jueves, 28 de noviembre de 2013

Los Manuscritos Iluminados


Sin desmeritar el titánico trabajo que representa hoy en día el editar e imprimir un libro, en la Edad Media, ese esfuerzo hay que multiplicarlo por diez, ya que hoy contamos con distintas industrias especializadas que se encargan, cada quien, de realizar su labor específica, pero hace mil años, todo se hacía en sitio, a mano  y con meticulosa precisión al detalle.

Un libro siempre ha sido un objeto valioso, ya que es a través de él, que se transmite información y conocimiento, pero sobre todo, porque se preserva la memoria, algo de lo cual muchas veces carecemos, para permitirnos estar pendientes de otras cosas más importantes, para cada quien. Razón por la cual se llegó a la imperante necesidad de inventar el alfabeto, la escritura y el soporte para almacenar esa información. En el principio, textos pictográficos en arcilla, en donde se tipificaban las transacciones impositivas en la antigua Sumeria.

Tablilla Sumeria, escrita en texto cuneiforme, que representa
un inventario de bienes para el respectivo pago de impuestos.

Con el pasar de los años y por ensayo y error, la metodología para preservar la memoria mejoró y la variedad de textos aumentó, de algo meramente mercantil, a temas: religiosos, épicos, novelescos y fantásticos. La imaginación es el límite. Con ello, los soportes en donde éstos escritos se preservan, son tan diversos como la geografía en donde se desarrollaron. En Sumeria lo que sobraba era arcilla, que cocida al fuego ha llegado intacta hasta nuestros días, luego de 5.000 años de historia; en Egipto fue el papiro; en Grecia y Roma las pieles de animales y el China el papel.

Proceso del raspado en la preparación del
pergamino a base de piel de res.

En la Edad Media, a falta de papel, se utilizó la herencia romana, piel de res; tensada y trabajada para eliminar la epidermis y la hipodermis, dejando tan sólo la dermis, tal y como se hacía, tiempo atrás, en la ciudad de Pérgamo, razón por la cual recibe el nombre de pergamino. Una vez utilizaba se enrollaba y se colocaba en repisas en forma de rombos para su almacenamiento, pero éste tipo de soporte era muy tentador para los ratones, ya que en esencia, eran de carne y los manuscritos pasaron a ser su alimento… “ratones de biblioteca”. La creatividad humana por preservar y además ahorrar espacio llevó al desarrollo de la encuadernación en libros.

Rollo del Mar Muerto, elaborados en pergamino a principios del siglo I d.C.
Enrollados y almacenados en vasijas de barro.

Una vez que el copista ya disponía del texto a transcribir, y el pergamino, se sentaba en su pequeño escritorio, alumbrándose con la tenue luz de una lámpara de aceite y comenzaba la laboriosa tarea, una que podía incluso durar hasta dos años: escribiendo e ilustrando. Si el manuscrito era uno polémico o prohibido, el transcriptor era iletrado en la lengua del contenido, evitándose así que la información pudiera pasar a hacer del dominio público. Los monasterios eran muy celosos con sus libros, llegando a ser incluso paranoicos con algunos. Ejemplo excelentemente descrito en el libro de Umberto Eco, “El nombre de la rosa”.

Un monje en su escritorio copiando e ilustrando textos
como único método para preservar y compartir la memoria.

Algunos iluministas se eran permisivos con los temas a representar.

En esa época, la adquisición y procedencia de los colores no era tarea fácil, y el ilustrador, debía, no sólo contar con el talento artístico, sino además, cómo un alquímico, poseedor de secretos, en su laboratorio, mezclar proporcionalmente los pigmentos para obtener los colores deseados y aplicarlos con destreza. Esta técnica no es nada sencilla, con el tiempo y el uso, las imágenes se decoloran, así que deben de experimentar mucho para obtener la maestría de gran ilustrador, como lo fueron: los hermanos Limbourg, Simón Marmion, Jean Fouquet y muchos o cientos de autores anónimos, que el scriptorium de los monasterios pasaban sus horas y días ilustrando, de forma magistral, los distintos textos que se les comisionaban.

El Hombre Zodiacal, una de las 131 iluminaciones
con las que cuenta el muy famoso libro "Las muy
ricas horas del Duque de Berry, ilustrado por el
taller de los hermanos Limbourg en el siglo XV.

Los pigmentos para ilustrar, provenían de lugares diversos y exóticos, muchos de ellos de altísimo costo, razón por la cual se reservaba su uso a personajes o símbolos que representaran jerarquía, como era el caso de La Virgen María, a la que se representaba con los colores rojo escarlata y azul marino. Con el rojo se indicaba su elevada casta, utilizado tradicionalmente por los emperadores y cardenales y el azul, por el elevado precio de la pintura, hecha a base de lapislázuli molido, piedra preciosa en esa época, proveniente de las minas de Nubia, hoy en día Sudán.

La mayoría de los temas representados son de carácter
religioso y el de la Virgen María, uno de los favoritos.

Todos los colores que se utilizaban, se obtienen hoy por síntesis química, pero en la antigüedad su procedencia era diversa, de minerales, plantas e insectos. En algunos casos, estos colorantes se siguen utilizando en la actualidad para ser utilizados en la industria alimenticia, farmacéutica y cosmética.

Los pigmentos en un principio se mezclaban con agua, creando témpera,
para luego diluirlos con aceite y elaborar óleo.

El amarillo se obtiene de la cúrcuma o el azafrán; el azul, ya dijimos, del lapislázuli y después del añil; el verde de la malaquita y el óxido del cobre; el blanco se logra con tiza u óxido de plomo, mejor conocido como “escama blanca”; el negro se logra con carbón vegetal u hollín, o incluso, más exótico pero duradero, marfil quemado; el plateado con láminas muy finas de plata, tratadas para evitar su oxidación opaca, o con láminas de estaño; el dorado, un poco más costoso, con láminas de oro; y el rojo se obtiene del árbol de laca, savia muy venenosa hasta que se seca, requiriendo de manos expertas, para no morir en el intento, y luego de la conquista española a América, se sustituye por la cochinilla, insecto que se reproduce en los nogales y su uso, en la actualidad, se identifica como Rojo N° 4.

Método de cosechar la cochinilla por un
indígena mesoamericano de una planta
de nogal.

