miércoles, 16 de diciembre de 2015

Yves Klein, "La Vida en Azul"



En el arte, ¿en quién pensamos cuando pensamos en azul?


La respuesta está más cerca de lo que uno piensa, pero éste artista de mediados del siglo XX influenció, con su sistemática utilización de un tipo de azul ultramarino creado por él como único color en sus obras a artistas de la talla de Henri Matisse y Robert Rauschenberg, y algo mucho más contemporáneo: The Blue Man Group. E incluso lo registró: IKB 191.

Henri Matisse, Desnudos en Azul, 1952

El azul se utiliza en el arte y en la joyería desde tiempos antiguos, su color de inmediato nos hace pensar en el profundo mar y en el infinito cielo, razón por la cual siempre nos ha fascinado, pero desde ese entonces y hasta hace muy poco, la fuente primaria para crear este pigmento provenía de una piedra semi preciosa: el Lapislázuli. No sólo es escasa sino de proveniencia distante: Afganistán. Ante esta extravagancia, los artistas se reservaron la utilización de éste color sólo a los personajes en sus obras que lo ameritaran, ya sea por su linaje o importancia, llegando todos ellos a un acuerdo implícito, La Virgen María. Pero eventualmente el color se llegó a sintetizar a finales del siglo XIX  y su costo disminuyó a tal punto que su producción, en comparación a otros, resultó ser de los más baratos. Fue allí cuando un grupo de artistas modificó paulatinamente su uso y su significado utilizándolo para representar emociones: Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet, Vincent van Gogh y Pablo Picasso, y esa emoción es melancolía, porque en palabras de Matisse, “ciertos tipos de azul penetran tu alma”.

Vincent van Gogh, Noche estrellada, 1889. MoMA, Nueva York

Los colores tradicionales de jerarquía son: azul, rojo y amarillo, y nuestro artista, Yves Klein, los utilizó todos, pero de forma individual, llegando a consolidar un movimiento conocido como Monocromismo.

Monocromías de Yves Klein, Museo Pompidou, París

Allá por el año 1946, en una playa del Sur de Francia, Yves Klein junto a otros amigos decidieron, conceptualmente, distribuirse el Mundo entre ellos: Claude Pascal quiso quedarse con las Palabras, Arman Fernández con la Tierra e Yves Klein fue un poco más ambicioso, se quedó con el Vacío que rodea a la Tierra (el Cielo), cuya percepción visual es azul. Eventualmente él redujo su ya escasa paleta de colores sólo a ese color: Azul.

En esa búsqueda del Vacío, cosa que en verdad no es fácil representar, Yves Klein, quién entre sus cualidades artísticas también estaba la música, compuso en 1949 una de las melodías más revolucionarias del siglo XX: La Sinfonía Monotónica. Esta pieza de 40 minutos tiene por finalidad el mantener un acorde sostenido por 20 minutos y los otros 20 son de silencio absoluto (el Vacío)…


Yves Klein representando su ejecución de La Sinfonía Monotónica.

Esta composición inspiró tres años después a otro músico, John Cage, quien en 1952, creó la pieza 4´33”, una melodía de silencio absoluto, creada para cualquier instrumento, y en donde el músico se coloca frente a su instrumento y por 4 minutos y 33 segundos sólo observa su partitura en blanco ante un público confundido y nervioso, luego se pone de pie y se retira. El objetivo de la obra en sí es el escuchar los sonidos del ambiente que se ahogan normalmente en una ejecución musical tradicional.


Luego de su brillante composición Sinfonía Monotónica, Yves Klein publica un libro de estampas pintadas por él de distintas ciudades europeas en las cuales ha estado y convivido, Yves Peintures. En ésta publicación Klein representa a cada ciudad con un color, creando así láminas monocromáticas de cada una, según sus sentimientos hacia ellas. Este experimento editorial luego lo va a trasladar al lienzo, pero no como uno podría imaginarse en pequeña escala, no, a gran escala, siempre pensando en grande, a todo grito y una y otra vez, utilizando sus tres colores favoritos: rojo, dorado y azul.

Yves Peintures, publicado en 1954

No hay que ser románticos con el proyecto de éste gran artista, para su época, y por muchos años, casi nadie entendió lo que Yves Klein estaba haciendo. Sus exposiciones de lienzos todos del mismo formato y con monocromías individuales, la gente lo interpretó como un mosaico de un todo y no como un objeto en sí, en la que cada cuadro, según él, es individual. Esto lo hizo reflexionar y dar un paso aún más osado, de ahora en adelante, en cada exposición sólo va a utilizar un solo color: el Azul, al que, como dije antes registró como International Klein Blue 191 (IKB 191), mejor conocido como Azul Klein. Y algo poco conocido y anecdótico, para enviar las invitaciones de sus primeras exposiciones, Yves Klein pintó unas estampillas en azul y convenció al correo postal francés para que enviara los sobres, institucionalizando así su concepto.

Invitación con estampilla creada por Yves Klein

Ahora, bajo ésta nueva aproximación, algunos entendidos comenzaron a captar lo que Yves Klein intentaba expresar. No de inmediato, pero si poco a poco.

Exposición Monocromática

En su constante experimentación él intervenía posteriormente su obra monocromática, con agua, fuego o ácidos, para poder generar distintas texturas y tonalidades. Incluso agregando objetos, como las esponjas a sus cuadros y luego pintándolas todo de azul, o rojo, o dorado.

En sus constantes experimentaciones, Yves Klein prueba con todo, incluso fuego.

Debido a que Yves Klein nunca fue estático, siempre tiene la necesidad de reinventarse, en 1960 decide hacer un Performance e invita a una noche de gala a un grupo de personas a las que sienta en una sala, y él allí, en el medio, dirigiendo, no sólo a una orquesta que toca su Sinfonía Monotónica, sino a dos asistentes femeninas, con sus cuerpos totalmente desnudos, quienes se van pintando en azul para luego estampar sus figuras en los lienzos dispuestos en el espacio. Este revolucionario Performance y su resultado pictórico lo llamó Antropometrías.
Yves Klein, Antropometrías, 1960
Galería Internacional de Arte Contemporáneo de París

La vida de éste polifacético artista francés fue corta pero no efímera. Logró en sus 34 años lo que muchos nunca logran en toda una larga vida: dejar huella. Con el paso de los años y a un poco más de 50 años de su muerte, el legado de Yves Klein se ha ido consolidando y cada vez suma más adeptos, lo que nos da a entender que él estaba muy adelantado para su época.

Parte del resultado del performance de Antropometrías, 1960


 Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi