sábado, 28 de septiembre de 2013

Los inicios de La Primera Guerra Mundial


Cuando se habla sobre las razones por las cuales comenzó La Primera Guerra Mundial, es muy ingenuo pensar que la única causa fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando Habsburgo, heredero al trono del Imperio Austrohúngaro y así y todo, la gran mayoría de los libros lo reseñan de esa manera, pero en realidad esa no fue la razón, fue la excusa. Si observamos atrás, a los años inmediatos al inicio de éste conflicto, los asesinatos de líderes de mayor jerarquía están muy presentes en la historia: el zar Alejandro II de Rusia muere en un atentado en 1881; el rey Umberto I de Italia fue baleado en 1900, el presidente de los Estados Unidos William McKinley cae tiroteado en 1901, el rey Alejandro I de Serbia y su esposa fueron asesinados y sus familias aniquiladas…

Ilustración que representa el momento en que el archiduque y su
esposa son asesinados por el extremista serbio Gravrilo Princip.

… y ninguna guerra se desató a causa de esos trágicos eventos. La verdadera motivación para que los europeos se enfrentaran en ésta contienda bélica es que hacía ya muchos años que no peleaban entre sí, al menos en suelo continental y las rencillas, celos y mutuos resentimientos afloran de generación en generación, y no hay duda, la excusa perfecta fue el lugar en donde lo asesinaron: Sarajevo, la capital de la entonces provincia imperial de Bosnia y Herzegovina, en territorio balcánico, en donde en los últimos años dos guerras locales se han desatado, entre otras razones, por el acceso al Mar Mediterráneo, y en consecuencia, muchos tratados internacionales se han firmado para “asegurar” la paz en la región, y ahora, transformándose, esos mismos convenios, en la excusa para pelear.

En la inmediación del Puente Latino en Sarajevo, fue donde se asesinó
 al archiduque Francisco Fernando y a su esposa Sofía Chotek.

Las razones para pelear se pueden enumerar así: el Reino Unido veía con recelo el vertiginoso crecimiento industrial y comercial del recién creado Imperio Alemán; Francia tenía un gran resentimiento con Alemania tras su vergonzosa derrota en La Guerra Franco-Prusiana (1870-71), en la que pierde, otra vez, los territorios fronterizos de Alsacia y Lorena; y los territorios de los países balcánicos, dominados por el Imperio Otomano, mejor conocido en ese momento como “el enfermo de Europa”, eran deseados por todos, debido a su estratégica ubicación.

Gracias a eso, todo el continente, está desde hace años, sumido en una carrera armamentista, “La Paz Armada”, y esto se transformó en una amenaza entre los vecinos, que no desean ofrecer ninguna ventaja a nadie, a pesar que la mayoría de los monarcas europeos, gracias a la reina Victoria, están relacionados por sangre, al haber casado ella a todos sus hijos y a sus nietos con las distintas casas monárquicas del Viejo Continente, y aun así, eso no disminuyó en lo más mínimo, las tensiones.

Ilustración en la que aparece la reina Victoria en el centro, rodeada de su
inmensa familia: 9 hijos y 42 nietos, casados todos, estratégicamente, con
las distintas monarquías de Europa.

Dos bandos se conforman: La Triple Entente (los Aliados), integrados por Reino Unido, Francia, Rusia, Bélgica, Serbia, eventualmente Italia y ya casi al final, Los Estados Unidos; y La Triple Alianza (los Estados Centrales), conformados por Alemania y el Imperio Austrohúngaro, solamente, ya que Italia, que había ratificado su alianza en varias oportunidades, a la hora de la verdad prefirió pelear a favor del otro bando. El Imperio Otomano se alía con los Estados Centrales en vista, que al final de cuentas, se tiene que unir “al menos malo”, para defender como pueda, sus intereses territoriales en la zona.

Mapa animado que representa las distintas alianzas a lo largo de la guerra.

Un mes exacto pasó desde el asesinato del Archiduque, ocurrido el 28 de junio, antes que las potencias europeas reaccionaran y se iniciara la guerra, al no haber sido cumplido el ultimátum del Imperio Austrohúngaro a Serbia, en cuanto a la investigación y entrega de los responsables del crimen. Al día siguiente, el 29 de julio, Rusia moviliza sus tropas en apoyo a los serbios, razón por la cual Alemania le declara la guerra a Rusia y en vista del la alianza franco-rusa, los franceses ponen a su ejército en alerta ante un posible ataque alemán. El káiser Guillermo II vio en estas maniobras una amenaza a su integridad territorial y pone en marcha una estrategia de contingencia, conocido como Plan Schlieffen, creado en 1905 por Alfred Graf von Schlieffen para atacar, invadir y conquistar a su vecino galo en el oeste, manteniendo una pequeña  fuerza defensiva en el oeste para evitar así una retaliación de Rusia.

El kaiser alemán, Guillermo II, considera que éste es un buen momento para desengavetar ese plan y ordena entonces la movilización masiva de toda su fuerza militar en contra de Francia: unos dos millones de hombres, pero una modificación en la estrategia, divide al ejército en dos, al este y al oeste, debilitando su efectividad.  

Mapa del Plan Schlieffen original de 1905, en la que Alemania
 atacaba con todo a Francia y se defendía de Rusia, pero al
ser erróneamente adaptado en 1914, se dividieron las fuerzas
y se atacaron a ambos países de manera simultánea.

Reino Unido, hasta el momento al margen de la situación, entra en el conflicto, cuando Alemania, apresuradamente invade Bélgica, país declarado neutro, para poder atacar sorpresivamente a Francia desde el norte.

En los días sucesivos, a pesar del avance arrollador del ejército alemán en contra de su vecino, un giro inesperado de los acontecimientos, frenó y frustró la conquista gala, las dudas, del no tan talentoso jefe del Estado Mayor germano, Helmuth von Moltke, el joven, atrincherando a sus tropas a tan sólo 90 kilómetros de la tan ansiada capital: París, permitiéndole a las tropas francesas reaccionar y trasladarse al frente de batalla, aunque fuese en taxi.

Tan inesperado fue el ataque alemán que las tropas francesas
se tuvieron que movilizar al frente de batalla en Taxis.

Esta guerra, que en un principio se pensó no iba a durar hasta navidad, se extendió por cuatro años, involucró a casi todos los países del mundo y le costó la vida a 9.500.000 soldados y a 14.000.000 de civiles, sin contar los millones de heridos o desaparecidos en combate, y se conoció como La Gran Guerra, hasta que los japoneses atacaron Pearl Harbor, el 8 de diciembre de 1941, momento en que se le modifica el nombre a La Primera Guerra Mundial.

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

jueves, 26 de septiembre de 2013

1848, el asalto al Congreso Venezolano


Es el año 1848  y Venezuela vive en ésta época una pugna presidencialista entre el partido tradicional de gobierno: Los Conservadores, con José Antonio Páez a la cabeza y el partido Liberal, recién fundado, liderado por José Tadeo Monagas.

José Antonio Páez y José Tadeo Monagas, en una época
aliados en contra de la opresión española, ahora enemigos
políticos en un país republicano.

Páez, a sus 58 años de edad, hasta el momento había sido el hombre fuerte de Venezuela y del Partido Conservador: logrando él la presidencia en dos oportunidades: de 1830 a 1835 y nuevamente de 1839 a 1843, y su otro candidato del partido, Carlos Soublette (de 1837 al 39 y de 1843 al 47). Sólo por un par de años (1835 a 1837), otros hombres ejercieron el cargo casi de forma efímera: Andrés Narvarte, José María Vargas y José María Carreño.

Mapa de Venezuela realizado en 1890 por el cartógrafo L. Robelin.

El llamado Partido Conservador estaba conformado por la oligarquía económica, siempre criticada por el pueblo, a pesar de ser los únicos que daban trabajo remunerado, y por Páez, ex prócer de la Independencia, quien era muy carismático con los más desposeídos. Muchos historiadores acuerdan en considerar que el período de José Antonio Páez es la “Edad Dorada de Venezuela”: logrando estabilizar y pacificar, no sin esfuerzo, los intereses individuales de muchos caudillos, tras una agotadora guerra de independencia y creando las condiciones para un crecimiento económico sustentable, basado en las exportaciones del café y cacao.

Bandera Nacional decretada por el Congreso en 1836.
Manteniéndose como el Pabellón Nacional hasta 1859, momento en que comenzó
La Guerra Federale.

Para las elecciones del año 1846 los ánimos populares estaban caldeados, aunque para ésta fecha el ciudadano común no tiene poder electoral, solo un puñado de personas, menos de 9.000, están facultadas para elegir los destinos del país. El pueblo está cansado de Páez y de sus títeres, y él lo sabe, así que decide adelantarse a los hechos y busca, en el partido opositor: Los Liberales, al candidato ideal para la presidencia, congraciándose con ellos y poder permanecer tranquilo cuatro años en la sombra, hilando y manipulando, hasta que el clamor popular, arrepentido, lo volviera a llevar a él, Páez, a la presidencia. Pero sin duda subestimó en demasía a su postulado: José Tadeo Monagas.

Una vez electo el nuevo presidente, José Antonio Páez y sus seguidores conservadores se dan cuenta que José Tadeo Monagas no es un hueso fácil de roer y buscan la manera de quitárselo de encima; enjuiciándolo en el Congreso por infracciones a la constitución. Los Conservadores saben que van a ganar, ya que tienen mayoría en las dos cámaras: la de Representantes (diputados) y la del Senado. “El enemigo público”, Monagas, tiene sus días contados.

José Tadeo Monagas
Autor: Martín Tovar y Tovar, 1858
Palacio Municipal de Caracas

Más allá de las luchas políticas entre los altos jerarcas gubernamentales, dos medios de comunicación también se enfrentan, cada uno defendiendo su punto de vista y el de sus lectores: Juan Vicente González con el periódico La Prensa, apoya a Los Conservadores, y Blas Bruzual  con su diario El Republicano, apoya a Los Liberales y al presidente. Es una guerra civil de opinión, cargada con frases de artillería y que en el momento de la verdad van a lograr el objetivo que buscaban.

El día, 24 de enero de 1848, las dos cámaras parlamentarias están reunidas y deliberando, mientras la masa popular se aglomera enaltecida en las afueras del Congreso Nacional, localizado en el antiguo convento de San Francisco. Ante la evidente inseguridad existente se propone trasladar la deliberación a Puerto Cabello, lo que atrasaría en varios días la destitución del presidente y le permitiría a éste salir inmune, así que se quedan en Caracas. Pero como medida de seguridad se conforma una guardia civil de 60 hombres.

Daguerrotipo del antiguo convento de San Francisco, en donde se
reunían las dos cámaras del Congreso: los diputados y los senadores.

El pueblo está expectante. En eso y como ya era costumbre, se presenta al recinto el secretario del Interior, el Dr. Sanabria, para entregar su mensaje anual al Congreso, y los senadores y diputados, muy nerviosos deciden, puertas adentro, tomarlo a él como rehén para utilizarlo como posible salvoconducto. Pero el hecho se filtra a la masa y entonces comienza el caos. Los Liberales logran entrar, no sin recibir bajas, cobrando caro la sangre derramada, matando ellos a su vez, a diestra y siniestra. Una vez finalizada la masacre y puesto los sobrevivientes a resguardo, llega el presidente José Tadeo Monagas y “pone orden” al caos, transformándose en el héroe del día. Está más que decir, que él fue el más beneficiado, llegándose incluso a pensar, que él estuvo detrás de toda la revuelta, alentando los disturbios; un autogolpe.

Con fuertes medidas de seguridad, al día siguiente se vuelven a reunir las dos cámaras, los sobrevivientes, algunos por voluntad propia, pero la mayoría, la opositora, bajo amenaza y amedrentamiento. La fuerza ejecutiva logró doblegar a la legislativa y ésta entregó, en éste acto, toda la soberanía que poseía a lo largo del siglo XIX, creando un peligroso precedente que se repetirá en los siglos siguientes: XX y XXI.

El Palacio de las Academias se alza en la antigua sede del
Convento de San Francisco, diseñado por Juan Hurtado Manrique
y construido por orden de Antonio Guzmán Blanco en 1876.

“Asesinó al Congreso” según palabras de Páez, que de inmediato se alza en armas, pero pronto es derrotado y se ve obligado a exiliarse, una de tantas veces a lo largo de la dinastía de los Monagas: José Tadeo y José Gregorio, que durará un poco más de una década y pasará a la historia como el “Monagato” y, éste último, excepto por la liberación de los esclavos, fue considerado por más de un siglo y medio, el presidente más impopular de Venezuela, sólo superado recientemente.

Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

 

             

lunes, 23 de septiembre de 2013

La Batalla de Agincourt


En el marco de La Guerra de los Cien Años, entre Francia e Inglaterra y luego de una pausa de 25 años, en las que ambos países no se enfrentaron directamente en batalla, el Rey de Inglaterra, Enrique V, vio en la lucha armada contra su enemigo común y extranjero, la solución a los problemas internos. El despertar nacionalista y la posibilidad de conquistar nuevos territorios y su botín de guerra, sobre todo éste último, generó el apoyo que Enrique V necesitaba para su campaña.

En La Guerra de los Cien Años, que enfrenta a los reyes de
Francia e Inglaterra, del momento, Carlos VI y Enrique V.

La Guerra de los Cien Años, que en realidad duró 116, comenzó debido a las pretensiones del rey inglés, Eduardo III, sobre la corona francesa, la cual le pertenecía por herencia adquirida a través de Isabel, su madre, mejor conocida como La Loba de Francia, quien era hermana de Carlos IV, el último descendiente varón de la Dinastía de los Capetos, quien muere sin descendencia en 1328. La razón por la cual se acoge Francia a no otorgarle la corona a Eduardo III, sino a su primo Felipe VI Valois, es la Ley Sálica.

Este conjunto de leyes, Lex Salica, fue promulgado a principios del siglo VI por el primer rey de Francia, Codoveo I, quien ordena recopilar un código legislativo que le permita gobernar a un conjunto de tribus francas, muchas, rivales entre sí, a la caída del todopoderoso Imperio Romano. En uno de sus apartados hacía referencia a que ninguna mujer podía heredar el reino de los francos, ni su descendencia, aunque éste fuera varón, o al menos eso fue lo que le hicieron creer a la corte y a la nobleza. En realidad fue una manipulación que se le realizó a la Ley en 1316, por el futuro rey Felipe V, para evitar que su sobrina, Juana de Navarra subiera al trono, en vez de él. Esa maniobra le va a causar a Francia, si aun saberlo, décadas de sufrimiento, miseria y dolor, no siendo la primera vez que se manipula un documento antiguo para el beneficio inmediatos de unos, ni será la última.

Eduardo III de Inglaterra, a través de su madre Isabel, tiene sangre Capeto y es el legítimo rey de Francia, pero ésta va a ser traspasada a su primo en vez de a él, aprovechando que el reino inglés, no sólo es una isla, el es menor de edad y que su reino está enfrascado en una especie de guerra civil, en la que los barones del reino rivalizan entre sí a consecuencia del desastroso reinado de su padre Eduardo II Plantagenet. Una vez consolidado su poder, Eduardo III voltea a Francia y tras los fracasos diplomáticos por su herencia, lanza un ataque en 1337, dándose inicio a La Guerra de los Cien Años.

Gran Sello Real del rey Eduardo III de Inglaterra.

Por años la guerra estuvo constituida mayormente por pequeñas victorias inglesas: Sluys en 1340, Crecy en 1346 y Poitiers en 1356, generándose una tregua conocida como la “paz de Brétigny”. Pero bajo el reinado de Carlos V de Francia, 1380, los ingleses pierden casi todas sus plazas ganadas en batalla en territorio francés, quedándose sólo con cuatro. Ante éste revés y a riesgo de perderlo todo, se firma otra tregua de paz que duraría años hasta que fuera rota por Enrique V de Inglaterra, en 1415, al ver que su intento de resolver los conflictos con Francia de manera diplomática, no tendrían efecto. Zarpa en agosto rumbo a Francia con un contingente de soldados y sirvientes de aproximadamente 12.000 hombres.

Batalla de Sluys, 1340, en la que los ingleses se adjudican una
importante victoria sobre los franceses, en su propio territorio,
asegurándose un puerto para futuras batallas.
 Ilustración de Jean Froissart 

Enrique V, implantó una severa disciplina a sus hombres, donde, a costa de sus propias vidas se les prohibía violar y robar a cualquier habitante francés, dando por finalizada una costumbre militar ancestral conocida como chevauchée o cabalgada, en la que el ejército invasor, arrasaba los pueblos, matando y destruyendo, obligando a su enemigo a entablar batalla. El está convencido en lograr sus objetivos y no desea que el pueblo, los campesinos, lo odien o resientan.

El 22 de septiembre se apoderó de la ciudad portuaria de Harfleur, luego de cinco días de sitio. Las lluvias constantes obstaculizaron su marcha y agotaron a las tropas inglesas que se vieron mermadas por el hambre y la enfermedad. El ejército francés, conglomerado, se tornaba en una amenaza creciente y Enrique V, decidió retornar al puerto de Caláis, con el fin de recuperar fuerzas y salud, recibir refuerzos y reanudar la campaña en Francia.

Pero el 15 de Octubre, el ejército francés decidió arrinconar a los ingleses cerca del poblado de Agincourt y la batalla fue inevitable. El contingente inglés estaba conformado mayoritariamente por arqueros y el francés, 10 veces mayor, se componía de caballería pesada y soldados a píe.

Cuadro pintado en el siglo XIX por John Gilbert, en donde la
caballería francesa, ansiosa, se precipita sobre el  pequeño ejército
inglés en La Batalla de Agincourt.

El valor de Enrique V de Inglaterra, descrito por William Shakespeare, era enorme e inspiró a sus maltrechos hombres.

Los franceses estaban comandados por Carlos d´Albret y un gran grupo de nobles que vieron en esa batalla la oportunidad de hacerse de gloria. Su estrategia era defenderse del ataque inglés y destruirlos. Pero los jinetes franceses se sintieron ansiosos e inspirados por la ausencia de caballería por la parte inglesa y en vista del reducido número de hombres con la cual contaba Enrique V, decidieron lanzarse a la batalla. El pantano les dificultó el movimiento y fueron presa fácil de los certeros arcos ingleses. Las perdidas francesas fueron asombrosas, aproximadamente 6.000 soldados murieron durante el combate, entre ellos D´Albret, además de duques, condes y otros 500 miembros de la nobleza. Los ingleses perdieron menos de 200 hombres. La victoria inglesa no fue a causa del valor de sus hombres, sino más bien a la estupidez del ejército francés.

La aplastante victoria de los ingleses en la Batalla de Agincout,
reabre las puertas al reclamo de Enrique V al trono francés.

Finalizada la batalla, Enrique V regresa triunfante a Inglaterra, para retornar nuevamente en 1417 con la firme intención de conquistar toda Francia. No se gestaron batallas de relevancia y en 1420 el rey inglés marchó a París y le exigió a Carlos VI, el Demente, rey de Francia, a su hija Catalina en matrimonio, mediante el Tratado de Troyes, en el que el hijo de ambos sería considerado rey de Inglaterra y Francia, desheredando de este modo a su propio hijo, el Delfín Carlos, futuro rey Carlos VII de Francia, gracias a las valerosas hazañas de Juana de Arco en 1429.

Con la firma del Tratado de Troyes, en la que se estipulaba
que el hijo de Enrique V y Catalina de Valois, hija del rey
francés, Carlos VI el Demente, heredaría el trono de Inglaterra
y Francia. 

La Batalla de Agincourt le generó respeto a Enrique V en Inglaterra y mientras vivió, ningún otro noble en su país se le opuso. A la muerte de éste, acaecida en 1422, su hijo, Enrique VI, de un año de edad, nunca fue considerado por los franceses como su rey, aunque los ingleses a partir de esa fecha se hicieron tildar como reyes de Inglaterra y Francia, hasta principios del siglo XIX, tal cual se aprecia en el escudo heráldico de Inglaterra de ese entonces.

En el escudo central se aprecian Las Flores de Lis,
que representa a Francia y los tres leones a Inglaterra.

Dos películas de importancia se han hecho en referencia a Enrique V y La Batalla de Agincourt, la primera, protagonizada por el legendario Lawrence Olivier en 1944 y la segunda, dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh, filmada en 1989.

Trailer (en inglés) de la película Enrique V (1989)



Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

sábado, 21 de septiembre de 2013

La Creación de la CIA y la KGB


Es difícil no relacionar a la Agencia Central de Inteligencia (CIA)  y a la KGB con la Guardia Pretoriana Romana. A casi dos mil años de distancia la una de las otras, pero en esencia lo mismo, excepto que unos era soldados y los otros son civiles. La CIA fue creada por el presidente Harry S. Truman como una agencia gubernamental encargada de la recopilación y análisis de información de gobiernos, organismos e incluso individuos, dentro y fuera de los Estados Unidos, que puedan perjudicar la seguridad nacional, sin necesidad de tener autorización judicial para dichas investigaciones. No es un secreto que la Guardia Pretoriana, en su obsesión por mantener la integridad del imperio, incluso por encima de la voluntad de su emperador, al cual estaban obligados a proteger, cometieron cualquier cantidad de abusos y exterminaron a todos los que ellos consideraron un peligro, entre los que se encuentran quince emperadores.

Escudos de la KGB y de la CIA

Corre el año 1946 y la humanidad acababa de superar la más terrible de las guerras mundiales, la más sangrienta hasta la fecha, y se concentraba en reconstruirse, brotando entre las cenizas como el Ave Fénix, literalmente. Pero un nuevo peligro se cernía sobre Occidente, la amenaza soviética, con Joseph Stalin a la cabeza, en su deseo de expandir su influencia sobre países, mal conocidos como de Tercer Mundo, teniendo en cuenta que muchos de esos países poseen más historia y cultura ancestral, que los que ahora pretenden guiar sus destinos, tanto los de un lado como los del otro.

Durante La Guerra Fría, 1945 al 1991, se enfrentaron dos
ideologías: la capitalista, liderada por los Estados Unidos
y la comunista, por la Unión Soviética, y en éste Mundo
Bipolar, las posturas era irreconciliables e incompatibles.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las agencias de inteligencia de los países involucrados: OSS (Estados Unidos); MI6 (Reino Unido) y GESTAPO (Alemania), entre otras, se enfrentaron al celo de otros departamentos internos en sus respectivos países, por el compartir la información recaudada, con terceros, aunque fuera por el “bien” común y mucho menos entre las distintas agencias de inteligencia de otros países, aunque estos fueran aliados.

Aprendieron, al final, de los errores más que de los aciertos y se extralimitaron, moralmente, al tener la vista fija en el objetivo final y no en el procedimiento, como fue el caso del gobierno norteamericano de pactar con la mafia siciliana para que les dieran información estratégica, previo al desembarco aliado en Sicilia en 1943, a cuenta de favores y prerrogativas.

Los aliados negociaron con la mafia siciliana en los Estados Unidos,
para que los ayudaran durante el desembarco en la isla mediterránea,
a cambio de concesiones de juego de azar en Las Vegas.

En un mundo en guerra era lógico que la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos) fuera una organización militar, pero ahora en tiempos de paz, se necesitaba una, conformada por civiles, en ese momento es cuando se crea la precursora de la CIA, por instancia de William J. Donovan, el mismo creador de la OSS, quien convenció al presidente Truman de crear una agencia centralizada que pudiera ejercer sin restricción, operaciones de espionaje encubierto y en secreto, con autonomía absoluta para lo que considerase fuese en beneficio de los Estados Unidos, aunque no siempre ha sido el caso con respecto a  los países con los que se ha involucrado. El nombre original fue: Grupo Central de Inteligencia, que luego cambiará en 1947 al que todos conocemos y hemos aprendido a amar u odiar, Agencia Central de Inteligencia.

Cómo he tratado de expresar antes, sus intenciones siempre han sido “buenas”, al menos para ellos, pero cada quien, desde tiempos inmemorables, siempre cree y están seguros de tener buenas intenciones, dependiendo del punto de vista con los que se mire, incluyendo a los miembros de la muy temida GESTAPO nazi. Pero la CIA en sus operaciones encubiertas, en “beneficio” de la colectividad, han dejado una traza de amargura y resentimiento en su momento y en las generaciones siguientes a lo largo y ancho del mundo, ejemplos: para contrarrestar el auge de izquierda en la Italia de la post guerra, la CIA organizó ataques terroristas que luego se le adjudicaron a Las Brigadas Rojas; Operación Gladio.

Más cerca de nosotros, en el continente americano, en 1954 se conspiró y se expulsó al recién electo presidente de Guatemala, Jacobo Arbenz Guzmán, y se puso una junta militar, éste hecho generó una guerra civil que duró años; en 1960 se autorizó el asesinato del dictador cubano Fidel Castro.

La agente de la CIA, Marita Lorenz debía envenenar a Fidel Castro,
pero el amor que sentía por él lo impidió. 

En 1973 Nixon aprueba una operación encubierta para expulsar, no asesinar, al presidente chileno Salvador Allende y tras su asesinato, Augusto Pinochet comienza una sangrienta dictadura;

Tras la toma del Palacio de la Moneda, se consolida el Golpe de Estado
 liderado por Augusto Pinochet a su amigo Salvador Allende.

En 1979 apoya y financia a la resistencia extrema islámica en Afganistán, los Talibanes, en su lucha en contra de la Unión Soviética, luego éste grupo se transformará en el brazo armado de Al Qaeda, liderado en su momento por Osama bin Laden;

En 1952 expulsan al recién electo presidente de Irán, Mohammad Mosaddegh, por solicitud de la agencia británica de inteligencia, MI6, y le otorgan más poderes dictatoriales al Shah Mohammad Reza Pahlevi;

Coronación del Shah y de su tercera esposa Farah Diba.

En 1963 apoyan el golpe militar en Irak a favor de Saddam Hussein;

En 1970 invade Camboya para atacar desde allí a Vietnam del Norte y bombardear Laos, apoyando al gobierno de Pol Pot, hoy se sabe que éste gobernante ordenó el asesinato de más de dos millones de sus conciudadanos…

Y la lista continúa, dejando también en entredicho su vinculación por el asesinato se su propio presidente, John F. Kennedy, por no apoyar la operación de Bahía de Cochinos en Cuba en 1961 y su resistencia en querer involucrarse en una guerra en el sudeste asiático: Vietnam.

Tras los disparos "realizados" por Lee Harvey Oswald, la Primera Dama,
Jackie Kennedy, intenta ayudar a uno de los miembros
de seguridad a subir al vehículo. 

La KGB, Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti, o Comité para la seguridad del Estado, en la Unión Soviética, fundada en 1917 por orden de Vladimir Lenin y conocida en ese entonces como La Checa, no es más santa que su contraparte occidental, CIA, por el contrario, al ser un Estado dictatorial y centralizado y a falta de Opinión Pública, por no existir medios de comunicación confiables, al estar todos bajo la influencia directa del gobierno, los actos subversivos, en nombre del “bien” común, creados por la KGB, son mucho peores y de igual manera catastróficos para los países en donde se cometieron: La Revolución Húngara de 1956;

Fue un alzamiento espontáneo de la población húngara en contra
de los excesos, ahora conocidos de Joseph Stalin y la influencia
total de la Unión Soviética sobre las políticas nacionales a su
beneficio ideológico y no al de los pobladores.

La Primavera de Praga de 1968;

El movimiento "revolucionario" en Checoslovaquia busca una
estructura política menos totalitaria, sin la influencia soviética,
en la que puedan existir ciertas libertades básica.
Fue reprimida con brutalidad por tropas conjuntas del Pacto de Varsovia.

El asesinato de Trotsky en 1940;

León Trotsky era para Joseph Stalin una "piedra en el zapato"
y había que eliminarlo, estuviese en donde estuviese.
La misión fue llevada a cabo con éxito por el asesino español,
Ramón Mercader, quien ganó la confianza de su víctima y le
golpeó mortalmente con un piolet en la nuca.

El asesinato del Secretario de Las Naciones Unidas, Das Hammarskjöld, en un supuesto accidente aéreo en 1961, en el Congo Belga, hoy Zaire.