Una vez finalizadas todas las láminas, se encuadernaban cosiéndose las hojas entre sí, para entregarse al destinatario final, ya fuese otros monasterio, alguna de las universidades o a coleccionistas privados, capaces, sólo ellos, de poder pagar el alto costo de un libro. El título más elaborado eran los “Libros de Horas”, que contenía las plegarias que se debían recitar a lo largo del día litúrgico.

Ilustrador anónimo del Libro de Horas de Catalina de Cleves, siglo XV.

Para mediados del siglo XV éste arte va a ser paulatinamente desplazado por la imprenta, disminuyéndose el costo, desarrollando toda una industria a su alrededor, en la que muchos tomos, antes imposibles de adquirir, ahora se vendían sin mayor problema y en el idioma de cada país, desplazando poco a poco los texto en latín o en griego.

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi



jueves, 21 de noviembre de 2013

John F. Kennedy: Primera Parte


A los cincuenta años del asesinato del presidente norteamericano, John F. Kennedy, existen, aun hoy, más cuestionamientos, que certezas: ¿Quién en verdad lo mató?, ¿Por qué?, ¿Quién se beneficia?, ¿Fue un conspiración?, ¿La mafia?, ¿La CIA?, ¿Los masones?... Aunque su recorrido hasta La Casa Blanca tampoco está exento de polémica, ¿Pero que lo está?

John F. Kennedy se transformó con su muerte en leyenda.

John Fitzgerald Kennedy, conocido por muchos como JFK, nació el 29 de mayo de 1917 en el seno de una familia católica irlandesa, del este de los Estados Unidos, que fue amasando, progresivamente, una fantástica fortuna. Su madre, Rose Fitzgerald, longeva matriarca de la familia, le aportó a sus nueve hijos: cuatro varones y cinco hembras, dignidad estoica y su padre, Joseph “Joe” Kennedy, astucia de oportunismo.

Familia Kennedy en pleno. Los cuatro hijos varones son: Joe, John, Bob y Ted.

“Joe”, el padre, fue ágil con las finanzas, aprovechando en gran medida su carisma y patrimonio familiar, incrementándolo sustancialmente de negocio en negocio. Uno de los más relevantes fue su incursión en la industria cinematográfica, comprando estudios de cine en decadencia y convirtiéndolos en estructuras rentables, dando incluso un paso más arriesgado, pero más lucrativo; se apropió de forma muy agresiva y cuestionada, de 700 salas de cine, en las que distribuía de manera exclusiva sus películas. E incluso llegó a “involucrar” en un escándalo sexual a un fiero competidor, para comprarle, muy por debajo del precio, sus 63 teatros.

"Joe" fue artífice de su inmensa fortuna y cerebro del
logro político de sus hijos.

También se le adjudica a él, "Joe", el haberse involucrado en el negocio ilícito de contrabando de bebidas alcohólicas durante los años en que duró La Prohibición (1920 al 1933), hecho que nunca se ha podido comprobar, pero no hay duda que sí previo el inminente sobreseimiento de la enmienda constitucional que prohibía la fabricación, comercialización y consumo de alcohol, creando alianzas estratégicas con los fabricantes escoceses para su futura importación.

Joseph “Joe” Kennedy, además fue el dinamo, tras las respectivas carreras políticas de sus hijos: Joe, John, Bob y Ted, guiándolos, pero sobre todo, presionándolos, para escalar los escalones necesarios, que pudiera llevar, al menos a uno de ellos, hasta la Casa Blanca, en vista que él, al respaldar una mala decisión, vio desmoronar, en un instante, su ambición personal. Siendo embajador de los Estados Unidos en Inglaterra, respaldó el crear un acercamiento con Adolfo Hitler, apoyando la “política de apaciguamiento” británica, instituida por el entonces Primer Ministro Neville Chamberlain, justo antes del inicio de La Segunda Guerra Mundial, contraria a la de Winston Churchill, quien, desde hacía años, abogaba por el incremento del arsenal militar. Al año siguiente Chamberlain va a ser destituido de su prominente cargo, para darle paso en él, a su más ferviente rival dentro del mismo Partido Conservador: Churchill, que opinó sobre su antecesor, “Tuvo usted, para elegir entre la humillación y la guerra, eligiendo la humillación que nos llevará a la guerra.”

La nefasta Conferencia de Munich de 1938, en la que el ingenuo Primer Ministro
británico, Neville Chamberlain, acepta los términos de Hitler, ante la invasión
alemana de los Sudetes (República Checa). 

Mientras, John, a los 19 años de edad, en 1936, es aceptado en la prestigiosa Universidad de Harvard, al igual que su padre y su hermano mayor, Joe, para estudiar Relaciones Internacionales, obteniendo el título, cum laude, cuatro años después. Por insistencia de su padre, publica su tesis de grado, “Why England Slept” (Porqué Inglaterra Durmió), en la que analiza y critica la “política de apaciguamiento” del Reino Unido ante el expansionismo geográfico y militar de Adolfo Hitler.  Llegando a la conclusión, de lo catastrófico, que hubiese sido para la isla, el haberse enfrentado al régimen nazi antes de tiempo, por no haberse preparado militarmente para enfrentarlo. Con éste libro, Joe, justificaba, a través de su hijo, su “errónea” decisión, que le costó el cargo y el exilio diplomático. Algunos historiadores opinan que la asombrosa venta de éste libro, escrito por un muchacho desconocido, se debió a las compras masivas ordenadas por su padre.

Obra que cuestiona el aletargamiento político y militar
del Reino Unido ante el avasallamiento nazi.

John, en primera instancia, había intentado que Harold Laski (el intelectual más prominente en el Partido Laboral Británico), le escribiese la introducción a su libro, pero éste declina, opinando, un tiempo después;  “Es el libro de una mente inmadura; que si no hubiese sido escrito por el hijo de un hombre muy rico, nunca hubiese encontrado a un publicista.” El libro, editado y comercializado en 1940, fue un éxito de ventas, tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido, llegando a superar las 80.000 copias, generándole una ganancia, por derechos de autor, de unos $ 40.000. Ya en plena guerra y por recomendación del padre, John dona la totalidad de su comisión británica a la ciudad de Plymouth, que recién había sido bombardeada y destruida por la fuerza aérea alemana. Con la otra parte de su ganancia se compró un Buick convertible verde, algo muy acorde a su edad e ímpetu.

Buick convertible año 1940 al estilo del que John compró.

