¿Sabías qué? Ana de Cleves, la cuarta esposa de Enrique VIII, rey de Inglaterra, generó sin saberlo, la caída en desgracia del hombre más poderoso del reino, el Primer Ministro Thomas Cromwell, por culpa de un cuadro.
Corre el siglo XVI y Enrique VIII Tudor, divorciado de su primera mujer, Catalina de Aragón, viudo de la segunda cuando ordenó su decapitación, Ana Bolena y viudo de la tercera, Jane Seymour, a consecuencia del parto de su ansiado hijo varón, planea su siguiente matrimonio para así afianzar su descendencia.
El Primer Ministro, Thomas Cromwell, para consolidar el poder monárquico de la dinastía Tudor, instiga para concertar un matrimonio ventajoso en el ámbito internacional que le pueda dar un equilibrio a su rey, razón por la cual comienza a revisar la lista de princesas solteras para contraer nupcias con Enrique VIII, en un reino desangrado por la violencia religiosa, debido a su distanciamiento con el papa y la Iglesia Católica al crear la Iglesia Anglicana con el mero fin de poder divorciarse de su primera esposa, Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos de España y tía del muy poderoso emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos V.
El nombre que destaca en la lista es Ana de Cleves, quien a sus 25 años de edad no está casada ni comprometida para casarse y es hija de Juan III, poderoso duque del condado de Cleves, relación que a su vez traerá beneficios económicos para Inglaterra, pero nuestro rey la quiere conocer así que llaman al artista Hans Holbein el joven, para que haga un retrato de ella y Enrique VIII la apruebe. Thomas Cromwell se asegura en darle instrucciones al pintor para que agracie a la candidata como si de Photo Shop se tratara. A su regreso el cuadro le es presentado al rey y entusiasmado por lo que vé, acepta el compromiso, a pesar que el matrimonio estaba condicionado a un contrato.
Ana de Cleves pintado por Hans Holbein el Joven Museo del Louvre, París |
Exaltado por conocer a su futura esposa, Enrique VIII se traslada a la ciudad de Rochester para recibir a Ana de Cleves, la ve y de inmediato lo embarga la decepción, la mujer que él creía no lo es.
La verdadera Ana de Cleves pintada por Barthel Bruyn Trinity College, Cambridge |
Enfurecido debe de cumplir con el sacramento ya que había dado su palabra y firmado un documento, y el no cumplirlo debilitaría aun más su imagen internacional y afectaría las relaciones con su nuevo aliado, el Sacro Imperio Romano Germánico. El matrimonio se realiza pero él nunca consuma el acto sexual o eso fue lo que argumentó cuando unos meses después solicita la anulación. Pero no olvidaría el engaño y su Primer Ministro, Thomas Cromwell, pagó las consecuencias y fue decapitado el mismo día que Enrique VIII contraía nupcias con su nueva esposa, la quinta, Catalina Howard.
Desde mi punto de vista el cuadro de Ana de Cleves, pintado por Hans Holbein el Joven, debería ser uno de los más importantes en la colección del Museo del Louvre, cuantas pinturas se dan el lujo de haber sido claves en la historia de un país y además, gracias a ella un hombre perdió su cabeza, pero en cambio está exhibida en una sala recóndita, muy poco transitada.
Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi
Muy buen artículo. Muy interesante
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