El Desembarco en Normandía, Día D,
Operación Neptuno u Operación Overlord, son los distintos nombres generalizados
con los que se conoce la masiva invasión aliada en las costas francesas el 6 de
junio de 1944, con el único fin de liberar al país galo del dominio nazi y
desde allí arrasar a las fuerzas enemigas hasta acorralarlas en Berlín,
derrotar a Hitler y liberar a Europa.
Suena sencillo, pero si algo
anticipó el Alto Mando militar aliado, es que iba a ser una campaña ardua, con
un altísimo costo en vidas humanas, material de guerra y para agravar la
situación, egos comprometidos,
sensibilidades personales y estratégica moral de los distintos ejércitos
participantes y de algunos de los líderes involucrados: Charles De Gaulle
(Francia), Bernard Montgomery (Reino Unido), Edvard Beneš (Checoslovaquia), Pieter Sjoerds Gerbrandy (Holanda), Victor van
Strydonck de Burkel (Bélgica), Stanisław Mikołajczyk (Polonia), sin contar a
los norteamericanos, canadienses, neo zelandeses y australianos, quienes por
ser fuerzas extranjeras del Viejo Continente, no significa que no tienen
corazón, ansias y deseos competitivos… todos quieren ser los primeros en llegar
a París y conquistar Berlín. Pero eso no va a ser así, el comandante supremo de
las fuerzas aliadas en Europa, Dwight D. Eisenhower, tiene otros planes para lidiar
con estos compromisos políticos y diplomáticos.
Alto Mando militar aliado de Europa. Dwight Eisenhower está en el centro. |
La Operación Overlord, nombre código más generalizado, comenzó sus
preparativos mucho antes del día efectivo de la invasión, de hecho casi dos
años antes. Comenzando con una idea, luego un borrador, un plan y un masivo
desarrollo humano, técnico y de engaño, para poder, con éxito, concretar una
invasión anfibia a otro país, armado hasta los dientes y protegido por una muy
desarrollada “Barrera Atlántica”.
Mapa de Europa en donde lo azul representa el territorio dominado por Adolfo Hitler y la línea verde el despliegue de construcciones defensivas para contrarrestar una invasión. |
La susodicha Barrera Atlántica, conllevo una inversión gigantesca, para
fortalecer cada rincón de la Europa nazi, desde el norte de Noruega hasta el
sur de Francia, a cargo de uno de los comandantes más eficaces del ejército
alemán: Erwin Rommel, quien anticipó la invasión en las extensas costas
oceánicas de Normandía, al norte de Francia, por lo improbable de su lógica
ejecución, a diferencia del sentido común, apoyado por Adolfo Hitler, quien
aseguraba que el ataque aliado sería por el puerto de Calais, al ser un área
ideal para el aprovisionamiento de material bélico y por estar mucho más cerca
de su objetivo final: Berlín.
Erwin Rommel inspecciona las barreras marinas que obstaculizarían un desembarco en marea alta. |
Erwin Rommel demostró tener la razón y preparó con esmero el terreno para
hacer de éste proyecto uno muy difícil, sino imposible. Aun hoy se observan las
colosales construcciones en concreto, la disposición estratégica de cañones y las
conocidas garras de dragón. Más allá de la disposición estratégica de sus
tropas (50 divisiones, alrededor de 750.000 soldados) y la inundación masiva de
campos adyacentes para evitar que se utilizasen como campos aéreos, y si esto no
era suficiente, otro elemento primordial, que todo estratega tiene que saber
utilizar es la naturaleza: las mareas, la Luna y las tormentas. Todo ello a su
vez tomado en cuenta por los aliados.
Una de las existentes torres de observación y artillería. |
Las “ventanas de oportunidades” con respecto a la naturaleza, en esa
época del año eran limitadas, escasas y de muy alto riesgo. La invasión sólo se
debía llevar a cabo en Luna Nueva, para aprovechar la oscuridad absoluta y las
mareas más altas, pero las tormentas primaverales espontáneas y azarosas ya
habían forzado a posponer el desembarco en una oportunidad y estaba a punto de
volver a hacer lo mismo, obligando a retrasar un mes más la operación militar,
poniendo en riesgo el secretismo de la misión. No es fácil ocultar la
disposición de barcos, aviones, lanchas de desembarco y alrededor de 1.500.000
de soldados de distintas nacionalidades, sin levantar sospechas. Era ahora o
posiblemente nunca.