Fue Secretario General de Las Naciones Unidas desde 1953 hasta su
muerte en 1961. Se le otorgó el Premio Nobel de La Paz póstumo.

Y el más polémico, el frustrado intento de asesinato del papa polaco, Juan Pablo II, en 1981, en plena Plaza de San Pedro en el Vaticano, a consecuencia de sus constantes sermones separatistas en contra de la intervención directa de la Unión Soviética en los Países del Bloque Oriental, en particular, apoyando al movimiento obrero Solidaridad, liderado por Lech Walesa.  

Intento de asesinato del papa Juan Pablo II a manos del extremista
turco, Mehmet Alí Agca, hoy "converso" al cristianismo y en libertad,
quien solicitó permiso para residir en el Vaticano y fue denegado.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

lunes, 16 de septiembre de 2013

El día en que se creó el Purgatorio


Desde tiempo inmemorables, siempre ha existido el concepto entre el “Bien y el Mal”, cada uno, desde su punto de vista, lucha, sacrificando todo, con un objetivo en su mente, salvar su alma en el más allá. Pero ¿quién? en verdad puede decir, que tiene la razón absoluta. Los que están a favor del Mal, obviamente se imaginan que su causa es la justa y que son los otros los equivocados, razón por la cual, todas las culturas antiguas optaron por dejar a los dioses de ultratumba, evaluar el comportamiento individual y condenar o premiar: el Paraíso o el Infierno.

En la mitología del antiguo Egipto, al igual que en Grecia, Roma y otras culturas, el alma del muerto era juzgado de inmediato y si se comprobaba que había sido una persona buena, justa y generosa, proseguía a disfrutar, en el “Más Allá”, con mayor abundancia, todo lo bueno que en vida tuvo, sin dolor, pena o sufrimiento. Pero en la religión Católica ese Juicio se realiza al final de los tiempos, a todos juntos, aunque de manera individual, con el Segundo Advenimiento de Cristo, El Día del Juicio Final. Luego del Apocalipsis, cuando todos los vivos estén muertos.

Escena del Juicio Final en el centro, el Paraíso a la izquierda y el Infierno a la derecha
de nosotros, en el que se representan cada castigo de Los Siete Pecados Capitales.
Autor: Fra Angélico, 1431
 Museo de san Marcos, Florencia, Italia

¿Pero qué pasa en el ínterin? ¿A dónde van todas estas almas: buenas y malas, mientras esperan El Juicio Final? Al Limbo.

Escena arcaica que representa a las almas en el Limbo a la
espera del Juicio Final, antes de la creación del Purgatorio.

El Limbo es, en su concepto original, un área de transición, al borde de Las Tinieblas (Refrigerium), en donde todos vamos, mientras esperamos por El Apocalipsis; buenos y malos. Pero ese día nunca llega y generación tras generación de individuos, nacen, viven según sus creencias y mueren, y nada. Muchos se esfuerzan por tener vidas dignas y ejemplares, a pesar de las injusticias, padeciendo sufrimiento y carencias, en cambio otros, a consciencia, son los creadores de estas amarguras colectivas, en la consecución de sus ambiciones desmedidas; recompensas temporales a costillas del prójimo, y cuando se mueren, al igual que los otros, sus almas van al Limbo, sin castigo o condena. Están allí, “esperando” una sanción Divina, que al parecer nunca llegará. Entonces, es más fácil y tentador, recorrer el camino del mal, en la búsqueda del beneficio inmediato, que esperar a ser gratificado en la eternidad ¿Cuándo?

Ante el riesgo, que el pueblo en pleno, cruzara esa “delgada línea”, un hombre genial apareció, el papa Gregorio I, mejor conocido como San Gregorio Magno, quien planteó un nuevo concepto; los hombres buenos, carentes de pecados, van de inmediato a la Gracia de Dios, los malos, quienes hayan actuado en vida, sólo a beneficio personal, perjudicando a los demás, creando penurias y devastación, serán condenados, ipso facto, a las llamas eternas del Infierno, y los demás, tras un primer juicio particular, no definitivo, ¡aun!, irán al Purgatorio: un lugar de transición, donde se purgan las penas, y en donde, “todos los que entran, eventualmente salen”, pero en el que cada quien paga, según sus pecados, un castigo, con el fin de expiar las faltas cometidas en vida.

El papa san Gregorio I Magno
Autor: Francisco Goya, 1797
Museo Romántico de Madrid

Entonces, el Limbo, ahora, se convierte en un área para todos aquellos niños, que, por su corta edad, no pudieron ser bautizados al momento de morir, y al no haber recibido el perdón a causa del pecado original, cometido, milenios atrás por Adán y Eva, sus almas no han de ser castigadas, pero tampoco pueden beneficiarse de la Visión Divina de Dios; El Limbo de Los Niños. Por eso se comenzó a incentivar el bautismo en los recién nacidos y a falta de otros registros, la fecha de nacimiento era la registrada en las iglesias, el nombre dado al bebe era el del santo del día, razón por la cual, la celebración de los cumpleaños era el día de su santo, tradición que se mantuvo por siglos.

Resuelto el impase técnico con el Limbo, ahora había que definir que pecados en vida iban a ser castigados en el Purgatorio, y ¿Cómo?, de tal manera, que el mismo Gregorio I, define una lista de “Vicios” humanos, a la que llama: Los Siete Pecados Capitales. Son una serie de faltas, a las que los individuos se condenan por “pensamiento, obra u omisión”, o sea, todos somos vulnerables a diario de pecar, tan sólo por desear, lo que indica que el Purgatorio debe de ser inmenso.

Mesa de los Pecados Capitales
Autor: Hieronymus Bosch, El Bosco, 1485
Museo del Prado, Madrid, España

Estos Siete Pecados Capitales, ya era una lista que se manejaban desde antes, pero que el papa Gregorio I, evaluó, sintetizó y jerarquizó, en el siguiente orden: Lujuria, Gula, Avaricia, Pereza, Ira, Envidia y Soberbia.

La Lujuria se define como: pensamientos o deseos sexuales obsesivos, más allá del fin inmediato de la procreación, con el objetivo de percibir placer carnal, aun y cuando, éste deseo se apacigüe a través de la masturbación. Uno de los animales con el que se representa es el perro. El castigo que se platea padecer en el Purgatorio es el ser asfixiado con fuego y azufre.

Grabados de cada uno de Los Siete Pecados Capitales realizados
por Pieter Brueghel el Viejo en 1531.

La Gula es el vicio de comer o beber en demasía, más allá de lo que necesita el cuerpo, o el deseo por ciertos alimentos que se sepan perniciosos para la salud, al menos en la de cada quien, y aun así se quieran ingerir, e incluso, el “comer con los ojos”, desperdiciándose el alimento no consumido. El animal con el que se representa es el cochino. La condena en el Purgatorio es el comer ratas, sapos, lagartijas y serpientes vivas.



La Avaricia es el querer poseer riquezas de forma excesiva, para atesorarla, no para disfrutar de ella. La gran mayoría de las veces, para obtener éstos bienes, el tacaño, al no tener límites morales,  recurre al soborno, el robo y al engaño, en perjuicio de los demás. El símbolo animal con el que por lo general se le representa es el lobo. En el Purgatorio al avaro se le coloca dentro de una paila de aceite hirviendo.



La Pereza para la Iglesia Católica, es la incapacidad del Ser humano, en llevar a buen término sus obligaciones espirituales, por flojera y desinterés. A éstos individuos los envuelve un áurea de apatía, que proyectan, incluso, a cualquier otra actividad, por ende, pudiendo generar otros vicios. Al principio se le confundía con la desidia, pero esta se ha definido más con “la enfermedad de la tristeza” o la depresión. El animal con el que se representa es el caracol. Al perezoso se le castiga en el Purgatorio colocándole en un pozo repleto de serpientes vivas.



La Ira es un sentimiento desbordado de odio y resentimiento que puede impulsar a un individuo a cometer o desear tomar venganza por su propia mano, en detrimento del colectivo. La mayoría de éstas personas se transforman en fanáticos extremistas que por intolerancia religiosa o racial, pueden llegar a cometer genocidio. El León es el animal que se utiliza como su símbolo. Al iracundo se le castiga en el Purgatorio con el desmembramiento corporal.



La Envidia la padece aquel, que desea de forma compulsiva, todo lo que los demás tienen y él añora, pero no posee. Como decía el escritor Francisco de Quevedo, “la envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come”. Con la culebra se representa. El castigo en el Purgatorio es el sumergirlo en agua helada.



La Soberbia, el Orgullo o la Vanidad, está considerado el peor de los pecados y el que origina a todos los demás, ya que equivale a la creencia de sentirse más importante que los demás y a la incapacidad de no reconocer las virtudes o logros de los otros, sólo los propios. Según Manson Cooley, “la vanidad bien alimentada es benévola, la vanidad hambrienta es déspota.” El pavo real es el símbolo que se utiliza generalmente. A los soberbios se les castiga en el Purgatorio a padecer en la Rueda.



La Iglesia Católica había resuelto por ahora la transición media entre el Cielo y el Infierno, pero como en la tendencia, tal cual estaba planteada, todos vamos a sufrir en el Purgatorio, ¿cómo podemos hacer si llegamos a parar allí? Las opciones fueron desde lo más sencillo hasta lo más perverso. Los rezos pueden ayudar a las Almas en pena, pero ese gesto depende de terceras personas, así que se desarrolló el turismo de las reliquias. El observar una reliquia (alguna posesión de un santo) puede disminuir hasta 100 días en el Purgatorio, así que mientras más veíamos, más rápido lo cruzábamos en nuestro camino al Paraíso. Miles de reliquias comenzaron a aparecer, tan absurdas como francos de leche materna de la Virgen María. Y para los que la visualización y veneración de reliquias no les era suficiente, pero poseían dinero, se creó la empresa más lucrativa de la Iglesia, “La Venta de Indulgencias.”

La imprenta fue de gran ayuda para la Iglesia en la
"Venta de las Indulgencias"
Grabado realizado por Lucas Cranach

“Los que murieron en la Luz de la Caridad de Cristo pueden ser ayudados con las oraciones de los vivos. Y no sólo eso. Si se dieren limosnas para las necesidades de la Iglesia, las almas ganarán la indulgencia de Dios.”  Papa Sixto IV, 1476.

Esta modalidad estuvo tan cuestionada y viciada, que impulsó a un fraile, Martín Lutero, a enfrentar a la Iglesia Católica, logrando su fractura y creando la Iglesia protestante.

En el año 1995 el director David Fincher realizó una película policial, "Se7en", cuya trama, de acción y suspenso, se inspira en Los Siete Pecados Capitales, protagonizada por Brad Pitt, Morgan Freeman, Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey.




Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi


miércoles, 11 de septiembre de 2013

La Orden de los Caballeros Templarios


La historia de la Orden de los Caballeros del Templo, siempre ha fascinado, ya que envuelve, en un aura de misterio, sus “humildes” comienzos, hasta su estrepitosa caída doscientos años después. La Primera Cruzada tuvo una inspiración altruista, para muchos, recuperar Tierra Santa de manos de los infieles, una tierra, que para el momento, tenía más de cuatrocientos años bajo el control islámico, un territorio, que a la que la mayoría de los europeos, nunca les había importado, pero las necesidades económicas ahora eran otras y había que buscar alternativas; expandirse.

La vestimenta de los templarios era una túnica blanca
con una cruz roja y estuvieron siempre muy ligados a
la Orden de los Monjes Cistercienses.

Muchos de los voluntarios fueros hombres con sed de aventuras y riquezas, pero no era suficiente, el papa, Urbano II, a quien le interesaba expandir el poder de La Iglesia Católica, a Oriente, más allá del Imperio Bizantino, tuvo que dar un salvoconducto a todos los convictos que se ofrecieran de manera voluntaria, e indulgencias plenarias a los demás. Algunos de los que fueron si estaban motivados por la fe y estaban dispuestos a sacrificar sus vidas en nombre de Jesucristo.

En la Primera Cruzada, la mayoría de los participantes fueron entusiastas
del reino de Francia y del Sacro Imperio Romano. Convocada por Pedro el Ermitaño
y aprobada por el papa Urbano II.

La Primera Cruzada comienza en el año 1096 y tiene un éxito relativo, permitiendo tomar el control de algunas ciudades en el Medio Oriente y el premio más deseado: Jerusalén, territorio que quedó en manos de Balduino II.

Los primeros Templarios no lucharon en batalla alguna, ellos fueron a Tierra Santa años después, en 1118, con la excusa de proteger los caminos de los peregrinos, de maleantes de carretera, quienes seguramente eran ex soldados, que no lograron satisfacer sus ansias económicas. Estos nueve caballeros, al mando de Hugo de Payns, al llegar a Jerusalén, se ponen de inmediato a las órdenes del rey Balduino II, quien le otorga derechos y cuartel, en el área del Monte de Moira (la Explanada de las Mezquitas), y estando allá, cambiaron de pronto, su objetivo inicial, transformándose, por nueve años, en aprendices de arqueólogos, en busca de reliquias bajo las ruinas del Templo de Salomón, bajo el mismísimo corazón de la Cúpula de la Roca, ahora en poder cristiano, razón por la cual, el nombre por el que se conocen es: La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, mejor conocidos como los Templarios, y “pobres caballeros” no lo fueron por mucho tiempo.

El rey Balduino II le otorga a Hugo de Paynes y a sus hombres, los derechos
en toda el área de la Explanada de las Mezquitas, donde una vez estuvo
el Templo del Rey Salomón.

Sin duda, muchas cosas de valor deben de haber encontrado, cosas que podían comprometer la misma integridad de La Iglesia Católica, una iglesia con una inmensa paranoia. Una vez finalizada su labor, deciden regresar y consolidar su institucionalidad, ser reconocidos como una orden caballeresca y así poder reclutar a jóvenes de descendencia noble para su ilustre causa, razón por la que se dirigen a Roma para entrevistarse con el papa Honorio II.

Sello de los Templarios en donde, en vista de su pobreza inicial, se
representaba a dos caballeros montando un mismo caballo. En el
adverso aparece el Templo de Salomón, de donde les viene su nombre.

El rey Balduino II, le escribe una carta al abad Bernardo de Clairvaux, para que prepare la antesala a favor de estos nueve soldados y exponga ante el papa las virtudes, de convertir a éstos hombres, en orden religiosa caballeresca. Bernardo, con tan solo 28 años de edad ya es uno de los hombres más influyentes de su época, y lo será aún más, incluso, a su muerte, será santificado. Él, fue la gran inspiración en el crecimiento de las abadías cistercienses a lo largo del siglo XII, en donde se aplicaba, de manera estricta, La Regla impuesta por San Benito, siglos atrás, quien exigía a los monjes rezar y trabajar, “Ora et Labora”, y gracias a eso, entre otras cosas, se esparció la agricultura por toda la Europa feudal.

El abad Bernardo de Clairvaux, el hombre
más influyente en Europa en el siglo XII.

El papa Honorio II convoca El Concilio de Troyes, que se realiza en Francia en el año 1128 y reúne a una gran cantidad de representantes de la iglesia, entre ellos, en vista de la ausencia del pontífice, a un representante papal. Uno de los puntos en la agenda, y el que en particular nos interesa, era la ratificación de los templarios como orden caballeresca. Esa loable labor, recayó en Bernardo de Clairvaux, quien de manera brillante, expuso la necesidad de poseer una fuerza militar en la que sus miembros llevaran una vida monacal, teniendo en cuenta, que para ésta época, ningún reino, ni siquiera la Iglesia, cuenta con un ejército propio, éstos se convocan cuando se presenta la necesidad.

Tras varias semanas de deliberaciones, los templarios se aprueban como Orden y un mundo de posibilidades se les abre frente a ellos, convirtiéndolos, en muy poco tiempo en la institución más poderosa de toda Europa, por encima de reyes, emperadores y papas.

El Gran Maestre Hugo de Paynes.
Autor: Henri Lehmann
Palacio de Versalles, París.

Pero ¿quién era Hugo de Payns? Para empezar, era familia del abad Bernardo de Clairvaux, al que unos años antes de partir a Tierra Santa, le había obsequiado tierras para la construcción de una de sus abadías. Fue un hombre ambicioso, en busca de reliquias religiosas, para comprar su ascenso jerárquico y terminó inmortalizándose; al parecer encontró mucho más de lo que buscaba, algunos historiadores, incluso especulan, que encontró el Santo Grial o más bien, el secreto que éste representa: la descendencia directa de Jesús a través de su esposa María Magdalena, o quién sabe, tal vez algún otro secreto que comprometería la integridad de La Iglesia Católica, y por eso les fue otorgado, sin merecérselo, todo lo que desearon. No hay duda, que si se transformó en una orden militar monástica, al servicio de la Iglesia y de reyes y de emperadores, y a veces de los peregrinos en su ruta a Tierra Santa, prestando una valiosa ayuda, a todos los que la necesitaban, a cambio de un precio justo, pero esa es otra historia.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi