domingo, 28 de diciembre de 2014

Los Esposos Arnolfini


Si se escucha la palabra Renacimiento de inmediato nuestra mente evoca el arte italiano del Quattrocento (siglo XV) e inconscientemente hacemos una lista de todos los nombres de los artistas que conocemos, pero rara vez esa lista incluye pintores de otras geografías que no sea Italia y nunca, excepto que sea un conocedor o seas de la zona en cuestión, vas a pensar en Flandes. Ese territorio que hoy en día es el norte de Bélgica y cuyas principales ciudades son: Brujas, Amberes y Gante (ciudad que vio nacer al emperador Carlos V), pero nos legó una extensa lista de artistas que trascendieron, no sólo de sus fronteras, sino que compitieron mano a mano con los italianos de la época, ellos son: Robert Campin, Hugo van der Goes, Hans Memling, Roger van der Weyden, Hieronymus Bosch (el Bosco), Peter Brueghel y Jan van Eyck, todos ellos estrellas.

El cuadro Los esposos Arnolfini es una de esas pinturas que nos cautiva desde el principio, sin tener ninguna idea o conocimiento sobre ella, sencillamente nos atrae, nos obliga a acercarnos y contemplarla, disfrutando de su colorido y composición, pero al ser una de las tantas obras importantes del National Gallery de Londres, le dedicamos unos cuantos segundos, sacamos nuestra propia interpretación; una pareja que espera un hijo, y continuamos nuestro recorrido. Pero hay mucho más en esa obra que nos habla del entorno socio económico de la pareja y del acto que están protagonizando, y no, ella no está embarazada, quiere estarlo, ese es el objetivo de todo el simbolismo que debemos saber leer para poder disfrutar plenamente de la obra.


National Gallery de Londres (82 cm x 60 cm)

Quiero aclarar desde el principio una regla que aplica a todas las obras, todas, desde que el arte es arte, y es la lectura con respecto a la ubicación de los personajes u objetos en una composición, diestra y siniestra (derecha o izquierda). Es un error referirse al lugar en donde se ubican a los personajes desde nuestro punto de vista, hay que verlo desde el punto de vista de ellos. Por ejemplo: Giovanni Arnolfini y su esposa Giovanna Cenami. Él no está a la izquierda y ella a la derecha, es al inverso. En los períodos artísticos comprendidos durante el Medioevo, el renacimiento e incluso parte del barroco, el hombre siempre es colocado a la derecha de la composición, la diestra, y la mujer siempre es colocada a la izquierda, la siniestra, haciendo énfasis en el término peyorativo. La diestra representa al hombre, el conocimiento, el Sol, Dios, etc., la siniestra representa a la mujer, la Luna, las pasiones, lo perverso, etc., y como todo son códigos, los artistas los respetaban y utilizaban para expresar sus opiniones más allá del tópico del cuadro. Con esto en mente, vemos que la ventana está a la derecha del hombre y la cama a la izquierda de la mujer.


Si observamos en la mesa al lado de la ventana notamos la colocación “casual” de unas naranjas, que simbolizan poder económico, ya que ellas son exportadas del sur de Italia, un lujo en el norte de Europa. Y no es una, son varias y están al lado de él, lo que además nos indica que la riqueza le pertenece a él. De hecho, Giovanni fue un rico comerciante italiano que se mudó a Brujas y amasó una gran fortuna.



Nos centramos en la composición y nos percatamos que él sostiene la mano de ella, nos mira fijamente y levanta su mano derecha. Todo eso hasta el momento no significa nada para nosotros, 




 pero si vemos en lo alto notamos un candelabro que sólo tiene una vela encendida, que en las costumbres de la época representa la celebración de un matrimonio.


Si del candelabro continuamos nuestra mirada hacia abajo vemos un espejo redondo con diminutas representaciones en el marco de La pasión de Cristo, pero reflejado en el espejo vemos unas figuras, los esposos de espalda y dos figuras más, una de ellas es Jan van Eyck, el pintor de la obra, fungiendo como testigos del enlace nupcial, que antes del Concilio de Trento (1563), no se requería de la presencia de un sacerdote, sino la de los testigos, y ésta no tenía porque ser en una iglesia, una habitación era tan buen lugar como cualquier otro. 


Si ésto no es suficiente, el artista deja testimonio de su presencia en la ceremonia, firmando en el centro y colocando la fecha, "Jan van Eyck estuvo aquí, 1434". Por primera vez que se sepa el pintor no sólo firma la obra sino que además se incluye en ella, aunque el reflejo en el espejo no lo define físicamente, es el hecho. 


Otros elementos colocados en la obra nos refleja ahora la intención implícita del matrimonio, la procreación. El verde en la vestimenta de ella significa fecundidad, el rojo de la cama la pasión, el que ambos estén descalzos, fertilidad, 

 

y por supuesto, el otro protagonista, el perro, que muy al contrario de lo que piensan la mayoría, la representación canina en una obra de ésta época, no representa fidelidad, sino lujuria, y además su cara está en dirección a ella, lo que indica que la que está lujuriosa es la nueva esposa.


Lastimosamente para ellos, nunca pudieron tener hijos, a pesar de haberse rodeado en ésta obra de todos los elementos y talismanes para poder lograrlo. 

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

1 comentario:

  1. Excelente reseña Jorge...qué sabes de la técnica de "cámara oscura" supuestamente utilizada por estos pintores ? Saludos

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