Más de 150.000 soldados esperaban la ansiada orden de atacar. Ninguno de ellos sabía adonde los llevaban. Todo se mantuvo en secreto hasta el final. |
Al sur de Inglaterra se disponían más de 20 puntos de embarco y
transporte, los cuales, de darse la orden, partirían de sus bases para
encontrarse al sur de la isla Wight y de allí en convoy a Francia, para
dividirse a su vez y atacar de manera simultánea las cinco playas escogidas alrededor
de las 6 de la mañana.
El clima adverso se proyectaba por varios días, imposibilitando el
ataque, algo que también sabían los alemanes, quienes aprovecharon en enviar a
sus oficiales de alto rango a asistir a unos “Juegos de Guerra” en Rennes, al oeste de Francia en la provincia de Bretaña
y en dar licencias a sus soldados para que se relajaran. Erwin Rommel también
aprovechó el mal clima y viajó a Berlín para celebrar el cumpleaños de su
esposa.
Las tormentas en el Canal de la Mancha son feroces y dificultan la navegación y los traslados aéreos. |
Pero los aliados esperanzados por una mejora climática, aunque fuera
efímera, tuvieron todo preparado y de pronto se anunció la buena noticia, el
tiempo amainó y la orden se dio. “Las cartas estaban echadas”. Para bien o para
mal, la invasión tomó su curso y aunque las bajas fueron altas, nunca tanto como
en un principio se esperaba: Playa Utah, fuerza norteamericana, 200 bajas;
Playa Gold, fuerza británica, 400 bajas; Paya Juno, fuerza
combinada de británicos y canadienses, 360 bajas; Playa Sword, fuerza
combinada de británicos y franceses, 680 bajas y Playa Omaha, fuerza
norteamericana, 3.000 bajas. Los alemanes pierden alrededor de 1.000 hombres,
pero la motivación aliada es superior.
Para final del día 6 de junio, todos los objetivos a corto plazo estaban
cumplidos, ahora los aliados poseen cinco “Cabezas de Playa”, pero estas son
oceánicas, imposibles para desembarcar tropas, equipos y combustible, todo lo
necesario para hacer de esta invasión una efectiva.
Pero el Cuerpo de Ingenieros Británico había concebido un plan, algo
descabellado, pero en concepto efectivo. Lo había ensayado en condiciones
adversas y lo iba a poner en práctica: los Puertos Mulberry. Gigantescas cajas
de concreto, fabricadas en diques secos, que se llevarían a los lugares
adecuados, flotando en alta mar, para colocarlos en sus sitios, inundarlos y
transformarlos en rompeolas.
Colocación de las barreras oceánicas Mulberry. Cajas de concreto que se llenaban de agua una vez en su sitio para contener el oleaje y poder desembarcar tropas y mercancías con seguridad. |
Una vez allí se crearía puertos
oceánicos en la que atracarían los barcos y por medio de puentes sobre
barcazas, descargar todo lo imaginado que se pudiera necesitar. El Puerto
Mulberry B incluso estuvo en actividad unos siete meses más de lo esperado, y
aun hoy se pueden ver restos de éste reto tecnológico por las costas de
Normandía.
Puerto Mulberry B en la Playa Gold construido tres días después del Día D. |
De igual manera se desarrolló una
tubería marina (PLUTO) para surtir de gasolina todo el desarrollo operativo y
así asegurarse que los tanques y camiones tuviesen combustible hasta Berlín.
Uno de los tantos rollos de manguera de la tubería PLUTO para surtir de combustible el norte de Francia y poder continuar con éxito el avance aliado y liberar a París y conquistar a Berlín. |
Las dos línea de tuberías de combustible construidas. |
El objetivo final, la rendición
incondicional de Alemania, no se va a lograr hasta abril de 1945, diez meses más
a la fecha, pero sin duda qué: todo el tiempo invertido, la osadía y
creatividad del proyecto y la disposición de los soldados y sus oficiales,
fueron básicos para el éxito de éste día, conocido para la historia como el Día
D.
Escrito por Jorge Lucas Alvarez
Girardi
cual fue el diseño operacional, centro de gravedad, punto culminante, punto decisivo, alcance operacional, terminacion, estado final deseado, gracias
ResponderEliminarALGUIEN TE RESPONDIO A LA PREGUNTA? MIGUEL VALDIVIEZO SALCEDO
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