En el arte, ¿en quién pensamos
cuando pensamos en azul?
La respuesta está más cerca de lo
que uno piensa, pero éste artista de mediados del siglo XX influenció, con su
sistemática utilización de un tipo de azul ultramarino creado por él como único
color en sus obras a artistas de la talla de Henri Matisse y Robert Rauschenberg, y algo mucho más
contemporáneo: The Blue Man Group. E incluso lo registró: IKB 191.
Henri Matisse, Desnudos en Azul, 1952 |
El azul se utiliza en el arte y
en la joyería desde tiempos antiguos, su color de inmediato nos hace pensar en
el profundo mar y en el infinito cielo, razón por la cual siempre nos ha
fascinado, pero desde ese entonces y hasta hace muy poco, la fuente primaria
para crear este pigmento provenía de una piedra semi preciosa: el Lapislázuli. No
sólo es escasa sino de proveniencia distante: Afganistán. Ante esta
extravagancia, los artistas se reservaron la utilización de éste color sólo a
los personajes en sus obras que lo ameritaran, ya sea por su linaje o
importancia, llegando todos ellos a un acuerdo implícito, La Virgen María. Pero
eventualmente el color se llegó a sintetizar a finales del siglo XIX y su costo disminuyó a tal punto que su
producción, en comparación a otros, resultó ser de los más baratos. Fue allí
cuando un grupo de artistas modificó paulatinamente su uso y su significado
utilizándolo para representar emociones: Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet,
Vincent van Gogh y Pablo Picasso, y esa emoción es melancolía, porque en
palabras de Matisse, “ciertos tipos de azul penetran tu alma”.
Vincent van Gogh, Noche estrellada, 1889. MoMA, Nueva York |
Los colores tradicionales de
jerarquía son: azul, rojo y amarillo, y nuestro artista, Yves Klein, los
utilizó todos, pero de forma individual, llegando a consolidar un movimiento
conocido como Monocromismo.
Monocromías de Yves Klein, Museo Pompidou, París |
Allá por el año 1946, en una
playa del Sur de Francia, Yves Klein junto a otros amigos decidieron,
conceptualmente, distribuirse el Mundo entre ellos: Claude Pascal quiso
quedarse con las Palabras, Arman Fernández con la Tierra e Yves Klein fue un
poco más ambicioso, se quedó con el Vacío que rodea a la Tierra (el Cielo),
cuya percepción visual es azul. Eventualmente él redujo su ya escasa paleta de
colores sólo a ese color: Azul.
En esa búsqueda del Vacío, cosa
que en verdad no es fácil representar, Yves Klein, quién entre sus cualidades artísticas
también estaba la música, compuso en 1949 una de las melodías más
revolucionarias del siglo XX: La Sinfonía
Monotónica. Esta pieza de 40 minutos tiene por finalidad el mantener un
acorde sostenido por 20 minutos y los otros 20 son de silencio absoluto (el
Vacío)…
Yves Klein representando su ejecución de La Sinfonía Monotónica. |
Esta composición inspiró tres
años después a otro músico, John Cage, quien en 1952, creó la pieza 4´33”, una melodía de silencio absoluto,
creada para cualquier instrumento, y en donde el músico se coloca frente a su
instrumento y por 4 minutos y 33 segundos sólo observa su partitura en blanco
ante un público confundido y nervioso, luego se pone de pie y se retira. El
objetivo de la obra en sí es el escuchar los sonidos del ambiente que se ahogan
normalmente en una ejecución musical tradicional.
Luego de su brillante composición
Sinfonía Monotónica, Yves Klein publica un libro de estampas pintadas por él de
distintas ciudades europeas en las cuales ha estado y convivido, Yves Peintures. En ésta publicación
Klein representa a cada ciudad con un color, creando así láminas monocromáticas
de cada una, según sus sentimientos hacia ellas. Este experimento editorial
luego lo va a trasladar al lienzo, pero no como uno podría imaginarse en pequeña
escala, no, a gran escala, siempre pensando en grande, a todo grito y una y
otra vez, utilizando sus tres colores favoritos: rojo, dorado y azul.
Yves Peintures, publicado en 1954 |
No hay que ser románticos con el
proyecto de éste gran artista, para su época, y por muchos años, casi nadie
entendió lo que Yves Klein estaba haciendo. Sus exposiciones de lienzos todos
del mismo formato y con monocromías individuales, la gente lo interpretó como
un mosaico de un todo y no como un objeto en sí, en la que cada cuadro, según
él, es individual. Esto lo hizo reflexionar y dar un paso aún más osado, de
ahora en adelante, en cada exposición sólo va a utilizar un solo color: el
Azul, al que, como dije antes registró como International
Klein Blue 191 (IKB 191), mejor conocido como Azul Klein. Y algo poco
conocido y anecdótico, para enviar las invitaciones de sus primeras
exposiciones, Yves Klein pintó unas estampillas en azul y convenció al correo
postal francés para que enviara los sobres, institucionalizando así su
concepto.
Invitación con estampilla creada por Yves Klein |
Ahora, bajo ésta nueva aproximación,
algunos entendidos comenzaron a captar lo que Yves Klein intentaba expresar. No
de inmediato, pero si poco a poco.
Exposición Monocromática |
En su constante experimentación
él intervenía posteriormente su obra monocromática, con agua, fuego o ácidos,
para poder generar distintas texturas y tonalidades. Incluso agregando objetos,
como las esponjas a sus cuadros y luego pintándolas todo de azul, o rojo, o
dorado.
En sus constantes experimentaciones, Yves Klein prueba con todo, incluso fuego. |
Debido a que Yves Klein nunca fue
estático, siempre tiene la necesidad de reinventarse, en 1960 decide hacer un
Performance e invita a una noche de gala a un grupo de personas a las que
sienta en una sala, y él allí, en el medio, dirigiendo, no sólo a una orquesta
que toca su Sinfonía Monotónica, sino a dos asistentes femeninas, con sus
cuerpos totalmente desnudos, quienes se van pintando en azul para luego
estampar sus figuras en los lienzos dispuestos en el espacio. Este
revolucionario Performance y su resultado pictórico lo llamó Antropometrías.
Yves Klein, Antropometrías, 1960 Galería Internacional de Arte Contemporáneo de París |
La vida de éste polifacético artista francés fue corta pero no efímera. Logró en sus 34 años lo que muchos nunca logran en toda una larga vida: dejar huella. Con el paso de los años y a un poco más de 50 años de su muerte, el legado de Yves Klein se ha ido consolidando y cada vez suma más adeptos, lo que nos da a entender que él estaba muy adelantado para su época.
Parte del resultado del performance de Antropometrías, 1960 |