Durante La Segunda Guerra Mundial muere su hermano mayor, Joe, heredando él, posiblemente sin siquiera desearlo, la ambición del padre para que uno de sus hijos fuese el primer presidente católico de los estados Unidos.

Las otras religiones alas que han pertenecido los otros 42 presidentes de los Estados Unidos son: Episcopal 11; Prebisteriano 8; Baptista 5; Unitario 4; Metodista 3; Discípulos de Cristo 3; Quáquero 2; Reformista Holandés 2; Anglicano 1; Católico 1; Congresionista 1 e Iglesia de Cristo 1.

John participa activamente en la guerra, llegando a comandar una  Patrulla Torpedera (PT 109), destacándose militarmente y recibiendo por su valentía la medalla de más alta jerarquía de la Naval. Pero “su” ambición personal no es el hacer carrera en las Fuerzas Armadas, sino en la política, aunque su verdadera vocación era el periodismo, y más aun, después del éxito de su primer libro.

John a bordo de su lancha PT 109, en la que patrullaban las islas del Pacífico.

Ya en el ámbito político, John, primero como representante y luego como senador Demócrata, no siempre estuvo de acuerdo con las políticas o líneas del Partido, enfrentándose, en muchas oportunidades y siendo muy criticado por los suyos, razón por lo que decide escribir Perfiles de Coraje, en la que expone ocho casos en los que senadores de la nación, a un alto costo personal, mantienen sus principios y convicciones, a pesar de las presiones de sus pares. La publicación da a conocer a John, proyectándolo a nivel nacional, siéndole galardonado, por influencia de su padre, El Premio Pulitzer como mejor biografía en el año 1957.

Libro de obligada lectura en el ámbito político, en la Kennedy
respalda históricamente, los principios personales sobre las
pautas partidistas.
Este libro, casi sesenta años después, es considerado, aun hoy, como “el mejor libro de valentía política”, a pesar que desde su primera edición, ha sido cuestionada su autoría, llegándose incluso a sugerir despectivamente, por el periodista Drew Pearson, que ha sido la primera vez en la historia, que el muy respetado Premio Pulitzer otorga un premio a un autor cuyo libro fue realizado por un “escritor fantasma”; Ted Sorensen. A pesar de las amenazas de “Joe” por demandar, el periodista nunca se retractó de su aseveración.

A lo largo de toda la vida de John, se ocultó ante la opinión pública el padecimiento de la muy rara enfermedad de Addison, para no afectar su carrera política, padecimiento que le generaba una deficiencia hormonal, que se manifiesta en debilidad física, alteración gastrointestinal, adelgazamiento, hipertermia, trastornos perceptivos e hipotensión arterial. Por su precaría salud y debilidad física, John estuvo, en repetidas ocasiones casi moribundo, recibiendo a lo largo de su vida, cuatro extrema unción, de las cuales tres sobrevivió.

En 1953 John se casó con Jacqueline Bouvier, doce años menor que él, proveniente de una familia aristócrata, de su mismo círculo social, rodeada de un ficticio glamour creado por su abuelo en su libro Nuestros Antepasados, para realzar las modestas ascendencias familiares, que ella si llegó a imponer a lo largo de su vida.

El matrimonio de John y Jackie fue fastuoso, digno de
la "realeza" norteamericana, con más de 1200 invitados.

Los dados estaban echados y las condiciones dadas para el gran paso adelante, las elecciones presidenciales de 1960. Tras haber derrotado a los candidatos Demócratas, ahora se debía de enfrentar al candidato Republicano: Richard Nixon. Pero su principal enemigo, no era externo, sino muy interno, su religión católica en una población mayoritariamente protestante. Así y todo se fue imponiendo, con carisma y alianzas estratégicas, hasta ganar en una de las elecciones más reñidas de la historia norteamericana: 49,7% contra 49,5%. John F. Kennedy ahora se convertía en el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América.

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi



sábado, 16 de noviembre de 2013

El Rey Arturo: Mito o Realidad


Desde hace muchos siglos, se debate aun, si el personaje, muy enaltecido, de Arturo, rey de Britania, existió en realidad o es una creación fantástica y muy elaborada, qué, con el pasar de los tiempos, más bien se ha transformado en un concepto de rectitud idílica del ideal monárquico.

Portada del libro: El rey Arturo, escrito por
N. C. Wyeth

Desde el retiro progresivo del Imperio Romano de Britania, en el siglo V, ante las constantes acometidas de tribus bárbaras por toda Europa, en el área que hoy es Inglaterra, la población de la isla merma en unos tres millones de habitantes, quienes, ante la inseguridad imperante y la incertidumbre, prefirieron abandonar el territorio en busca de una estabilidad, que en definitiva, tampoco iban a encontrar en ninguna otra parte de Europa.

La vasta región ahora estaba conformada por un pequeño número de habitantes, alrededor de un millón, carentes, a partir de entonces, de una organización administrativa eficiente, sin la fuerza de un régimen que los protegiera y sin una cabeza gubernamental fuerte, el territorio se fracciona entonces, en una multitud de pequeños reinos, liderados por reyes efímeros, que luchaban entre ellos para mantener lo poco que tenían. Era sólo cuestión de tiempo antes que otras potencias vieran algún tipo de atractivo en estas tierras y las quisieran conquistar.

Asentamientos celtas. Modestas construcciones en madera, muy vulnerable
a las invasiones.

De este caos, surge Arturo, o al menos la leyenda de él. Un líder valiente y carismático, quien vio en la unidad de estos pequeños reinos bretones, la única esperanza de resistir las abatidas de las tribus extranjeras: anglos (Dinamarca) y sajones (Alemania).

Los pobladores rezagados de la Britania de Arturo son de origen celta y por un tiempo, ya muy corto, va a haber un resurgimiento de su cultura, tradiciones y religión (el druidismo), antes de ser absorbido por el incipiente avance del cristianismo. De la filosofía druida muy poco se sabe, y en gran medida, todo son conjeturas, ya que sus prácticas fueron proscritas por los emperadores Claudio y Nerón, no quedando ni un objeto arqueológico al que aferrarse. Pero algo se sabe de ellos, y es gracias a Julio Cesar, quien hace referencia en su libro: Comentarios sobre la Guerra de las Galias, escrito en el año 50 a.C., en el que relata que fueron una secta sacerdotal, con un inmenso poder político, que creían en la inmortalidad del alma y la reencarnación del cuerpo.

El vículo entre los druidas y la naturaleza es primordial. Los bosques
son sus templos, razón por la cual no existe ninguna construcción de ellos.

Julio Cesar los describe así: “Respecto a sus enseñanzas propiamente dichas, el objetivo principal de toda su instrucción es, en la opinión de ellos, imbuir a sus estudiantes con una creencia firme de la indestructibilidad del alma, la cual, de acuerdo con sus creencias, simplemente pasa de un inquilino a otro tras la muerte; solamente por esta doctrina, que roba a la muerte todos sus temores, puede desarrollarse la forma más elevada de valentía humana. Secundarias a este principio fundamental, ellos sostienen varias disertaciones y discusiones sobre astronomía, sobre la extensión y distribución geográfica del globo, sobre las diferentes ramas de la filosofía natural y sobre varios problemas relacionados con la religión.” En la historia de Arturo, su personaje principal, es el mago Merlín.

Representación del mago Merlín según la visión de Disney
en su película La Espada en la Piedra.

La primera referencia que se tiene de Arturo, cómo rey de los bretones, es del monje Geoffrey de Monmouth, quien, en el siglo XII, escribe Hitoria Regum Britanniae, relatando los orígenes de los reyes de Britania, cronológicamente, desde la llegada ancestral de los troyanos, tras su apoteósica derrota en La Guerra de Troya, hasta la conquista del territorio por los sajones, en el siglo VII.

El monje Geoffrey de Monmouth representado en una
iluminación medieval del siglo XIII junto al mago Merlín.

Con el paso de los años, distintos escritores, han contribuido a conformar la imagen literaria del rey Arturo, diluyendo en la poesía caballeresca , sin intención, la posibilidad real de su existencia histórica. Inspirado en la referencia de Geoffrey de Monmouth, el novelista francés, Chrétien de Troyes, escribe, unos años después, sus novelas: Lancelot, el Caballero de la carreta y Percival o el cuento del Grial. Un siglo después (XIII), Wolfram von Eschenbach, de origen alemán, nos lega su obra: Parsifal, de la que el músico Richard Wagner se inspirará para componer su épica ópera en 1882. Y la más relevante de todas las narraciones es La muerte de Arturo, escrita en 1485 por Sir Thomas Malory, quien recolecta las aventuras más significativas, ensamblándolas con creaciones propias.

El personaje de Arturo nace del deseo lujurioso de Uther Pendragon, rey de una pequeña comarca galesa, por la mujer de Gorlois, duque de Tintagel, en Cornualles, en el extremo sur oeste de Inglaterra y para poder satisfacer su apasionado deseo sexual con Lady Igraine, Uther convence a Merlín que lo transforme en la imagen y semejanza del esposo de ésta: Gorlois, quien para ese momento está en batalla. Merlín acepta, pero con una sola condición: el fruto de ese amor prohibido será de él: Arturo. El rey Uther, enceguecido por la pasión, no evalúa el inusual pedido de Merlín y acepta.

El rey Uther Pendragon, ilustrado por Hoeard Pyle.

Lady Igraine cree que el hombre que está con ella es su esposo, quien, en el mismo instante del éxtasis, muere en batalla. Uther, satisfecho y contento, abandona el lecho, sin imaginarse que su amante ha quedado embarazada. Los habitantes del ducado de Tintagel, al enterarse de la muerte de su señor: Gorlois, presionan a Lady Igraine a que contraiga matrimonio con Uther, para mantener la alianza y no involucrarse en otra desgarradora guerra. Nueve meses después, Merlín reaparece intempestivamente en busca del recién nacido Arturo, al que despoja de los brazos de su madre y ante la impotencia de su padre.

Ruinas del castillo de Tintagel, en donde muchos creen
nacio Arturo.

El mago Merlín sabe que el destino de ese niño ha de ser grandioso y como analogía a la vida de Jesucristo (en la que ésta historia cuenta con muchas similitudes), él debe criarse ajeno a su linaje y por mérito propio surgir y transformarse en el gran rey que su pueblo necesita y añora, consolidando su gran proeza, con su muerte.

El rey Uther Pendragon, poseedor de la legendaria espada Excalibur, es emboscado y asesinado, pero antes de morir, para evitar que la espada mágica sea usurpada, en un acto desesperado por protegerla, la clava en una piedra y sólo, el verdadero heredero, la podrá extraer. En los años de caos, que precedió al homicidio del rey, uno tras otro, docenas y cientos de pretendientes, ganadores todos, del derecho intentan sacar a Excalibur de su prisión pétrea y convertirse en rey de Inglaterra, pero ven frustrado su ego, ante la imposibilidad de tal hazaña. Sólo Arturo puede y él lo ignora.

Excalibur, la espada en la piedra, el que la extraiga
regirá los destinos de Inglaterra.

Merlín le entrega el niño a Sir Héctor para que lo críe y eduque. Junto a él y su hijo Kay, Arturo crece y a los 16 años de edad, su destino se le interpone, frente a frente con Excalibur. Desconociendo el ritual de intento de extracción, y sin ser aun caballero, se acerca a la espada y la saca fácilmente de la piedra, ante los ojos incrédulos de muchos que observaban. Inglaterra tenía finalmente a su digno heredero. Arturo, habiendo jurado ante todos, igualdad y justicia, emprende, con un grupo de doce fieles seguidores, doce batallas que habrán de liberar al reino del yugo extranjero y por doce años disfrutaran de paz y desarrollo.

El actor Nigel Terry, Arturo, recibe de La Dama del Lago, la restitución
de la espada Excalibur, de la película homónima, del año 1981.

Victoriosos, Arturo y sus hombres crean una alianza que será conocida como La Orden de los Caballeros de La Mesa Redonda, en la que todos por igual disfrutan de los mismos derechos, en el fabuloso castillo de Camelot, y él pasa a ser “primero entre iguales”. Pero éste equilibrio perfecto se rompe cuando Sir Lancelot, el más confiable y fiel amigo de Arturo, se enamora de la esposa de éste, Ginebra, y ambos se convierten en amantes. La traición, de inmediato, se manifiesta con el decaimiento del reino, las cosechas se mueren, la tierra se hace infértil, la enfermedad azota a la población. Como si Arturo y su reino fueran uno. La única solución a tan grave crisis es la búsqueda del Santo Grial, la copa que Jesús utilizó en La Última Cena.

Ilustración del siglo XV en donde se representa los Caballeros de la
Mesa Redonda y en el centro, la aparición del Grial.

Sólo el caballero más digno puede encontrar la copa sagrada, traída a Inglaterra, siglos atrás, por José de Arimatea, el aristócrata que cedió su tumba para enterrar el cuerpo de Jesús. Según la leyenda, el Santo Grial tiene el poder de sanar y traer vida eterna, de cuerpo y alma, jugando un rol de transición entre el paganismo y el cristianismo. Es una reliquia de fe, que vincula a Arturo con Jesús. Pero muchos años van a pasar antes que Galahad, hijo de Lancelot, encuentre el Grial, o más bien, su significado, al que comunica a Arturo. La luz retorna al rey y con él revive de nuevo el reino, para ser retado nuevamente, pero ahora por su hijo: Mordred.

Los caballeros de La Mesa Redonda parten en lka épica búsqueda del Santo Grial.

Mordred fue el resultado de una relación incestuosa entre Arturo y su media hermana Morgana, quien valiéndose de ser hechicera, acondiciona a su hijo, ya hombre, a rivalizar en contra de su padre, por celos y deseos reprimidos. Es una lucha entre el bien y el mal, en la que Arturo sabe, que sólo con su sacrificio puede salvarse el reino, peleando, padre e hijo entre sí hasta la muerte. La lucha es feroz y ambos quedan fatalmente heridos.

La hechicera Morgana, media hermana de
Arturo e hija de Lady Igraine y Gorlois.
Autor: Anthony Frederick Sandys, 1864
Museo de Arte de Birmingham, Inglaterra.

El cuerpo de Arturo es llevado en barco hasta la isla de Avalon, que en la mitología celta es una representación del Paraíso. La espada Excalibur es lanzada de nuevo al lago en donde vive La Dama del Lago, a la espera del retorno del rey, que al igual que a Jesús, se le aguarda para el Segundo Advenimiento.

La muerte de Arturo
Autor: Edward Burne-Jones, 1898

En los inicios del Medioevo, existe una delgada línea entre la realidad y la fantasía, por las pocas o nulas referencias históricas, a falta de textos fiables, que avalen la narración oral. Si además, se trata de un personaje como Arturo, al que tantas personas han colaborado en engrandecer sus hazañas y romantizar su entorno, creando a su alrededor elementos falsos para apropiarse así de su memoria física, con el objetivo de atraer a crédulos a peregrinar ante sus reliquias.

Entre las docenas de películas o series de televisión, es de mí parecer, que la más relevante de todas es Excalibur, estrenada en 1981, producida y dirigida por John Boorman y protagonizada por: Nigel Terry (Arturo), Helen Mirren (Morgana), Gabriel Byrne (Uther Pendragon) y Liam Neeson (Sir Gawain).

Trailer de Excalibur




Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

lunes, 11 de noviembre de 2013

El Primer Tour de Francia: 1903


Muchas veces, cuando ya uno se cree derrotado, lo único que hace falta es un último esfuerzo e imaginación y el éxito estará allí, esperando. Eso no sólo aplica a los deportistas, sino también a los organizadores y promotores. Fue una lucha titánica, la que enfrentó el Barón de Coubertin para consolidar a las Olimpiadas Modernas, de igual manera Henri Desgrange para mantener al Tour de Francia como la carrera ciclística más importante del mundo. En gran parte, esa fuerza pudo haber sido, gracias a que ambos, Coubertin y Desgrange, fueron también deportistas.

Henri Desgrange fue un excelente ciclista, logrando en
1893, el record de velocidad de 35.325 Km/h.

La idea inicial para la creación de ésta competición ciclística vino de la necesidad editorial de un periódico: L´Auto-Vélo, en crearse una identidad propia a la de sus antecesores: Le Vélo, razón por la que se decide dedicarse exclusivamente a las noticias deportivas y así distraer a sus lectores de los conflictos tradicionales que reseñaban los otros periódicos. Hoy en día, es difícil imaginarse que esto no haya sucedido antes, ya que estamos rodeados de medios especializados en casi todas las áreas de interés. Se imprimió en amarillo para diferenciarse de Le Vélo que se imprimía en verde, pero aunque la línea editorial era distinta, al igual que el diseño y la tipografía, un juzgado consideró que el nombre era muy similar al de Le Vélo y le obligó a eliminarlo, quedando con tan sólo: L´Auto.

Henri Desgrange fue nombrado director y redactor en jefe de L´Auto. El periódico al principio tuvo una modesta acogida y los patrocinantes no iban a llegar hasta que el número del tiraje no creciera, así que había que buscar una forma de promocionarse, y fue entonces, cuando uno de los colaboradores de Desgrage: Geo Lefevre, quien durante una reunión editorial, de manera espontánea y acosado por los nervios de no tener ninguna idea de cómo mejorar las ventas, lanzó al aire lo primero que le vino a la cabeza, sugiriendo el crear una carrera ciclística, por etapas, alrededor de Francia.

Geo Lefevre fue el cerebro detrás del Tour de Francia, y quien,
para lograr la cobertura, tuvo que realizar él, gran parte del
recorrido en bicicleta.

A pesar que Desgrange, era un ciclista reconocido, que había obtenido en 1893 el primer record mundial de velocidad, rechazó la idea de plano. Pero siendo ambos amigos: Desgrange y Lefevre, fueron a almorzar y tras reflexionar un poco, le atrajo el concepto y decidió promoverla, anunciándola al público a principios de año, 1903, con la idea de realizar su primera edición en el mes de mayo.

Con la intención de aumentar el tiraje del recién
creado periódico L´Auto, Geo Lefevre, propuso,
impulsivamente, el crear una carrera de bicicleta
alrededor de Francia.

Las carreras de velocidad, ya fueran carros, motos o bicicletas se comenzaron a realizar desde la invención de los respectivos vehículos, no sólo porque el público busca emociones que lo distraigan de su rutina y malestares, sino que además, es la mejor manera que tienen los fabricantes e inventores de exponer y mostrar sus productos. Esto significa, que cuando se convocó el primer Tour de Francia, ya existían muchas otras competencias que eran clásicas, ésta iba a ser sólo otra más. La inscripción de corredores fue poca y hubo que posponerla de mayo a julio el inicio de la competencia, para dar más oportunidad a otros corredores que se entusiasmaran, incluso sacrificando el cobro de la cuota de inscripción y aumentando el valor del premio en metálico. 

Henri Desgrange se mantuvo al margen de la primera carrera y ni siquiera estuvo en el banderazo de salida, cuando los sesenta corredores inscritos partieron desde el Reveil Matin en Montgeron, justo a las afueras de París, el primero de julio de 1903. El recorrido inicial era de 2.428 Km., lo que significaba que cada tramo equivalía a un promedio de 400 Km. por día, teniendo en cuenta que las bicicletas de esa época no tenían cambios y pesaban más o menos 16 kilogramos, y que las condiciones de las vías, no son las de hoy en día. Algunos tramos duraron hasta 17 horas para ser concluidos, lo que significa que muchas veces se corría de noche y el público no era tan pasivo como se ha de suponer, ya que agredían a golpes a los ciclistas que no fueran de su agrado o lanzaban clavos a la vía para perjudicar a otros. Pero a pesar de todo, un ciclista se destacó y se llevó el triunfo, Maurice Garin, con una velocidad promedio de 25 Km/h. LLegando, con una ventaja record, de 2:59:21 por delante del segundo lugar. Su premio fue de 6.075 francos, una suma muy atractiva para esa época.

Maurice Garin se coronó como campeón de la primera
edición del Tour en 1903.

El objetivo inicial para realizar la carrera, aumentar la circulación del periódico, fue exitosa, vendiéndose hasta seis veces más, de 25.000 aumentó a 65.000, razón por la cual se decidió realizar una nueva versión el siguiente año, con Desgrange ahora totalmente involucrado en el proyecto. Pero los detalles organizativos de la primera competición, aunado al hecho de ser una carrera en etapas a lo largo de todo el país, lidiando con los egos personales de los competidores, pero sobre todo, con el de los políticos, que de inmediato buscan brillar son ellos, ante el éxito de los otros, hubiera sido más fácil renunciar a la empresa, pero Desgrange trabajó muy fuerte para que la siguiente versión, en 1904, fuera aun mejor. Ajustó el reglamento, colocó más sitios de control, prohibió la competencia en equipos, eliminó los tramos nocturnos y mejoró los premios. Aunque el ego, en el corazón mismo del proyecto, también se manifestó, y Geo Lefevre, quien había sugerido la creación de la carrera y la reportó a lo largo de todo el trayecto, fue asignado, a partir de entonces, a otros deportes ajenos al ciclismo.

La segunda versión contó con 88 corredores inscritos, pero casi desde el comienzo se generaron las irregularidades. Hubo quejas, en la que muchos de los corredores, entre ellos Garin, habían hecho algunos de los recorridos de las etapas en tren o en carro, obteniendo, por supuesto la victoria, pero al final, una comisión descalificó a los cuatro primeros corredores, otorgándole el triunfo a Henri Cornet, hasta el momento el corredor más joven en ganar, a sus 20 años de edad.

Desalentado por el “fracaso” de su empresa, Desgrange consideró el cancelar el proyecto, pero la polémica creada, los enfrentamientos y las opiniones encontradas, le dio vida, no sólo a su periódico, sino a la carrera misma.

Escultura del Tour de France de Jean Bernard Métais.

Con los años el kilometraje en el recorrido llegó a aumentar, hasta llegar a 5.500 Km, hoy en día son 3.200 Km, pero disputado en veintiun etapas, con un promedio de 155 Km por día, y no los heróicos 400 Km de la primera edición. De igual manera, se crearon nuevos retos: los recorridos en ascensos por Los Pirineos o Los Alpes, y se incluyó, en los trazados a futuro, el paso por otros países fronterizos de Francia.

En los primeros años, la carrera no se puede considerar menos
que heróica, debido a que todas las condiciones eran adversas
a las realidades actuales: la vialidad era agreste, las bicicletas
muy pesadas, las distancias muy largas, etc. y aun así atrajo
a los competidores.

Henri Desgrange se mantendrá a la cabeza de la dirección del Tour de Francia hasta 1936, fecha en que recibe tal responsabilidad, Jacques Goddet, quien a su vez, por 51 años, tendrá el control absoluto de magno evento.

Henri Desgrange fue el director del Tour de Francia por
teinta y tres años, logrando mantener su competición
como la líder de las tres que conforman el Gran Tour. Las
otras son: El Giro de Italia y La Vuelta a España.

A pesar de todos los controles que se han implantado a lo largo de los años, el Tour no ha estado exento de escándalos, el más relevante de todos ha sido la reciente desclasificación del norteamericano Lance Armstrong, quien habiendo logrado siete títulos consecutivos (1999 al 2005), a lo largo de su carrera, se le comprobó en el año 2012, el haber utilizado dopaje durante sus competiciones, despojándosele de los títulos obtenidos y declarándose desierto el título de campeón en las respectivas ediciones del Tour de Francia. Un año después Lance acepta el ser entrevistado por Oprah Winfrey, en la que confiesa, de manera directa e inequívoca, “Todo se ha tratado de una gran mentira que resultó bastante perfecta durante mucho tiempo", "Sí, me dopé; el cuento de hadas no era cierto…". Tras esto, todas sus victorias ciclísticas han sido eliminadas, borrándolo, a futuro, de la historia.

Lance Armstrong tras ganar de manera consecutiva su séptimo Tour.
Entrevista con Oprah Winfrey en el 2013 (traducida al español)



El Tour de Francia, desde sus inicios, se han corrido desde entonces 100 carreras, sólo interrumpidas por la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Hasta la fecha, los competidores con más triunfos, cinco en total, son el español Miguel Indurain, los franceses: Bernard Hinault y Jacques Anquetil y el belga Eddy Merckx, “El Canibal”, el mejor ciclista de la historia, quien también ha sido el competidor que más ha vestido de amarillo, un total de 96 días. El país que más ha ganado es Francia con 36.

El belga Edy Merckx ganó el Tour de France en el 1969, 70, 71, 72 y 74.

LO MEJOR DEL TOUR DE FRANCIA 2013




Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi



jueves, 7 de noviembre de 2013

Antonio Guzman Blanco: El Ilustre Americano


Existen mandatarios soberbios, autócratas e irreverentes, que se han aferrado al poder sólo para satisfacer su ego y su bolsillo, manipulando a las instituciones, doblegándolas hasta lograr que les rindan pleitesía, y una vez logrado, arremeten en contra de los países extranjeros, no sólo para buscar las reivindicaciones que consideran justas, sino para, en el escándalo generado, hacerse oír, tanto afuera como adentro del país. Todo eso hizo Antonio Guzmán Blanco y fue el mejor, patrón de referencia de todos los demás, quienes copiaron su estilo y lo trataron de adaptar a sus realidades y a sus épocas. Pero ninguno como él, quien unificó a Venezuela, creándole su identidad nacional y construyó además, como ninguno, la historia arquitectónica del país.

General Antonio Guzmán Blanco
Autor: Martín Tovar y Tovar, 1880
Ministerio del Poder Popular para
Relaciones Exteriores.

Antonio Guzmán Blanco nace en Caracas en 1829, heredando el perfil político de su padre, Antonio Leocadio Guzmán, quien fue fundador del Partido Liberal, Vice Presidente de Venezuela y cuatro veces Ministro de Interior y Justicia, y parte de la fortuna de su madre, Carlota Blanco de Aristeguieta. Pero a pesar de esta anhelada posición aristocrática, su familia no era del agrado de casi nadie, debido a la ambigüedad oportunista del padre, quien cambiaba de bando político a conveniencia personal, desarrollando en el joven Antonio una personalidad de hierro, para poder enfrentar con dignidad, los desagravios sociales a consecuencia de las acciones de éste.

Antonio Leocadio Guzmán
Autor: Martín Tovar y Tovar, 1874

Su impresionante carrera política despegó, casi, por casualidad. Antonio, estudiante de derecho para ese entonces, ejerce un cargo menor en el gobierno y fija su atención en la nieta del entonces presidente de Venezuela, el general José Tadeo Monagas, quien desaprueba la relación, pero poco podía hacer para distanciarla, hasta que vio, unos años después, en el horizonte lejano, la solución y nombra a Antonio, de tan sólo 25 años de edad, cónsul en la ciudad de Filadelfia en los Estados Unidos. Lo que éste nombramiento representaba para su futuro era más que el amor que lo unía a Luisa Teresa Giuseppi. Se marcha para el país norteamericano y desempeña su labor de manera impecable, recibiendo cada vez más cargos diplomáticos en el extranjero y de mayor relevancia, hasta que lograr ser el de Jefe de la Delegación Venezolana en Washington, y aun no cumplía los treinta.

José Tadeo Monagas

Un punto de inflexión en la vida de Antonio, que definió su carácter y afianzó como nunca su política liberal, fue La Revolución de Marzo de 1858, evento en que el ejército venezolano, ya cansado del abuso de poder de los hermanos Monagas, quienes habían modificación la Constitución Nacional a su conveniencia política impulsada por el entonces presidente, José Tadeo, y en la que se extendía el período presidencial de cuatro a seis años y permitiéndose además, por primera vez en la historia del país, la reelección inmediata. Esta revolución fue liderada por Julián Castro, quien asume el gobierno, y era, hasta ese día, fiel y gran amigo del ahora depuesto gobernante, como casi siempre pasa.

Julián Castro, presidente de Venezuela de 1858 al 1859.

 
El padre de Antonio, en una acción característica de su oportunismo político, siendo Vicepresidente de la Nación, se separa de inmediato de su aliado partidista y aclama su destitución e incluso su muerte, buscando, en éste acto de traición, un posible nuevo cargo en el nuevo gobierno conservador de Julián Castro, pero él, unos meses después, al no haber recibido ninguna regalía por su cabalgata traidora, participa en una conspiración (La Galipanada) y es obligado a exiliarse del país.

Antonio, apenas se enteró de esta cuestionable acción de su padre, se regresa de inmediato a Venezuela para aprovechar el caos reinante, ante la falta de carácter del nuevo presidente y afianzar nuevamente, debido a la crisis, el liberalismo, pero debido a la conspiración, aunque él no tuvo ninguna participación, es obligado a exiliarse y va rumbo a Curazao. Allí, junto a Juan Crisóstomo Falcón, se gesta la terrible Guerra Federal, que habrá de sumir al país en una sangrienta guerra ideológica: Conservadores versus Liberales. La guerra va a durar cinco años (1859 al 1863), teniendo en consecuencia un altísimo costo en vidas, alrededor de 200.000 personas, lo que equivale para ese entonces al 10% de la población, y una merma casi total de la ganadería nacional, en vista que casi todas las batallas se dieron en los Llanos.

El General Antonio Guzmán Blanco gesta su
carrera política con la suma de sus victorias
durante La Guerra Federal.

Como a veces ocurre en la lucha armada, los mismos aliados se enfrentan y la rivalidad pone en peligro la victoria, pero Antonio, quien se ganó la confianza de Juan Crisóstomo Falcón, intercede para conciliar a las partes, logrando enrumbar nuevamente a Ezequiel Zamora a la causa Federal. Este hecho, además de lo versátil y audaz que fue en sus campañas militares, todas exitosas, hacen de Antonio un político y militar de gran talla, lográndose al final el triunfo arrollador de los federales, y encaminándose él a la presidencia, lo cual logró por primera vez en 1870.

Arco de la Federación, inaugurado en 1895 por el presidente Joaquín Crespo en
homenaje al triunfo de los liberales en La Guerra Federal (1859 al 1863)

Con su característico estilo político, Antonio Guzmán Blanco, se apropia autocráticamente del poder en tres oportunidades: El Septenio (1870 al 1877); El Quinquenio (1879 al 1884) y el Bienio (1886 al 1888), creándose para sí, una de las mayores fortunas personales, utilizando distintas artimañas legales para conseguirlo, desarrollando una estructura de corrupción nacional muy imitada de allí en adelante, por la gran mayoría de los que han ostentado él poder. Pero a diferencia de muchos, logra a su vez, importantes progresos sociales, culturales y civiles.

Estatua de Antonio Guzmán Blanco conocida como "El Saludante",
frente al Palacio de las Academias en Caracas. Hoy inexistente.
 

Su interés masónico: intelectual y progresista, lo lleva a enfrentarse con La Iglesia Católica, para esa época retrógrada y muy conservadora, pero la única institución, hasta el momento, no doblegada por él.

Rivaliza con el recién nombrado Arzobispo de Caracas, Monseñor Guevara y Lira, a quien presiona de forma directa e indirecta, eliminándole o limitándole las prerrogativas que esta institución, hasta la fecha, gozaba. Las más relevantes, de carácter político, fueron: crear el Registro Civil, eliminando el Registro Parroquial, con el cual, la Iglesia Católica presionaba a todo ciudadano, fuera de la fe que fuera, a ser bautizado, para registrar así su nacimiento; impone a su vez como requisito legal el matrimonio civil antes que el religioso y aprueba el divorcio; crea la educación pública y gratuita y laica; ordena el cierre de todos los monasterios, claustros y templos, transfiriendo la educación superior a las universidades; y decreta la separación de La Iglesia Venezolana de la autoridad Vaticana, con lo que logra, en 1873, finalmente, por el papa León XIII, en un intento desesperado de evitar daños mayores, sustituyendo al Arzobispo y otorgándole total libertad a Antonio para que nombrase él a quien más le conviniera, lo cual hizo. En gratitud, Antonio Guzmán Blanco, va a construir importantes iglesias: La Iglesia de Santa Ana, la de Santa Teresa y La Basílica de Santa Capilla.

Una edificación, dos iglesias: Santa Ana y Santa Teresa, finalizada en 1881.
Cabe destacar que la esposa de Antonio Guzmán Blanco se llama Ana Teresa.
Basílica Menor Santa Capilla, construida en 1883 en tan sólo 6 meses.

Pero algunas antiguas sedes religiosas dan paso a lo modernidad visualizada por Antonio, quien ordena la construcción del Palacio Federal Legislativo en los terrenos expropiados del Convento de las Reverendas Madres de la Inmaculada Concepción, edificación que fue parcialmente inaugurada en 1873, a cinco meses del inicio de la obra. Las instalaciones, hasta 1961, albergó las sedes del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Palacio Federal Legislativo, finalizado en 1877 y diseñado por Luciano Urdaneta.

De igual manera, otra sede religiosa expropiada fue la Iglesia de la Santísima Trinidad, la cual estaba en ruinas desde el terremoto de Caracas de 1812. Antonio decide construir allí el Panteón Nacional, para albergar los cuerpos de todos los personajes relevantes, incluyendo, a futuro, el suyo… por supuesto, lo que no logró hasta 1999. La arquitectura de la edificación debía ser grandiosa, pero no podía ser identificada como una construcción eclesiástica. El cuerpo de Simón Bolívar, que reposaba desde 1842, hasta la fecha, en La Catedral de Caracas, es trasladado al recinto en 1874. Antonio Guzmán Blanco, para tan magno evento, va de la mano de la nana de Simón Bolívar, la Negra Matea, que a la fecha cuenta con 101 años de edad. Ella muere a la edad de 112 años.

Antigua iglesia de la Santísima Trinidad, destruida por
el Terremoto de Caracas en 1812.
Ilustración: Ferdinand Bellermann, mediados del siglo XIX
Diseño original del Panteón al momento de su inauguración en 1875.
 
El Panteón Nacional de Venezuela, re inaugurado en 1929. Diseño de
Manuel Mujica Millán.

En el ámbito cultural, deseando imitar el modelo parisino, desarrollado por el emperador Napoleón III, construye el Teatro Baralt en la ciudad de Maracaibo y el Teatro Guzmán Blanco, hoy en día teatro Municipal de Caracas. A su vez, crea becas artísticas, de los cuales salen favorecidos: Arturo Michelena y Cristóbal Rojas, entre otros.

Teatro Guzmán Blanco, actual Teatro Metropolitano.
Diseñado por el arquitecto Jesús Muñoz Tébar y finalizado
en 1881. Su primera obra fue la ópera Il Trovatore de
Giuseppe Verdi.

Propaga el nacionalismo independentista, adoptando en 1881 el “Gloria al Bravo Pueblo”, como Himno Nacional de Venezuela, música patriota creada el 19 de abril de 1810 y atribuida a  Vicente Salias y a Juan José Landaeta. También instaura La Casa de la Moneda y sustituye la moneda de circulación nacional: el “Peso Venezolano” por el “El Venezolano” y luego por El “Bolívar”, a partir de 1879.


Moneda de oro de 100 Bolívares, "El Pachano", en honor a
Jacinto Regino Pachano, inspector de la Casa de la Moneda.

En 1874, en la Plaza Bolívar, antigua Plaza de Armas, Antonio Guzmán Blanco hace erigir la estatua del Libertador, réplica de la estatua en la plaza homónima de la ciudad de Lima, Perú, diseñada en 1825 por el escultor italiano Adamo Tadolini.


Plaza Bolívar, antigua Plaza de Armas de Caracas.

Construye el Parque del Calvario, originalmente llamado Parque Antonio Guzmán Blanco, como casi todo lo que hacía.

Estatua de Antonio Guzmán Blanco, mejor conocida como "el Manganzón",
en lo alto de las escalinatas del Parque del Calvario. Esta estatua luego fue
derribada y en su lugar se colocó la de Cristóbal Colón que a su vez fue
sustituida por la del Cacique Guaicaipuro, que también fue desplazada para
ubicar, por ahora, la de Ezequiel Zamora.


Crea una sede permanente para el Templo Masónico de Caracas, instala las primeras redes telefónicas, comienza con el trazado eléctrico nacional y crea el sistema de alcantarillado y cloacas, destinando su caudal residual, por mala asesoría, al río Guaire.

Moderniza la red ferroviaria, realizando una proeza de ingeniería para la época. Construye la línea que va desde el Puerto de la Guaira hasta Caracas, con una diferencia de 900 metros de altura y la Cordillera del Centro en el medio.

El tren a la Guaira ayudó al crecimiento de la ciudad de Caracas.

En 1888, aquejado de mala salud y mucha impopularidad, prefiere renunciar, dejando en el cargo a su fiel amigo, Juan Pablo Rojas Paúl, para retirarse él a su amada París en donde va a morir en 1899.

Cortejo fúnebre de Antonio Guzmán Blanco en París, 1899.

A lo largo de las décadas, Antonio Guzmán Blanco, ha tenido grandes admiradores y muchos detractores, pero no hay duda, lo que somos hoy como Nación, en gran medida se la debemos a él.

El escritor Tomás Polanco Alcántara escribe en 1992, Guzmán Blanco: Una tragedia en seis partes y un epílogo y el dramaturgo José Ignacio Cabrujas escribe en 1986 El Americano Ilustrado, obra puesta en escena en el año 2000, por El Grupo Actoral 80.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi