Marc Chagall fue uno de los
grandes artistas del siglo XX que dejó su huella, no sólo como excelente
evocador lírico, sino quien creó un estilo narrativo tan particular, que es
reconocible e inimitable, como una especie de Trademark, en la que todos se
relacionan e identifican.
En sus casi 100 años de vida Marc Chagall fue un artista incansable, quien creo un lenguaje propio, con una simbología particular y fue un colorista insuperable. |
Chagall en sus inicios, siendo
extranjero, judío y adolecente, en la ciudad idílica del arte: París, rodeado por
sus héroes: Picasso, Matisse y Delauny, se deja influenciar por todos y cada
uno de los movimientos artísticos de moda de la época, tomando prestado sólo un
poco e integrándolo, de manera magistral, a su propio lenguaje, incipiente,
pero de gran fuerza y vitalidad, en la que va desarrollando un sin número de
códigos y símbolos para narrar, sin ser literal, su memoria y su visión particular
del mundo que lo rodea. Casi, hasta podríamos decir de él, que fue ingenuo,
pero al adentrarnos en sus pinturas nos damos cuenta que los ingenuos somos
nosotros.
Autorretrato con siete dedos, 1913 Como siempre va a ser recurrente durante su estancia en Francia, Chagall representa en el fondo a París, pero en su mente está Vítebsk. |
Marc Chagall nace el 6 de julio
de 1887 en Liozna, un suburbio judío o Shtetl en la ciudad de Vitebsk (hoy día
Bielorrusia), una vibrante comunidad perteneciente al Gran Imperio Ruso, pero
al margen, en lo que es Europa Oriental, lugar, al igual que muchos otros, al
que fueron reubicados todos los judíos asquenazíes. Esta etnia, aislada de las
otras comunidades judías (sefardíes y mizrajíes, entre otras), desarrolla su
propio dialecto (el yidis), al igual que adapta sus tradiciones al entorno en
donde viven. Costumbres a las cuales Chagall siempre va a hacer referencia en
su obra, y en sobremanera a su amada Vitebsk, ciudad que siempre va a estar su
corazón.
Sobre Vítebsk, 1914 En el fondo se destaca la iglesia Ilitch. Colección Privada |
Fue el mayor de nueve hermanos; su padre, Khatskl Shagal, trabaja duro
para mantener a su gran familia en la empresa local que procesa arenque,
referencia a la que Chagall representará siempre con un pez. La figura del
violín o del violinista también aparece temprano en sus pinturas y busca
simbolizar las tradiciones, el arraigo a su tierra, su añoranza por épocas más
sencillas. De igual forma emerge el reloj de péndulo, que a simple vista personifica
al tiempo, pero Chagall va más allá, el reloj encarna a sus antepasados, y más
aún cuando está lejos de su tierra.
En Rusia, mayoritariamente y por
mucho, Cristiana Ortodoxa, un artista judío tenía dos caminos a transitar:
negar en su obra toda referencia a su credo o explotarlo al máximo; Chagall
escogió esa opción, convirtiéndose en su paladín. Sus cuadros siempre mantienen
su identidad religiosa, ya sea en la recurrente imagen del Rabino, La Torá, el
Talit, el yidis, la Menorá y/o la Estrella de David, pero irónicamente también
va a utilizar, y mucho, la iconografía de la Crucifixión de Jesús, sobre todo a
partir del ascenso al poder de Adolfo Hitler hasta el período en que finaliza
La Segunda Guerra Mundial, y no con la intención de ocultar sus raíces, por el
contrario, para afianzarlas, utilizando esa simbología tan poderosa como
representación del sufrimiento hebreo, tomando en cuenta, que cuando Jesús fue
crucificado por los romanos, lo fue hecho como judío, y si uno se fija, Cristo
siempre está afuera de su contexto histórico y representado por Chagall rodeado
de los símbolos judíos a los que ya hicimos referencia.
El violinista, 1912-1913 Este cuadro inspiró el musical "El violinista en el tejado", 1964. Stedelijk Museum, Ámsterdam, Holanda |
En 1910 emigra a París, dejando atrás al gran amor de su vida: Bella Rosenfeld, y se radica en Montparnasse, en donde conoce y se relaciona con casi todos los noveles artistas del momento que también vieron en “La Ciudad de las Luces” la oportunidad de encontrar esa libertad expresiva carente en muchos de sus países de origen, anhelando él hacerse famoso, regresar a Vitebsk y ser digno económicamente para poder casarse con su amada.
Marc Chagall pintando la obra: Bella en verde. A su amada él la pintó una y otra vez hasta la muerte de ella en 1944 y más allá. |
París desde mi ventana, 1913 Museo Guggenheim de Nueva York |
Ya en los brazos de Bella
descubre de inmediato, que el mayor obstáculo para su matrimonio ya no existe;
el padre de ella, que lo subestimaba, ha muerto. De inmediato hacen planes para
regresar a París pero estalla La Primera Guerra Mundial, y se han de quedar “atrapado”
en Rusia, pero al menos está al lado de la mujer que ama, a la que siempre,
hasta el final, va a pintar. En esos cuadros, uno de los dos, o incluso a los
dos, los representa volando, lo que indica la máxima felicidad. En todas esas pinturas
aparece un ramo de flores o un árbol o arbusto, lo que significa la vida en su
esplendor y el gallo representa la fertilidad. Con Bella va a tener una hija:
Ida.
El cumpleaños, 1915 MoMA, Nueva York |
Tras el estallido de La Segunda
Guerra Mundial y la inminente invasión alemana a Francia, la familia Chagall
logra escapar a los Estados Unidos. Allá es muy conocido y de inmediato
consigue trabajo pintando grandes telas para el teatro. Durante su exilio nunca
fue realmente feliz, se sentía que traicionaba, en la comodidad de su nuevo
hogar, a sus compatriotas y sobre todo a los judíos, a los que masacraban
sistemáticamente. En 1944, ya a punto de retornar a París tras la liberación de
la ciudad por los aliados, Bella muere y con su muerte se abandona a la nostalgia, e incluso, al menos por un tiempo, deja de
pintar.
Un año después conoce a Virginia
Haggard y por insistencia de su propia hija comienza una relación con ella que va
de durar siete años y de la que va a nacer su segundo hijo: David. Como buen artista,
de inmediato la empieza a pintar, y con él a su lado, pero su remordimiento es
tan grande, por la traición que él cree le está haciendo a Bella, que se
representa como un asno. En la obra Autorretrato
con reloj frente al a crucifixión, creado en 1947, a pesar de estar
representando a Virginia al lado de un árbol, representa también a Bella junto
al Cristo crucificado, con una Menorá en Vitebsk y un reloj de péndulo
flotando, simbolizando así en el cuadro, la felicidad actual, pero con un remordimiento
vívido del pasado.
Autorretrato con reloj frente a la crucifixión, 1947 Colección Privada |
En 1948 regresó finalmente a
Francia con toda su familia y unos años después Virginia lo abandona, pero
antes que la melancolía lo fuera a embargar de nuevo, Ida, su hija, le presenta
a Valentina Brodsky, mejor conocida como Vava, con quien se casa en 1952 y con
la que va a vivir el resto de su vida.
Para Vava, 1955 Colección Privada |
En 1963, a sus 76 años de edad,
cuando todo hombre sólo piensa en retirarse, a Chagall le comisionan su obra
más monumental y polémica: el techo de la sala principal de la Ópera de París,
220 metros cuadrados de intenso colorido, en donde representa doce óperas de
doce compositores, entre los que destacan: Mozart, Beethoven, Berlioz, Ravel,
Wagner, Rossini, Verdi y Tchaikovski. Muchos de sus detractores iniciales, al
ver la obra concluida un año después, se maravillaron, e incluso, un crítico de
arte comentó en su columna: “Por primera vez los mejores puestos de la sala son
los que están más cerca del techo.”
Techo de la Ópera de París, 1963-1964, con la identificación de cada compositor y la ópera representada. |
Chagall vivió otros veinte años más y se diversificó, colaborando, como ningún otro artista contemporáneo, en la creación de vitrales, ya fuesen para iglesias católicas como para instituciones judías, siempre mezclando y creando nuevos códigos que pudieran expresar, como palabras sobre un papel, su visión muy particular del Mundo: libre, feliz y muy colorido.