venezuela tiene un
dilema, reconocer al nuevo rey, Fernando VII, aunque apresado, o serle fiel al
depuesto Carlos IV. Los mantuanos, que poseen una agenda oculta, apoyan, tan
sólo de palabra, al nuevo rey, pero desean crear una Junta Provincial, la cual
les daría a los venezolanos más autonomía, distanciándose tanto de Francia como
de España, inspirados por supuesto en el éxito obtenido por los Estados Unidos
veinticinco años atrás, cuando se independizaron de Gran Bretaña.
Los mantuanos: José Félix Ribas, Mariano
Montilla, Martín Tovar, Simón Bolívar, su hermano Juan Vicente, entre otros,
vociferan y caldean los ánimos. Ya ni siquiera los satisface el crear una
Junta, ya hablan de independencia. El Capitán General, entre la espada y la pared,
desea poner orden y les sugiere al grupo que se retiren a sus haciendas, para
no tener que arrestarlos y crear así otro conflicto, uno de carácter social, siendo todos ellos hijos de prominentes familias de muy alto poder económico.
Primer mapa de la ciudad de Caracas elaborado en 1578 |
Juan de Casas entonces solicita al consejo del
Ayuntamiento que se pronuncie y proponga una alternativa. Ellos después de
intensas deliberaciones llegan a la conclusión de crear, efectivamente, una
Junta Provincial, compuesta por 18 miembros que incluya incluso a un
representante del pueblo. Los mantuanos están eufóricos pero el Capitán General
no tanto, si él acepta la propuesta diluye su poder. Para suerte suya y sin aun
haber proclamado su decisión, llega desde España un barco en representación de
la Junta Suprema de Sevilla, portavoz del depuesto rey Fernando VII,
ratificándolo como Capitán General. El orden se había restituido,
pero los mantuanos, tan cerca de lograr su objetivo, se vieron traicionados por
el destino, e intentaron desesperadamente retomar el control.
Se reunieron en casa de José Félix Ribas, mantuanos,
criollos y militares descontentos, redactaron y firmaron un documento, en el
que se le solicitaba a Juan de Casas la creación de la Junta Suprema de Caracas,
para así distanciarse de España en caso dado que Francia tomara el control
absoluto del reino.
Bandera que será adoptada en 1810 por la Junta Suprema de Caracas, en la que se destaca en la franja centra el "apoyo" al rey Fernando VII. |
Juan de Casas recibe el documento, lo analiza, evalúa las consecuencias, convoca a las milicias y ordena el arresto de las 45 personas que habían firmado la petición “conspiradora”, entre ellos el conde de Tovar, el marqués del Toro y Antonio Fernández de León, futuro marqués de Casa León.
Para mayo de 1809 todos los involucrados ya habían sido liberados y la conspiración erradicada, pero no el descontento y la determinación de sus cabecillas, que habrán de esperar hasta el 19 de abril de 1810 para ver su sueño hecho realidad.
Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi